Al sentir que, pese a que aún tenía los ojos cerrados, el sol comenzaba a molestarle, Dante se giró al lado opuesto de su cama en un intento de escapar.

Gracias a su sangre de alfa, el joven resultaba tener una alta tolerancia al alcohol, sin embargo, no era inmune a sus efectos adversos.

Después de beber una noche entera, la cabeza le dolía y la luz del sol le resultaba una tortura, por lo que, decidido a descansar un poco más, Dante tiró de su cobija en un intento por cubrir su cabeza, sin embargo, algo le impedía cubrirse mas allá de los codos, por lo que intentó tirar con más fuerza.

―Basta ―gruñó una suave pero irritada voz de mujer

Confundido al no reconocer la voz, Dante se vio forzado a abrir los ojos.

Justo frente a él, su compañera se encontraba recostada sobre su costado derecho y estaba intentando cubrirse de los rayos del sol con la misma cobija que él había estado jalando.

―Cierra esa cortina y soltaré la cobija ―gruñó Anna con fastidio

―Olvídalo, no pienso levantarme de