64.
Hay un pequeño silencio. Duele ver que los mismos ojos que hasta ahora me habían mirado con lo que quiero pensar que es amor, curiosidad y, en algunos momentos, ganas de que deje este mundo, ahora me observan con una mezcla de decepción, dolor y otras emociones que no puedo identificar.

—Cosita, yo...

—Voy a volver a dormir —ella intenta irse, pero yo la detengo sujetando su muñeca con cuidado.

—Cosita, no es bueno posponer una conversación de este tipo. Es importante que hablemos.

—Pero tampoco es bueno hablar cuando estás enojado, dices cosas que no quieres decir.

—¿Estás enojada?

—No, es solo un ejemplo, pero tú entiendes. —La suelto—. Gracias, prometo que hablaremos hoy.

Yo no digo nada y la veo alejarse. No vuelvo a su dormitorio. Me siento en el mueble mientras muerdo mi labio. Esto no debió salir así, pero es normal su reacción. Nuestros lobos no pueden entender, o mejor dicho, no tienen la capacidad de separar el hecho de que su mate haya estado con otro ser, aun cuando pudo ha
Asíntota

¿Qué pasara ahora? Lo sabremos mañana en el siguiente capitulo.

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