Capítulo 33: Los hermanos Kollia.

Ante su petición, no sólo Giotto aceleró el paso, sino que también lo hicieron Lykan y Tarian.

“Podríamos ir más rápido nosotras” ―gruñó Amara― “Muchas vidas se están perdiendo”

Estando de acuerdo con su loba, Anna asintió.

Al no poder correr por su cuenta, la frustración y la desesperación iban apoderándose de ella, pues era como retroceder en el tiempo y volver a depender de los demás.

“Debe ser así” ―gruñó Amara nuevamente

―Debe ser así ―repitió Anna en voz baja

Dada a su situación, ella no podía transformarse, debía ir a buscar ayuda a escondidas, pues sin duda, los hombres de Arioch reconocerían a su loba en un parpadeo y no dudarían en llevarla de vuelta al palacio.

Hasta ese momento, ella había podido transformarse libremente porque, según su padre, muy pocas personas sabían cómo eran las lobas imperiales, pues, en realidad, sólo habían existido cuatro reinas, las cuales jamás habían mostrado su forma lobuna al ser esta tan especial, sin embargo, ellas, al igual que los reyes,
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