Veo que Dante camina de un lugar a otro tocándose el cabello mientras yo me siento en un sillón tratando de controlar la ira que tengo. -¡Mira, Dante! Por el hecho de que esté casada contigo no significa que puedas mandar en las decisiones que tomo en mi vida. -¿Por qué quieres renunciar? ¿Acaso no te gusta trabajar conmigo? -No es eso, Dante. Solo que nuestro matrimonio va en picada y el día que te canses de mí, tampoco me vas a querer tener aquí. Entonces, si eso llegara a pasar, prefiero tener ya un empleo estable.- Veo cómo se le transforma la cara. -¿Piensas que voy a terminar nuestro matrimonio? -Si las cosas siguen así, alguno de los dos terminará pidiendo el divorcio. -¿Serías capaz de hacerlo?-Si llega el punto en el que esto es insostenible, lo haré - Dante pone una cara de dolido pero toma aire y luego me mira. -Está bien, Valerie, haz lo que quieras. De todas formas, nunca me tienes en cuenta para nada. -¡El que nunca me tiene en cuenta eres tú! Lo único que haces
DANTE Estoy en la oficina intentando concentrarme, pero después de todo lo que ha pasado con Val no he podido hacerlo. No entiendo por qué renunció y se fue a trabajar con ese amiguito que ni conozco, aunque bueno, sé que en parte todo lo que está pasando es culpa mía. Pero ella debe entender que Lorena es mi socia y no puedo romper vínculos con ella. -Hola, Dante - Lorena entra con un vestido rojo y un escote bastante revelador. Antes me hubiera parecido la mujer más sexy del mundo, pero ahora mis ojos solo pueden apreciar a mi bella esposa. -Hola, Lorena, pasa - esta se sienta y se cruza las piernas, revelando un poco más. -Dante, necesitamos revisar unos costos para la junta que viene con los socios. -Sí, claro - le pido a Sofía que traiga los documentos que hay que revisar. -Señor, aquí tiene. -Gracias, Sofía, puedes retirarte - Lorena y yo comenzamos a trabajar, pero ella saca el tema de Val. -¿Y cómo va tu matrimonio? -Esas son cosas que a ti no deben importarte, Lorena
Llevo ya dos semanas fuera del hospital, afortunadamente mis heridas sanaron bien y hoy por fin iré a mi trabajo. Me pongo mi ropa y me maquillo un poco. Bajo a desayunar y ahí me encuentro a Dante, que cuando me ve, me mira algo confundido. - ¿A dónde vas? - me siento a su lado y doy un bocado a mi fruta. - A trabajar al hotel. - Aún no estás recuperada. - El doctor ya me dio de alta para retomar mis actividades. - Val, no quiero que trabajes en ese hotel. Vuelve a la oficina - doy un suspiro y lo miro cansada. - No, no pienso volver, es lo mejor. - Está bien, pero mis hombres van contigo. - Ok - desayunamos y luego cada uno toma su rumbo. Al llegar al hotel, Max me recibe con un abrazo. - Me alegra tenerte aquí. - A mí me alegra poder trabajar, gracias por esta oportunidad. - No hay de qué, ven, yo te muestro tu oficina - me muestra una hermosa oficina con una vista maravillosa - ¿Te gusta? - ¡Me encanta! - Bueno, te dejo para que te instales y más tarde te mandaré tu p
Cuando menciono la palabra "divorcio", la cara de Dante se desfigura por completo, parece como si estuviera en shock porque no es capaz de modular palabra. Luego de un incómodo silencio, reacciona. - Eso no pasará, Valerie - comienza a caminar de un lado a otro, pasándose la mano por el cabello. - Tú no puedes dejarme. - ¿Entonces qué quieres? ¿Que me quede viendo cómo te revuelcas con tu supuesta socia? Por Dios, Dante, deja de ser imbécil. - Lo que pasó con Lorena fue un error, no volverá a pasar. - ¿Ya para qué, Dante? ¿Me traicionaste? Tú que siempre desconfiaste de mí, ¿y mira tú con lo que saliste? - Val, fue un desliz - cuando dice eso, me lleno de ira y le suelto una cachetada que lo deja algo aturdido. - Está bien, me lo merecía. ¿Ahora, si me puedes perdonar? - juro que lo quiero matar. - ¡Eres un maldito imbécil, Dante! ¿Acaso crees que es tan fácil? - Val, yo... yo sé que cometí un error, pero no hay por qué separarnos. - Dante, estás demente. ¿Piensas que después d
Cuando digo esas palabras, Dante pone una cara de dolor que me conmueve, pero sé que no puedo ir a consolarlo porque él sabe que la regué. - Dante, ¿por qué mejor te vas? - dice Arturo algo tenso. - ¿Por qué mejor no te vas tú y me dejas hablar con mi esposa? - Arturo me mira esperando que le dé mi aprobación, entonces asiento y él me deja un beso en la cabeza. - Si necesitas algo, no dudes en llamarme. - Para eso me tiene a mí, idiota - miro a Dante para que se calle y luego Arturo se va, dejándonos solos. - ¿Por qué vienes aquí a interrumpir mi trabajo? - ¿Interrumpir tu trabajo? Ni siquiera estabas trabajando, estabas abrazada a ese idiota - en ese momento me acuerdo del ramo y de la tarjeta del demonio, lo que me hace cambiar mi cara por completo a una de miedo y angustia. - ¿Qué pasa, Val? - él se acerca y me acaricia el rostro. - Dime, cariño, ¿qué pasa? – le extiendo la tarjeta y le señalo el ramo. - Esto me pasa – él lee la tarjeta y a medida que lo hace veo cómo su ro
Despierto al sentir unos besos húmedos en mi cuello seguido de unas caricias en mi cuerpo. Cuando abro los ojos, veo a Dante que me mira con una sonrisa. - Buenos días, amor. - Hola - trato de levantarme, pero él me lo impide. - ¿Sigues enojada? - No, Dante, no estoy enojada, estoy dolida. Eso es diferente. Me traicionaste, y esas cosas no se olvidan así de fácil. - Val, ¿qué quieres que haga para que me perdones? - Tal vez que me des el divorcio - él cambia su expresión y se pone serio. - Pide lo que quieras, menos eso - me levanto de la cama como un resorte y, antes de entrar al baño, lo miro con ganas de asesinarlo. - Entonces, si no me puedes dar el divorcio, no quiero nada más - me meto a la ducha y, luego de media hora, salgo encontrándome con Dante sentado en la cama. Decido pasar derecho y buscar la ropa. Me coloco un vestido ceñido al cuerpo y, al parecer, no pasó desapercibida, ya que él me mira de arriba abajo. - ¿Piensas ir así vestida? - me volteo para mirarlo con
DANTE Entro con Val en brazos pidiendo ayuda en el hospital. La herida me duele un poco y me siento mareado, pero mi pequeña es lo primero. Las enfermeras me pasan una camilla y ahí la acuestan. En ese momento me doy cuenta de que mi camisa está llena de sangre, supongo que es mía y también de Valerie. - Señor, hay que atenderle esa herida – dice Lucas. - Necesito saber que ella está bien. - Señor, está sangrando mucho y si se desangra ya no podrá saber cómo está ella. Deje que un médico lo atienda – a regañadientes dejo que un médico me atienda para sacar la bala. Afortunadamente, no perforó tanto; solo me coloca una gasa y algo para mantener quieto el brazo. - Doctor, necesito ver cómo está mi esposa – trato de levantarme, pero todo me da vueltas. - Señor Giordiano, no se puede parar. Está muy débil, perdió mucha sangre. - No, necesito saber cómo está mi esposa, carajo – cuando intento levantarme, entran dos enfermeros y me sostienen. - Señor, no me haga colocarle un calmante
Dos meses después - Vamos, cariño, tú puedes – Dante me alienta mientras doy varios pasos con mi bastón. - Mira cómo voy de rápido – le digo animada, ya que después de tanto tiempo de caminar raro ahora camino mucho mejor. - Eso, cariño, vas excelente – Dante camina a mi lado por si me caigo, él siempre cuidando de mí. – Ya estás cerca, vamos nena – doy otros pasos más hasta que llego al punto donde acordamos. - ¡Sí! ¡Llegué, mi amor! – como una loca, me tiro encima de él y este me recibe dando vueltas conmigo por toda la sala. - Te dije que podías. - Gracias. - ¿Por qué me agradeces? - Por acompañarme durante todo este duro proceso, por aguantar mis llantos en la noche a causa del dolor y también mis días donde tenía un genio del demonio – este acaricia mi mejilla y me sonríe. - Es lo mínimo que debía hacer después de lo que tú hiciste, todo lo hice con todo el amor del mundo. Además, tengo entendido que nuestros votos decían estar en la salud y en la enfermedad. - Lo sé, pe