Meses después. La vida en Europa ha sido una experiencia completamente distinta a todo lo que conocía. Cada día me despierto maravillada por la belleza de los paisajes que me rodean y la riqueza cultural que impregna cada rincón de este continente.El clima, aunque variable, me ha sorprendido con sus encantos. Los veranos cálidos y luminosos contrastan con los inviernos nevados y mágicos. Cada estación trae consigo una nueva paleta de colores y sensaciones que me cautivan y me hacen apreciar la diversidad de la naturaleza. Amo el arte en todas sus expresiones y venir aquí me dió la fuerte motivación de dedicarme más a una carrera que tenía olvidada, reservada para algún tiempo futuro. Los estudios de las artes. Así que sentada frente a mi computador reacciono con una honda emoción cuando veo que a mi correo llegó una oportunidad de trabajo espléndida. Miro a Dayanna que juega en la alfombra con los niños, Jayden y Jordan. Están muy grandes. Empiezan a gatear y ella reacciona divertida
Enseguida subo las escaleras con los bebés en brazos. Dayanna me sigue de cerca, me siento muy confundida ante el timbre del teléfono que no para de sonar no sé por qué rayos me busca fuí lo suficientemente clara con él. —No pretenderás contestarle, Laura, ¿ o sí? recuerda todo lo que te hizo vivir. Por favor, no retrocedas ahora, mira todo lo que has logrado—dice detrás de mí Dayanna. Me detengo y la miro con gesto inquieto. Ella respira hondo, toma los niños, los lleva a su habitación y me deja sola con el teléfono en mi mano. Camino perpleja a mi habitación enseguida, mi corazón parece querer salirse de mi pecho. Mis manos tiemblan con fuerza y miles de recuerdos desagradables me invaden, pero por alguna fuerza superior, esta vez atiendo la llamada.«No entiendo para que me llamas ¿no puedes entender que no deseo hablar contigo?» digo fingiendo indiferencia cuando la realidad es que al escuchar su respiración mi coraza se desmorona.«Laura, por favor, por favor , te ruego q
Tomo el paraguas con gesto agradecido y aún sorprendida por la coincidencia de encontrarme aquí con este hombre. Como si este continente fuera demasiado pequeño. — Gracias, es muy amable de su parte, soy Laura. —Claro. Soy German, estabas ese día mostrando tu prueba por el puesto de perita en obras de arte antiguas. Puedo observar que eres buena— Creo ruborizar ante su halago como tonta quinceañera. — Si, me parece haberlo visto también a usted en ese lugar— sonríe cortés y se va. Según tiene algo que atender. Sigo leyendo a los niños y pronto ambos se duermen. Miro con disimulo a unas mesas más allá y puedo observar a ese hombre acompañado de una mujer con aspecto encumbrado. ¿Estará en una entrevista o algo asi? Tal vez busca empleo. Espero también pueda conseguir algo. Me distraigo leyendo para mí un poco y entonces me doy cuenta de que la lluvia ha cesado. Aprovecho de ir y tomar un taxi. Aunque no estoy lejos, si llueve de nuevo mis bebés corren riesgo de mojarse y enfermar.
El día siguiente aproveché de pasarlo con mis niños. Estaba ansiosa y muy emocionada por ir a esa subasta tan importante dónde tendría la oportunidad de destacar aún más mis conocimientos sobre el tema. Me encanta, me apasiona describir cada detalle de una obra de arte como lo que es, maravillosa obra digna de destacar y de elogiar. Al llegar la noche estoy lista esperando a que mi jefe pase por mí cómo dijo qué haria. Decidí darle el día libre a Marie ya que Dayanna estara en casa durante las noche. Ella insistió en quedarse con los bebés. De pronto el timbre suena, me levanto enseguida para abrir y ahí está él. el señor Germán muy elegante y con esa mirada de arrojo y de éxito brillando en sus pupilas. Me mira sin disimulo como barriendo mi silueta. Entonces muestra una sonrisa de satisfacción. Me he colocado un vestido ceñido al cuerpo en color azul cielo con escote en v y unos zapatos elegantes a juego con mi cartera. Dayanna me ayudó con el peinado y el maquillaje, al
Estamos a punto de detenernos y así enfrentar su atrevimiento, pero una patrulla de la policía hace su trabajo. Detiene su auto que nos seguía a alta velocidad. Respiro hondo y mi jefe me mira. Entonces aprovecha de perderlo de vista. —¿Eso que fue Laura? Te vas sin avisar y ni siquiera tienes la cortesía de despedirte de los clientes, entonces te veo en medio de la calle discutiendo con un hombre. ¿Sabes cómo deja eso a mi empresa? — reclama mi jefe cuando nos bajamos del auto mientras su chófer aguarda al volante. Bajo la mirada muy avergonzada. Entonces respiro hondo. Cuando miro su mano veo en su dedo una argolla. Está casado. Pienso y elevo mi mirada a sus ojos. — Le suplico señor Morris que me perdone. Le aseguro que esto no volverá a suceder. —Eso espero Laura, no seré demasiado condencendiente la próxima vez— asiento muy afectada. No esperé encontrarme con mi ex esposo en este lugar tan lejano. Creí que aquí jamás me encontraría. Él sonríe luego un poco más relajado. —Ve y
Entro a la casa y miro a Dayanna. Ella se levanta de frente de su laptop al verme llegar con gesto afectado. Estoy a punto de llorar con impotencia y no puedo hablar ahora. Dejo a los bebés y corro para esconderme en mi habitación. Ella parece comprender y se queda abajo mirándome mientras toma a uno de los niños. «Sabía que algún día me ibas a pagar la humillación de irte y abandonarme llevándote a mis hijos contigo, como disfruto imaginando tu estúpida cara leyendo estas palabras ahora mismo, no me interesan esos bastardos, para mí , tú siempre serás una asesina, Laura» vuelvo a leer ese mensaje tan lleno de vileza y maldad. Lloro desesperada por haber sido tan imbécil. ¿Cómo pudo burlarse así de mí? ¿De mis buenas intenciones? Entonces me doy cuenta que también ha enviado un archivo. Con el corazón aplastado lo abro mientras mis manos tiemblan sin control. Mis ojos se abren como platos. Es Julián haciendo el amor con otra mujer. Cierro mis ojos con dolor. Entonces algo pasa dentr
Lo miro con desconcierto. Él sonríe leve. — Bienvenida a Canadá , Laura. —¿ Cómo te atreves? ¿Sabes que puedo acusarte de secuestro verdad? Deten de inmediato este auto por favor— digo queriendo parecer firme y segura cuando lo que estoy es muy asustada. Mi corazón salta con brusquedad y todo mi ser tiembla. —Solo pretendo que hablemos Laura. Por favor— Mis lágrimas están a punto de salir cuando siento un rebullicio de emociones, amor por él porque lo amo y me duele hacerlo y enojo por su descaro. ¿Qué busca conmigo si ya dejó claro que solo disfruta haciéndome daño?—¿Qué eres Julián? ¿Una especie de psicópata acaso? Deten ya el auto.— Trate de ir, lo juro. Quería ir y estar con ellos— Entonces un gesto diferente condensa su rostro cuando los observa y por un instante pareciera detenerse el mundo mientras mira con atención a mis pequeños. Suspira y me mira de nuevo. —Me quiero bajar— digo en tono amenazante. Él hace una negación. — Laura. Se que estás enojada y te sientes mal por
Oh— Es lo único que digo. Él se acerca. —Ven pequeñín, volverán loca a su madre…¿Es vómito?— pregunta con cara de asco mirando la mancha en mi camisa y alejando con sus dos brazos a mi bebé de sí. Siento que mi cara se pone roja. Entonces sonríe comprensivo y toma al otro bebé con gesto caritativo. Cierro la puerta y acomodo los mechones sueltos. Su cara sigue como si hubiera probado limón muy ácido. Entonces tomo un pañuelo y limpio mi camisa. Le sonrío habiendo hecho mi tarea y él devuelve el gesto. —Gracias— digo. Acomodo las carriolas y él coloca a los bebés. Suelto aire fatigada y me acuerdo del taxista. Lo llamo y contesta. « No tengo tiempo para perderlo con personas sin seriedad»cuelga. Respiro hondo. —Parece que alguien aquí la está pasando mal— dice mi guapísimo vecino. —Soy mujer. Podemos con todo— camino empujando las carriolas hasta el ascensor. Él entra justo conmigo y la puerta se cierra. — Si, pude notarlo hace un momento —dice con ironía. — Evans Preston. Es