Bastian corría con toda la fuerza que sus piernas poseían y aún así, sentía que no avanzaba del mismo lugar.Miró hacia atrás y un suspiro de alivio escapó de sus labios: ya los había perdido.Empezó a reducir el paso y se agachó, apoyando sus manos en las rodillas, mientras buscaba la forma de llevar el aire a sus pulmones.La fría brisa era más notoria en sus mejillas, dónde un rastro de lágrimas secas, aún le recordaban lo que acababa de pasar.Las palabras de su madre nuevamente taladraron su cabeza.: "Larissa será tu esposa cuándo cumpla la mayoría de edad y no te lo estoy proponiendo, te lo estoy informando."Él apenas y tenía 17. Tenía sueños, metas... Un futuro por delante. ¿Por qué su madre insistía en cortar sus alas?.Además, esa chica no le agradaba.Era demasiado empalagosa para su gusto, siempre quería estar pegada a él y sus rabietas... ¡Dios!... Lo sacaban de quicio.Además, si lo que su madre quería era dinero y estatus, no necesitaba obligarlo a casarse. Él podía con
Bastian miró hacia abajo con cierto atisbo de duda en su rostro.Era un completo cobarde.La ventana apenas se encontraba a unos tres metros del suelo. Golpearse sería inevitable, más sin embargo, matarse era una posibilidad bastante baja, aunque en su situación, sería la más pura bendición.Cerró sus ojos con fuerza, subió al alfeizer de la ventana y con un hondo suspiro... Saltó.Mordió su labio para no gritar, cuándo su cuerpo impactó de lleno contra el césped. Lo que menos quería era que su madre se enterara de su escape.Sabía que estaba tentando de más a su suerte, pero esa rebeldía que no sabía de dónde venía, lo empujaba a hacer cosas estúpidas.Se puso de rodillas despacio y se fue a gatas hasta llegar a la esquina de la casa. Su madre paseaba por los rosales, acompañada de una criada.Un suspiro de alivio escapó de sus labios, al ver su camino libre.Se puso en pie de inmediato y corrió en la dirección contraria a su madre.De un salto se brincó la reja y echó a correr a tod
Había abandonado la casa de Odelette apenas la oscuridad empezó a disiparse.Aquellas personas apenas contaban con lo necesario para vivir, él no podía ser una carga más.Se detuvo un momento a tomar aire y a estirarse, pues había dormido en una pila de cobertores doblados sobre el suelo y su cuello engreído estaba resintiendo la falta de su cómodo colchón.Cerró sus ojos con fuerza al vislumbrar su casa a lo lejos y un escalofrío recorrió su espalda al pensar en la furia de su madre y el castigo que seguramente ya tenía pensado por su rebelde y alocada decisión.- A mal paso, darle prisa.- Susurró, tratando de infundirse valor.Abrió la rejilla despacio, mientras sentía los primeros rayos del sol impactar con fuerza en su rostro.Apenas empujó la puerta para entrar, sintió un fuerte tirón en su cabello, mientras una fuerza externa lo halaba al interior del lugar.Lo soltaron de golpe, con un fuerte empujón que lo mandó directo al suelo. Su cabeza dió de lleno contra la esquina de la
Odelette estaba afuera, dándoles de comer a las gallinas, cuando vió a una mujer elegante y de rostro adusto acercarse por la vereda que daba hacia la casa.El perro comenzó a gruñir al verla y la muchacha tuvo que regañarlo para que no se lanzara contra la mujer.- Buenos días señora, ¿En qué puedo servirle?.- La chica preguntó cordialmente con una sonrisa.La mujer la miró de forma despectiva, mientras arrugaba la nariz y observaba su alrededor con un gesto parecido al asco.- ¿Dónde está el idiota de Bastian?.- La mujer preguntó con algo parecido al odio.Odelette abrió sus ojos de par en par y miró a la mujer con renovado interés.- Yo no conozco a ningún Bastian.- La joven respondió con toda la tranquilidad que podía reunir después del shock.- Mira niña. No tengo tiempo suficiente para perderlo en tus estupideces, así que es mejor que hables de una buena vez. ¿Dónde está ese muchachito malcriado?.- Odelette tuvo que retroceder, mientras la mujer se acercaba.- He dicho que no sé
La sala estaba sumida en un silencio sepulcral, en el que hasta el sonido del aleteo de un insecto era audible.Lágrimas calientes y silenciosas resbalaban por las mejillas de los presentes, con diferentes sentimientos entrelazandose en cada corazón.Aura miraba a Bastian con un nudo en la garganta.Le dolía... Le dolía saber que sus abuelos se habían amado tanto y que la maldita ambición y la más oscura obsesión, los habían condenado a aquel jodido infierno.Dorian se puso en pie, mientras sus pies lo dirigían a la ventana... La misma historia se repetía... Él había repetido la misma historia de su padre... Dafne también... ¿Acaso era una condena en aquella familia?.- Nunca más supe de Odelette... Hasta el día que regresé.- Bastian rompió el denso silencio, llamando la atención de todos nuevamente.- ¿Y tú tía?, ¿Tú que tienes que decir al respecto?.- Aura miró a Casandra con los ojos rojos, hinchados y húmedos, esperando una respuesta.Si bien se sentía decepcionada, podía comprend
Fernando abrió los ojos lentamente.Una luz blanca y enceguecedora lastimó sus ojos, obligándole a cerrar sus párpados de golpe.Un horrible dolor atacó de repente su cabeza y las náuseas no se hicieron esperar.Un pitido incesante y sin variantes comenzó a taladrarle los oídos, mientras el olor a desinfectante, alcohol y otros cuantos que no pudo descifrar se colaron por sus fosas nasales.Un torrente de imágenes difusas se colaron en su mente, aumentando su jaqueca, por lo que no pudo evitar que un quejido escapara de sus labios.Quiso llevar su mano para presionarla, pero algo se lo impedía.Algo frío y duro se aferraba a su muñeca, impidiendole moverla a voluntad. La movió de nuevo y el nítido tintineo de cadenas, se hizo eco en el lugar.Y entonces aquellas imágenes se volvieron más nítidas y todo comenzó a tornarse más claro en su cabeza.La pelea con Mariana, su huida, la policía llegando al lugar y Arturo... Arturo alzando su arma hacia él y traicionandolo.Una súbita rabia le
Aura miraba las estrellas, recostada en el césped.Hacía ya ratos que había dejado de llorar, más sin embargo, su mente aún seguía aturdida, confundida... Aún seguía sumida en aquel caos que desde hacía mucho no la asaltaba de aquella forma.- ¿Aura?.- La castaña alzó su rostro y miró a la mujer de cabellos negros cómo la noche, que la veía curiosa.- Mariana...- Aura susurró con voz ronca y rota debido al llanto.- ¿Cómo os sentís?.- Mariana se sentó en el césped junto a ella y Aura también se levantó y tomó la misma postura.- Escuchaste todo supongo.- La castaña dejó largar un hondo suspiro.- Era imposible que no os escuchara, cuando esa mujer gritaba como la peor de las locas.- ¿Habláis Griego?.- No mucho la verdad.- Mariana se encogió de hombros.- Tuve que tomar un pequeño curso online mientras aún estaba en el hospital.- Aprendes rápido.- Mi cerebro trabaja mejor bajo presión.Aura asintió con un atisbo de pesar oprimiendole el corazón, mientras se frotaba los brazos con su
- ¿Conseguiste lo que te pedí?.- El hombre preguntó con voz neutra, mirando a su acompañante, el cuál vestía un pulcro traje blanco que lo confundía con los demás doctores del lugar.- Sí señor. Todo está listo, tal cuál usted ordenó.- El otro respondió de la misma forma, mientras le mostraba la jeringa con aquel líquido incoloro en su interior.- Bien.- El hombre asintió.- Entonces haz lo que tengas que hacer. Si lo logramos, ten por seguro que te recompensare.El otro sólo asintió, antes de acercarse al gotero intravenoso y verter en este el contenido de la jeringa.- Dentro de una hora comenzará a sentir sus efectos.- Murmuró antes de guardarla en el interior de su chaqueta cuidadosamente.- Bien, puedes retirarte hasta que sea la hora.- Con permiso señor.El hombre asintió satisfecho, mientras una sonrisa casi tétrica deformaba sus facciones, observando como uno de sus hombres salía de la habitación.- Ya me funcionó una vez y esta, no será la excepción.- Miró el gotero, dónde no