Natacha colgó el teléfono después de oír el discurso de su vecino del desastre de su empresa y de la bancarrota que le esperaba. Había tenido la osadía de pedirle el dinero que había pagado por Silver cuando era pequeña pero de dónde ella lo sacaría. Lo había gastado hacía mucho, así que había ignorado casi toda la conversación. Ahora estaba tan molesta que agarró el búcaro y lo tiró contra el espejo. El sonido de los cristales quebrándose invadió la sala seguido de un grito.
-Maldita desagradecida, te mantuve todos estos años y así es como me pagas. Perra imbécil- se llevó las manos a la cabeza y rompió en llanto –Por qué me haces esto Silver. Por qué, primero el maldito de tu padre alfa que me
Zacarias sonreía. Eran pocas las veces que podía ver su amigo fuera de control, con todas sus feromonas descontroladas invadiendo todo el lugar agresivamente. Eso...era bueno para la salud. Falcon siempre había sido un alfa lo que se podía decir pasivo. No buscaba conflictos y aunque no se dejaba opacar por otro alfa buscaba los medios menos violentos para tratar con las cosas. Muy contrario a él.No entendía como ellos, teniendo personalidades tan diferentes pudieron llevarse relativamente bien, compartir cama y mujeres y tener una amistad que tendría algunos años. Quizás era por uno ser muy violento e impulsivo y el otro la llama que lo aplacara. Pero ahora, lo que tenía delante de él era un alfa en toda efervescencia porque nadie debía tocar el o la omega de un alfa. NADIE.
Falcon enterró su cabeza entre sus manos mientras Zacarias estaba dentro de la pequeña tienda de 24 horas comprando algunas cosas. Nunca en su vida había perdido el control de aquella bestial manera y se sentía tan extraño pero no repulsivo. Es que eso era lo era él. Un alfa. Se había reprimido tanto durante los últimos años que había explotado al haberle tocado a su omega.Los dedos heridos se apretaron sobre su cabello. Apenas recordaba lo que había hecho dentro del almacén. Sabía que había disfrutado golpeando al bastardo que osó tocar a su pareja pero la manera en que lo hizo era algo que en su mente no se proyectaba.Alzo la cabeza cuando el otro alfa volvió al auto y se sentó buscando algo dentro de la bolsa.
Erika se quedó en shock después de oír aquellas palabras proviniendo del mismo alfa que conocía hace tiempo. O ella estaba medio dormida todavía y estaba teniendo alucinaciones o a Zacarias realmente le ocurría algo.Agarró la crema corporal y se trepó en la cama acercándose a él. El cuerpo del alfa era realmente grande en comparación con el suyo y no solo por su altura. Su ancha e irregular espalda por los músculos desarrollados, que descendía en una estrecha cintura, unas nalgas redondeadas perfectas que rogaban ser agarradas con fuerza y unas largas y fibrosas piernas. Era el alfa que todo o toda omega quisiera como su pareja. Y allí desnudo entre sus sábanas era toda una deliciosa tentación, más ella no se hizo ilusiones.
Cuatro días después le dieron el alta a Silver del hospital para terminar su reposo en la casa. Falcon esa mañana había dejado todo listo en la empresa, la presentación del producto final del proyecto para llevar a producción sería al día siguiente y quería verificar que todo estuviera en perfecto estado. Si todo salía como lo había planificado pues la semana de más arriba el nombre de su empresa estaría en varios diarios del país. Leo se encargaría de lo demás, tener una mano derecha como él era lo mejor que podía pedir, el beta era demasiado eficiente y se quedaba corto con la frase.Aparcó el carro y después de pasar por la recepción se dirigió a la habitación de su omega. Deseaba verla, incluso más desde que la hab&iac
-Nolan- su nombre salió de sus labios impresionada. Hacía años que no se veían.El alfa sonrió y sin pedir permiso se sentó en el asiento delante de ella. Era alto, quizás no como Falcon o como Zacarias, bueno, él no era un buen ejemplo, él estaba en la cúspide así que lo descartó. Su cabello era castaño recortado aristocráticamente y peinado hacia atrás. Sus ojos eran de un color miel rodeado de espesas pestañas. Mandíbula fuerte, hombros anchos, cintura estrecha. Un buen espécimen de alfa que se había desarrollado en los últimos años que no se habían visto.Nolan levantó la mano y llamó a la dependienta a la que le pidió algo que Erika no escuchó, enderez&
Zacarias recorrió la espalda de la omega sobre sus muslos y la abrazó fuerte contra él conteniendo sus impulsos y celos. Dejó salir sus feromonas llenando toda la habitación y empapando con estas a la mujer dejándola como una gelatina contra él, suave y casi sin sentido sin que esta reclamara. Quería, no, necesitaba borrar aquel asqueroso olor de alfa sobre la omega, su omega. Solo de pensar que otro la tocaba hacía que quisiera sacar sus colmillos, allí mismo.Con su nariz acarició la cabeza de Erika por largo rato hasta que ella se movió suave contra su pecho y ronroneó. Un sonido peligroso y que le hizo al alfa utilizar más fuerza que la que pensaba para mantener el control.-¿Ya estás más tranquila chiquita?- murmur
Zacarias era de los que había pocas cosas que pudieran que pudieran asombrarlo pero ahora estaba estupefacto. Tuvo que pestañear varias veces impresionado. Vaya caso de omega extraño tenía delante de él. Tres veces celos en el mismo mes. Cómo demonios era capaz de soportarlo sin un alfa al lado. Los celos eran más fuertes sino eran aplacados por medicamentos o simplemente por el sexo y las feromonas de los alfas.-Me has dejado sin palabras- fue lo único que pudo decir pero solo ocasionó que la depresión se reflejara con más fuerza en el rostro de la omega.Como alfa se sintió mal ver aquello, un omega deprimido era inestablemente peligroso y podían hacer cosas que atentaran contra su vida.
Zacarias se giró completamente hacia la omega que era un manojo de temblores y parecía entrada en un ataque de pánico. La comprendió, dos alfas cerca de un omega en celo, solo tenía un resultado, lástima que él era un alfa de calidad, él escogía sus parejas de cama, no necesitaba aprovecharse de omegas indefensas. Aun así a su nariz llegó un delicioso olor a manzana y canela que lo dejó tieso por unos segundos. Era una fragancia aunque fuerte, ligera a la vez, como si pudiera aspirarla tanto tiempo hasta embriagarse a la locura.Vaya, aquella omega seguía sorprendiéndolo, era anormal encontrar alguien con el olor tan fino y delicado. Se acercó con calma a la mujer y se arrodilló frente a ella. Hacerlo solo hizo que el olor se volviera más fuerte y por primera vez pens&oa