Y entonces cada noche, yo bajaba media escalera y caía rendido ante los escalones, porque mi cama ya no era lugar suficiente para refugiarme, porque mi hermana ya había tenido suficiente de mis dramas, aunque fuera yo, aquel que creía que era impredecible, aquel que creía ser espontáneo, el que había caído en una rutina, en una larga y vergonzosa rutina.
Cada aproximadamente ocho meses venía a refugiarme con mi familia, si no era con mi madre era con mi hermana, y ahora… ya sólo puedo refugiarme con mi hermana.
Todo comenzó cuando renuncié a mi trabajo, por enésima vez yo creo, como siempre corrí con la cola entre las patas a ver a mi hermana, no importaba si era mañana, tarde o noche; ella siempre abría esa puerta para mí, su pequeño hermano menor, que no tenía amigos, pareja o hijos que lo mantuvieran estable ante una crisis, era noche, (cerca de las doce imagino) cuando toqué a su puerta para molestarla, tardó un par de intentos el hacer que se levantara, pero al cabo de unos cuantos minutos al fin abrió la puerta. Yo entré sin pedir permiso tan pronto ella haló para sí el pórtico, casi gritando y exasperado de que en realidad nadie podía ver lo que en verdad yo sí podía. Mi hermana, como era la costumbre, me trataba calmada y pacíficamente ante mi desesperación, me preguntaba una y otra vez si me encontraba bien pero siempre en un tono pacífico que buscaba hacerme volver en sí, en lugar de hacerme explotar.
Esa vez, como una de tantas veces estoy seguro, le dije que ahora sí era definitivo, que esa vez al fin me desharía de lo que tanto estrés había traído a mi vida y, que al fin pondría en práctica la profesión que había estudiado, obviamente después de tomarme una semana, o mes, sabático/a. Mi hermana como era de costumbre me preguntaba amablemente que había sucedido ahora, y me decía que todo estaría bien, que pasara la noche allí y que por la mañana habláramos tranquilamente, ya que era tarde y ella tenía que llevar a mis sobrinos a la escuela al día siguiente.
Yo suelo ser una persona desapegada a todo y a todos, con la excepción de mi familia (que yo considero es lo más importante que tengo en el mundo) así que ahora que sólo me quedaba mi hermana yo velaría por ella y por mis sobrinos, que, a falta de una figura paterna, me consideraban como parte íntegra de su familia.
Las horas transcurrían, pero no había indicio alguno de sueño en mi rostro, cansancio había, tristeza, frustración, decepción e incluso ira, pero el insomnio no parecía querer apartarse de mi lado, así que, como todo buen hombre con ganas de empezar una nueva etapa en su vida, me levanté de la cama, tomé mis llaves y salí con todas las ganas de superarme a mí mismo, mi impulsividad no me permitía ver que eran cerca de las 2am y, por lo tanto, parecía una buena idea.
Llegué a casa cerca de las 3 am, seguramente mi hermana no se había percatado de mi ausencia, ya que no tenía ninguna llamada por parte de ella, la verdad es que en realidad no sabía lo que hacía, los planes en mi cabeza eran desorganizados, pero tenían sentido para mí, tomé algunas de mis cosas, las subí a la camioneta y comencé a divagar a cerca de una vida ideal junto a mi hermana, habíamos sido muy unidos desde pequeños, y ahora, ella no tenía a nadie a su lado, ella ya me había ofrecido varias veces el quedarme en su casa por un tiempo y creo que ésta vez le tomaría la palabra. Mi casa era un poco más grande, y a mis sobrinos les gustaba ir allí, supongo que si era temporal no importaba, pero si ésta situación se alargaba intentaría traerlos aquí. Eso y más pasaba por mi mente mientras terminaba de cargar las cosas a la camioneta, recordé que mi hermana había tenido problemas con unas tomas de agua de su casa, así que mi última parada antes de partir a dónde mi hermana, era mi cobertizo.
Estaba oscuro, y realmente hacía mucho frío, mi cobertizo no es muy grande, y a diferencia de otros está separado de la casa, a unos veinte metros al lado izquierdo de la casa y allí sólo guardaba una motocicleta y algunas cosas que creía me servirían algún día. Ya que no suelo colocar cosas realmente importantes allí, nunca fui muy cuidadoso en cuanto a su cerradura, pero estaba seguro de que, como mínimo, siempre le colocaba su pequeño candado como precaución, pero esta vez, algo perturbó mi pensamiento, estando allí, parado a cinco metros de mi cobertizo, alumbrando directamente a la puerta, me podía percatar de no sólo la ausencia del candado, sino que la puerta estaba entre abierta.
Estuve titubeando al menos un minuto, creo, hasta que me percaté de que el plan de acción más efectivo era el ser lo más cauto posible y alejarme del lugar sin llamar mucho la atención, así que, apagué la lámpara, y comencé a retroceder lentamente hasta la casa, retrocedí hasta llegar al vehículo y me subí lo más silenciosamente posible. He visto suficientes películas de terror, así que lo primero que hice fue darme la vuelta para cerciorarme de que estaba completamente sólo en la camioneta, alumbré el asiento trasero, y lo más que pude de la cajuela sin percatarme de nada raro, pensé que lo siguiente podría ser el llamar a la policía, pero, ¿qué reportaría?, no había visto nada en realidad, y no había estado en casa en todo el día, así que no podía estar completamente seguro de que yo había cerrado el cobertizo la última vez que vine, y por alguna extraña razón, decidí esperar en el auto, sabía que si en realidad no había nadie allí, nada pasaría, y que si alguien había entrado a robar algo, tendría que salir tarde o temprano.
Además, estaba seguro de que la motocicleta en el cobertizo no tenía combustible, así que era imposible que alguien la encendiera. Sólo quedaba esperar.
Los minutos pasaban, y con ellos se iba mi paciencia lentamente, - “Probablemente no hay nadie allí” – comencé a pensar una y otra vez mientras mi mente intentaba recordar el haber dejado abierta la puerta.
Cuando menos lo esperé, el reloj ya marcaba las 5am, lo que parecía indicar que no había nadie allí, había sido una fría noche como para haberla pasado en el auto, pero un grupo de sábanas había ayudado mucho, ya al borde de la desesperación, tomé uno de los puros que había obtenido de mi casa y salí enfrentando el frío amanecer. Llegué al cobertizo sin hacer mucho escándalo, y mi puerta se abrió casi sin hacer ruido, todo parecía en orden, un poco de cosas tiradas por aquí, otras pocas por allá y la moto estorbando justo en medio de la habitación, encendí la bombilla y la inquietud se alejó de mi mente por un momento, comencé a buscar las herramientas que necesitaría para ayudar a mi hermana en su casa y de una en una las fui recolectando, caminé a lo largo de la habitación en busca de una llave inglesa que yo sabía que tenía por algún sitio, pasé junto a las escaleras y de pronto alguien saltó sobre mí, caí al suelo como costal de papas y me protegí la cara como pude, de pronto sentí un dolor punzante en mi costado, después otro cerca de mi pecho, podía sentir algo incrustado en mi pecho, pero seguía desesperado por quitarme de encima a el agresor, tomé toda la fuerza que me quedaba, entre forcejeos localicé lo que parecía ser su cabeza y la empuje lo más posible para quitarla de encima, un cabello largo y lacio cubría mi cara, que estaba justo debajo de la suya, así que supuse que se trataba de una mujer, pero una mujer demasiado fuerte al parecer, en exceso diría yo. A esas alturas ya no sabía si era un él, una ella y si él o ella tenía mucha fuerza o simplemente el dolor en mis heridas me había mermado toda la fuerza del cuerpo. Mi esfuerzo parecía vano, y ahora las manos del agresor sujetaban mi cabeza contra el suelo, una por el cuello y el otro brazo se apoyaba en toda su extensión en mi pecho, por un pequeño momento me percaté que mis heridas seguían siendo perforadas por las armas de mi agresor, pensando que había dejado las armas incrustadas, ya que sus manos estaban ocupadas, decidí tomarlas para defensa propia, pero ninguna de las dos cedía, además de que no parecían cuchillas o herramientas, se asemejaban más a barras metálicas planas. Mis primeras lágrimas surgieron de mis ojos mientras sentía que mis manos se tornaban frías y sin fuerzas, de pronto el frío era más intenso, o así me parecía, mis ojos veían borroso, pero no sé si era por mis lágrimas o por la pérdida de oxígeno, o de sangre, o las mil y un cosas que podían estar matándome en ese momento.
Estaba a punto de morir, podía sentirlo, mi garganta estaba demasiado lastimada como para hablar, me pareció ver a mi atacante desfalleciendo a mi lado, lo confirmé con la sensación de liberación en mi abdomen, que ahora podía moverse, libre del peso que antes tenía encima, intenté desesperadamente mover cualquier parte de mi cuerpo, pero fue inútil, me faltaba la respiración y comenzaba a ahogarme con mi propia sangre. Intenté inhalar aire por la boca sólo causando una peor sensación de ahogamiento. Mi atacante pareció sorprenderse de que yo siguiera con vida ya que se levantó rápidamente del suelo y se colocó en cuclillas junto a mí.
Allí pude verla por primera vez, era una mujer, pelo negro y joven, fue lo único que pude deducir de su apariencia, ya que, aunque mi cuerpo no se movía, yo intentaba desesperadamente alejarme de ella.
Sus ojos se abrieron como platos al verme muriendo, lo que me produjo una extraña sensación de pánico, pero, de pronto parecía asustada y profundamente confundida.
- ¡Rayos!, no, no, no, no, ¡no mueras!, hey, hey, no cierres los ojos, aguanta.
Ella seguía exclamando en un tono bajo mientras me colocaba de costado y me daba pequeñas palmadas en las mejillas para mantenerme consciente, todo era muy confuso en ese momento, y el dolor demasiado grande, no sabía que pasaba exactamente y realmente me asustaba la idea de morir. Era extraño, verla allí intentando salvarme de algo que ella misma había provocado. Le temía, estaba seguro, aunque la sola idea de la muerte hacía que me aferrara a quien sea, con tal de evitarla, era una terrible sensación de desesperación que no se puede describir con palabras. Como pude, la miré fijamente a los ojos, y con un último esfuerzo entre fuerza de voluntad y desesperación llevé mi mano hasta su brazo, y lo tomé con fuerza del abrigo que llevaba, tirando de él, en un gesto que imploraba que no me dejará morir así. Quería pedirle ayuda con todas mis fuerzas, pero mi garganta parecía estar destrozada, así que simplemente comencé a llorar, a llorar cantaros mientras seguramente hacía pucheros intentado inhalar aire, cada vez más desesperadamente mientras sujetaba su brazo, aferrándome a la poca vida que me quedaba, ella me había hecho esto, pero el miedo a la muerte era más grande que el miedo o el rencor que sentía hacía ella.
- Lo siento…
Susurró con lágrimas en los ojos, mientras guardaba mi cabeza entre sus brazos, brindándome un ambiente raramente cálido y pacífico.
Desperté en una habitación en penumbras, sin ningún sonido que perturbara el ambiente, sentía la garganta seca y un poco de migraña, lentamente me incorporé sobre la cama e intenté reconocer la habitación, la oscuridad y la confusión que estaba experimentando hacía bastante difícil la tarea, pero, aun así, estaba seguro de nunca antes haber estado allí.
Mis ojos, finalmente adaptados a la oscuridad me permitieron localizar una puerta cerrada, que parecía ser la salida, miré hacia abajo intentado ver si alguna luz lograba entrar por debajo de la puerta sin éxito alguno, examiné más minuciosamente la habitación, era una habitación grande, de al menos seis metros de largo y otros seis de ancho, recorrí la habitación con la mirada y finalmente me encontré con una ventana, a no más de dos metros a la izquierda de la cama, las cortinas parecían gruesas y dejaban pasar poca luz, lo que dificultaba distinguirlas de una pared. Me giré hacia la derecha, para después rodear la cama hacia la ventana. Mis pies desnudos resintieron el frío contacto con el suelo, pero firmemente me puse de pie. Torpemente avancé rodeando la cama y aunque al caminar me sentía bastante extraño no me detuve hasta estar frente a la ventana, probablemente un poco de luz me daría una mejor perspectiva de dónde estaba (pensé durante un momento). Estando allí, frente a la ventana, pude admirar la altura de la habitación de no más de 3 metros. Busqué la unión de las cortinas en el centro sin tener mucha suerte, así que decidí correrla de un extremo a otro. La luna impactó mi mirada casi de frente llenando la habitación de una preciosa luz pálida, y la ventana antes escondida me daba la perspectiva que necesitaba.
Primero que nada, parecía ser una casa de al menos tres pisos de altura y me parecía estar en la primera planta. La comunidad me parecía desconocida, parecía un área residencial más que nada, aunque me inquietaba más de lo que me tranquilizaba. Mis recuerdos estaban algo confusos en ese entonces, pero, si recordaba algo; había sido algo horrible, pero no lograba recordarlo con claridad. Me giré nuevamente hacia la cama, en busca tal vez de alguna respuesta.
Mi sorpresa fue enorme, al encontrarme cara a cara con un animal al pie de la puerta, no lograba descifrar la clase de animal que era. Fácilmente podía decir que se trataba de un perro, pero eso que estaba allí… no lo era.
Al menos no en los términos en los que los conozco. Su apariencia no era extraña en lo absoluto, perfectamente podría pasar por un zorro, pero el tamaño simplemente no encajaba. Fácilmente alcanzaba el metro ochenta a cuatro patas y eso no es para nada común en ningún cánido conocido por mí. Aquel animal parecía estar profundamente dormido y a primera vista podría parecer inofensivo (si tuviera un tamaño acorde a la especie), pero el simple hecho de tener un tamaño tan imponente me ponía nervioso. Me quedé pasmado, no sé exactamente por cuanto tiempo, pero aseguro que fue más de un minuto, podría haber seguido allí más tiempo, pero el tiempo seguía avanzando, así como la posición de la luna que pronto se encontró iluminando el rostro de aquel apacible animal. Sus párpados se apretaron antes de abrirse poco a poco tras sentir la luz, con sus patas delanteras se tallaba la cara como cuando un cachorro no quiere levantarse. Lentamente el animal comenzó a erguirse sobre sus poderosas patas que parecían más gruesas que mis propios brazos. Se sacudió un poco antes de levantarse por completo. Aquel animal, ya erguido y midiendo al menos dos metros de altura y casi la habitación de largo acercó su gran hocico a mi cara, olfateando tímidamente cada parte de ella, comenzó a rodearme con toda la extensión de su cuerpo, esperé a que se detuviera, ya que, imaginaba yo, no podría seguir avanzando pues mi espalda se encontraba relativamente cerca de la pared. Pero el enorme animal continuó con su danzar, de pronto examiné de nuevo mi alrededor. Todo… era oscuro, podía ver al animal dando vueltas extremadamente lentas frente a mí, pero absolutamente nada más, la ventana, la cama, e incluso el exterior, ya nada estaba allí. En algún punto yo me perdí en la absoluta oscuridad. Era como si el tiempo de pronto no pasara, como si en realidad nada pasara. De pronto reaccioné nuevamente, el majestuoso animal ahora se encontraba directamente frente a mí, cara a cara mirándome fijamente a los ojos con unos hermosos ojos azules.
Un gran pesar se apoderó de mí… Tristeza, impotencia, desesperación, miedo, horror. Simplemente me solté a llorar, como un niño desamparado. La emoción era demasiado para mí, era tanta tristeza como jamás había sentido, como si de pronto estuvieras solo, REALMENTE SOLO.
Nunca había tenido tal sensación, tanta intensidad enfocada en un solo sentimiento, era como estar aislado, completamente apartado de toda tu vida. Podía ver a mi hermana siendo feliz sin mí, a mi madre aún viva y junto a mi padre, pero no podía ver mi rostro en las fotos, todos esos momentos capturados en cámara por algún integrante de la familia seguían allí, pero yo no estaba, y no era el hecho de que fueran felices lo que me ponía triste. Pero si lo hacía el saber de alguna forma, que eran felices por el hecho de yo no estar allí.
Un pequeño alivio apareció en mi interior, una pequeña voz que pensaba – “Bueno, al menos son felices… ¿no? -.
Un sonido familiar me hizo recobrar el sentido, era algo conocido, pero no lograba reconocerlo del todo. Lenta, y torpemente, abrí mis ojos de uno de uno, mientras mis pupilas se adaptaban a la luz que las reflectaba, ese maldito sonido, era algo que no escuchaba desde mis días de secundaria. Un pequeño despertador viejo que utilizaba para levantarme en días de escuela, sacudí un poco la cabeza, me enderecé todo lo posible, procedí a apagar el despertador y solamente en el momento en que el sonido se extinguió fue que noté que algo andaba mal. Miré rápidamente la habitación, unos rayos de luz la iluminaban por completo, después de entrar por una ventana a la derecha del todo. Mi mente comenzó a entrar en pánico inmediatamente puesto a que no creía lo que mis ojos me mostraban en ese preciso momento, estaba de regreso a mi habitación en la casa de mis padres, y todo seguía exactamente igual a como lo recordaba, lo que era completamente imposible, ya que no veía esa habitación desde l
Desperté nuevamente, mi cabeza daba vueltas y estaba algo confundido. Toqué todas las partes de mi cuerpo examinando desesperadamente. Pero… La habitación, nuevamente en esa maldita copia de mi niñez… Mi cuerpo seguía en shock, aunque por mi mente sólo había una cosa; Había fracasado. Aprendí mucho del primer intento, y… del segundo, también del tercero. Aunque cada vez que lo intentaba parecía haber menos retroalimentación para mí mismo. Mi cuenta marcaba 12 días en total, y sólo 5 reinicios. Éstos 5 intentos me habían demostrado alguna que otra cosa, y de ellas podía estar seguro: Cada vez que estaba próximo a una muerte inminente: el ciclo se reiniciaba. Las circunstancias que causaban mi escenario de muerte podían llegar a ser totalmente extremas, llegando incluso a escenarios casi imposibles. El comportamiento de las personas a mi alrededor no variaba a menos de que yo actuara de manera diferente.
Desperté aún más exaltado que las veces anteriores, estaba ansioso por intentarlo una vez más. Pero tan pronto presté atención a mi entorno me pude dar cuenta que no había reiniciado como siempre. Ésta vez me encontraba en el bosque, parado justo frente a aquel animal, retrocedí algunos pasos y me preparé para encararlo.No te confundas – interrumpió aquella cosa – ésta vez no moriste, no en realidad.¿Y qué tan real es esto?Touché – exclamó – pero esto en realidad fue una ilusión, todo lo que “viviste” en los últimos minutos fue manipulado por mí, sólo viste lo que yo quise que vieras.¿Qué sentido tiene eso?Deadvia no es el único que tiene poder aquí. Tal como dijiste, Deadvia de mantiene vivo por alguna razón. Mis motivos
Desperté inquieto en una habitación oscura, no hubo sobresalto, simplemente una extraña sensación de nostalgia, como cuando sueñas algo realmente malo o sinceramente triste. Algunas lágrimas escaparon de mis ojos hasta que me derrumbé por completo, comencé a llorar completamente y mis fosas nasales comenzaron a taparse. Me incorporé sobre la cama, recargando mi espalda en la cabecera de la cama, recogí mis piernas y hundí mi cara entre mis rodillas. Me desahogué por completo durante los próximos 3 o 4 minutos hasta que mi mente comenzó a aclararse. Levanté un poco la cabeza y miré alrededor lentamente, mis ojos ya se hallaban adaptados a la oscuridad, pero apenas y logré vislumbrar las siluetas de los muebles que me acompañaban. La habitación estaba completamente a oscuras y aun así podía distinguir mi cuarto entre las sombras. Mi mirada se detuvo unos centímetros antes de la puerta centrándose en un viejo reclinable. Extrañamente la luz nocturna que entraba por la ventana n
La joven, de nombre Alexa, condujo aproximadamente 40 minutos hasta un pequeño restaurante a las afueras de Nest Heat, nos detuvimos allí y tomamos una de las cenas más incómodas que he tenido. Yo intentaba obtener respuestas de vez en cuando lo que culminaba la conversación al instante. Sus ojos me parecían demasiado llamativos, en realidad tenía una o dos preguntas al respecto, yo en realidad quería saber, pero ella realmente parecía estresada y aunque parecía ser amable no tenía intenciones de poner a prueba su temperamento. Terminamos de cenar cerca de las ocho de la noche y ella realmente parecía inquieta en la mesa. Quise pedir la cuente en alguna ocasión, pero ella insistía en que esperáramos un poco más. Después de un par de tazas de café dieron las diez de la noche y fue entonces que la mesera nos pidió irnos, pagué la cuenta y seguí a Alexa a la camioneta. Tenía la intención de ir de copiloto, pero ella se dirigió hacia ese lado del auto lo que me sugirió que yo manejaría es
- Iván, buenas nochesEscuché a mis espaldas, un frío helado recorrió mi espalda y sentí que mi corazón se detuvo por un momento hasta que pude dar la vuelta por completo. La profesora Emma se había percatado de su inoportuna intervención. Ella rio levemente.- No quería asustarte. ¿Trabajando hasta tarde?- Si – dije un poco más recompuesto, mientras me acercaba más al barandal para mantener vigilado el corredor hacia las escaleras.- Me quedé a terminar el reporte del laboratorio de química, justo te buscaría mañana para firmar de enterado. ¿Te importaría firmar…? – Mi preocupación se hizo evidente ante sus ojos - ¿Estás bien? – Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar - ¿Te estas medicando? – preguntó finalmente acercá
Habían pasado dos días ya, Alexa no había regresado desde aquella noche, aunque me pareció verla acechando la ventana por la noche. Habíamos fijado para hoy la fecha de mi primer asesinato. Era demasiado raro el pensarlo, pero no había motivos para llamarlo de otra forma. De alguna extraña manera había conseguido una segunda oportunidad vivo y no estaba seguro de querer desperdiciarla. De cualquier manera, si no hubiera visto aquella criatura con mis propios ojos, quiero pensar que no habría manera de convencerme de matar a alguien. El día en la Universidad había llegado a su fin, me dirigía a la camioneta cuando un uniformado me dio alcance en el estacionamiento. El oficial se identificó como Albert X’zo, un hombre alto, fornido y de tez clara, comenzó haciendo un par de preguntas fáciles de responder, mi nombre, mis horarios de trabajo, mis áreas de laborales, todo iba bien hasta que preguntó sobre mi relación con la profesora Emma, supuse que responder correctamente sería
Supuse que moriría aquí, había sido más fácil el decidir matar a alguien que realmente hacerlo, a decir verdad, ni siquiera estaba seguro de poder hacerlo. Apenas movía mi cuerpo y mi abdomen me recordaba la cantidad de daño que había recibido, podía escuchar vagamente a Alexa pelear por nuestra vida, lágrimas salieron de mis ojos, resbalando desde mis mejillas hasta el colchón bajo mi cuerpo.Un grito de Alexa seguido por un impacto tremendo en la pared externa de la casa me despertó de lo egoísta que estaba siendo. Alexa no podría sola contra aquel ser y, aunque ella había provocado mi muerte en primer lugar, ella no me abandonó después de todo lo sucedido. Comencé a levantarme lentamente, el dolor era insoportable y mi cuerpo comenzaba a sentirse frío, era una sensación parecida a cuando se te baja el azúcar, me im