Falcon enterró su cabeza entre sus manos mientras Zacarias estaba dentro de la pequeña tienda de 24 horas comprando algunas cosas. Nunca en su vida había perdido el control de aquella bestial manera y se sentía tan extraño pero no repulsivo. Es que eso era lo era él. Un alfa. Se había reprimido tanto durante los últimos años que había explotado al haberle tocado a su omega.
Los dedos heridos se apretaron sobre su cabello. Apenas recordaba lo que había hecho dentro del almacén. Sabía que había disfrutado golpeando al bastardo que osó tocar a su pareja pero la manera en que lo hizo era algo que en su mente no se proyectaba.
Alzo la cabeza cuando el otro alfa volvió al auto y se sentó buscando algo dentro de la bolsa.
Erika se quedó en shock después de oír aquellas palabras proviniendo del mismo alfa que conocía hace tiempo. O ella estaba medio dormida todavía y estaba teniendo alucinaciones o a Zacarias realmente le ocurría algo.Agarró la crema corporal y se trepó en la cama acercándose a él. El cuerpo del alfa era realmente grande en comparación con el suyo y no solo por su altura. Su ancha e irregular espalda por los músculos desarrollados, que descendía en una estrecha cintura, unas nalgas redondeadas perfectas que rogaban ser agarradas con fuerza y unas largas y fibrosas piernas. Era el alfa que todo o toda omega quisiera como su pareja. Y allí desnudo entre sus sábanas era toda una deliciosa tentación, más ella no se hizo ilusiones.
Cuatro días después le dieron el alta a Silver del hospital para terminar su reposo en la casa. Falcon esa mañana había dejado todo listo en la empresa, la presentación del producto final del proyecto para llevar a producción sería al día siguiente y quería verificar que todo estuviera en perfecto estado. Si todo salía como lo había planificado pues la semana de más arriba el nombre de su empresa estaría en varios diarios del país. Leo se encargaría de lo demás, tener una mano derecha como él era lo mejor que podía pedir, el beta era demasiado eficiente y se quedaba corto con la frase.Aparcó el carro y después de pasar por la recepción se dirigió a la habitación de su omega. Deseaba verla, incluso más desde que la hab&iac
-Nolan- su nombre salió de sus labios impresionada. Hacía años que no se veían.El alfa sonrió y sin pedir permiso se sentó en el asiento delante de ella. Era alto, quizás no como Falcon o como Zacarias, bueno, él no era un buen ejemplo, él estaba en la cúspide así que lo descartó. Su cabello era castaño recortado aristocráticamente y peinado hacia atrás. Sus ojos eran de un color miel rodeado de espesas pestañas. Mandíbula fuerte, hombros anchos, cintura estrecha. Un buen espécimen de alfa que se había desarrollado en los últimos años que no se habían visto.Nolan levantó la mano y llamó a la dependienta a la que le pidió algo que Erika no escuchó, enderez&
Zacarias recorrió la espalda de la omega sobre sus muslos y la abrazó fuerte contra él conteniendo sus impulsos y celos. Dejó salir sus feromonas llenando toda la habitación y empapando con estas a la mujer dejándola como una gelatina contra él, suave y casi sin sentido sin que esta reclamara. Quería, no, necesitaba borrar aquel asqueroso olor de alfa sobre la omega, su omega. Solo de pensar que otro la tocaba hacía que quisiera sacar sus colmillos, allí mismo.Con su nariz acarició la cabeza de Erika por largo rato hasta que ella se movió suave contra su pecho y ronroneó. Un sonido peligroso y que le hizo al alfa utilizar más fuerza que la que pensaba para mantener el control.-¿Ya estás más tranquila chiquita?- murmur
Zacarias era de los que había pocas cosas que pudieran que pudieran asombrarlo pero ahora estaba estupefacto. Tuvo que pestañear varias veces impresionado. Vaya caso de omega extraño tenía delante de él. Tres veces celos en el mismo mes. Cómo demonios era capaz de soportarlo sin un alfa al lado. Los celos eran más fuertes sino eran aplacados por medicamentos o simplemente por el sexo y las feromonas de los alfas.-Me has dejado sin palabras- fue lo único que pudo decir pero solo ocasionó que la depresión se reflejara con más fuerza en el rostro de la omega.Como alfa se sintió mal ver aquello, un omega deprimido era inestablemente peligroso y podían hacer cosas que atentaran contra su vida.
Zacarias se giró completamente hacia la omega que era un manojo de temblores y parecía entrada en un ataque de pánico. La comprendió, dos alfas cerca de un omega en celo, solo tenía un resultado, lástima que él era un alfa de calidad, él escogía sus parejas de cama, no necesitaba aprovecharse de omegas indefensas. Aun así a su nariz llegó un delicioso olor a manzana y canela que lo dejó tieso por unos segundos. Era una fragancia aunque fuerte, ligera a la vez, como si pudiera aspirarla tanto tiempo hasta embriagarse a la locura.Vaya, aquella omega seguía sorprendiéndolo, era anormal encontrar alguien con el olor tan fino y delicado. Se acercó con calma a la mujer y se arrodilló frente a ella. Hacerlo solo hizo que el olor se volviera más fuerte y por primera vez pens&oa
El cuerpo completo de Zacarias temblaba, tanto que le costaba terminar de quitarle la ropa a aquella endemoniaba omega que su olor lo estaba volviendo loco. Había mandado su control de vacaciones, pero su conciencia insistía en acompañarlo y eso no presagiaba nada bueno.Mordió y lamió el lóbulo de la omega mientras ellas se retorcía bajo su cuerpo friccionando cada zona que pudiera alcanzar, era como si ella estuviera solo en una nebulosa de placer. Zacarias apretó su cadera contra la de ella entre sus piernas buscando algo de alivio que no llegaba, mientras más tiempo pasaba con ella más duro se ponía.La ansiedad pudo con él y al no tener resultados intentando quitar la ropa de forma civilizada la arrancó dejando solo la ropa interior blanca. L
Zacarias se removió entre las sábanas y se incorporó sobre un codo dejando a la vista su bien formado torso, abdominales y la insinuación del recorrido por debajo de su ombligo sabiendo la reacción de las mujeres por su cuerpo. Pero solo recibió un leve chillido que aturdió sus oídos y acto seguido la omega se encontró completamente desnuda en el suelo con un rostro conmocionado. Vaya, esa no se la esperaba. Tal vez la impresión había sido demasiada.El alfa se corrió el cabello hacia atrás y se arrastró hasta el borde de la cama recargando su rostro sobre su palma.-¿Y bien preciosa. No tienes nada que preguntarme?-Ella afirmó con la cabeza, luego negó, para despu&ea