A las seis de la mañana siguiente, en el Hospital Flutwell.

Un viento áspero soplaba en el aire.

El piso más alto del departamento de pacientes hospitalizados estaba lleno de olor a alcohol y sangre.

Todos los expertos del círculo exterior del Palacio Dorado yacían en las camas, cubiertos de sangre.

No estaban muertos, pero sí completamente lisiados.

Algunos tenían la posibilidad de recuperarse después de unas cuantas semanas, pero la mayoría estaban destinados a ser gente corriente el resto de sus vidas.

Koen, Emily y Smoke habían pasado una noche entera de cirugía.

Smoke había perdido una de sus manos para siempre.

Las piernas de Koen y Emily ya no funcionaban.

En pocas palabras, los tres estaban lisiados de por vida.

“¡Esto es una m*erda! ¡No puede ser!”.

Después de despertarse, Emily apretó los dientes enojadamente antes de que se le empezara a salir las lágrimas.

El día anterior seguía siendo una joven hermosa, pero se había convertido en una lisiada en un abrir y cerr