“Número dos, compensen todas las pérdidas de los ciudadanos del País H en el extranjero”.

“¡Paguen por sus daños y castiguen a la gente que lo hizo! ¡Ni un centavo menos y ni una sola persona excluida!”.

“¡Además de eso, cada uno de ustedes pagará ciento cincuenta millones de dólares como pensión y cuotas por pérdidas mentales para los ciudadanos del País H!”.

“Mi asistente, Elanor Stanton, decidirá cómo proceder con la situación”.

Emilio Garcia y los demás movían los ojos frenéticamente.

Harvey York iba por los corazones de la gente.

Dicho esto, las condiciones todavía estaban dentro de su rango tolerable. Por muy resentidos que estuvieran, no tenían más remedio que asentir con la cabeza.

“Aceptaremos estas condiciones también”.

“Número tres, y también la última...”.

Harvey dijo con calma: “No confío en las cuatro grandes Alianzas de Artes Marciales para mantener su palabra”.

“Por eso estoy pidiendo a las Alianzas de Artes Marciales del Lejano Oriente y del Mar del Sur que r