Una mirada de desesperación apareció en el rostro de Yvonne Xavier.

En esta situación, ¿cómo podría, una mujer frágil como ella, elegir?

Si se atrevía a negarse, uno de sus familiares y amigos moriría.

En ese momento, Yvonne solo pudo morderse los labios y dejó escapar un sollozo extremadamente humillante: "Yo… yo estoy dispuesta...".

"Ajajaja...".

Phil Yates echó la cabeza hacia atrás y se rio como un maníaco. Eso era lo que más le gustaba.

Esas mujeres obviamente estaban llenas de desgana y resentimiento en sus corazones.

Sin embargo, solo podían aceptar su destino.

¿Qué tan interesante era este juego?

Bradley y todos los demás a su lado tenían miradas juguetonas en sus ojos.

Para ellos, esto era solo un juego del gato y el ratón.

En Texas, ninguna de las mujeres podía escapar una vez que la familia Yates de América fijaba sus miradas en ellas.

"Ya que ambas están dispuestas, ahora quítense la ropa…”.

"¡Todos están esperando!".

Phil sonrió ampliamente con malicia.

Lágr