El Amo Zimmer estaba sintiendo tanto dolor que estaba respirando descontroladamente. Solo podía respirar profundamente, incapaz de decir ni una sola palabra.

Quería gritarle a Harvey con enojo, pero no tenía fuerzas.

Los Zimmer observaron la escena, estupefactos. Nunca imaginaron que los isleños podrían ser tan crueles y ni siquiera le dieron a ninguna de las partes la posibilidad de calmar la situación.

Normalmente, uno no actuaría tan precipitadamente.

Una expresión dolorosa apareció en el rostro de Harvey. Él miró a Quinn, un poco preocupado por ella. Sin embargo, su mirada preocupada desapareció instantáneamente justo después. Él dijo audazmente: “Puedo ir, pero tienes que dejar ir a Quinn. ¡Ella no tiene nada que ver en este asunto!”.

Quinn se sobresaltó.

¡Crac!

Sin decir una palabra, el falso inspector rompió la mano izquierda de Quinn con su pie.

"¡Ah!".

Gritó Quinn. Era cierto que ella recientemente había estado practicando artes marciales y tenía algunas habilidades.