Capítulo 16: Su eterno guardián.

Sin dar tregua a su recorrido, Anna se acercó a la mesa de acero, la cual, ahora lucía vieja y algo oxidada.

Decidida a dejar su pasado atrás, la joven estudió la mesa detenidamente.

En ella, pudo ver las jeringas, el acónito, e incluso, el paño con el que Ella, había limpiado su espalda herida tras los brutales azotes que Lucien le había dado.

―Aquí fue… ―susurró al encontrar una pequeña y apenas visible mancha de sangre en el borde.

Justo en aquel lugar, Anna pudo verse así misma deslizándose por ese mismo borde hasta caer al piso, justo antes de que Lucien, se apresurara a colocarse encima de ella.

Con total desagrado, observó como Lucien comenzaba a recorrer su cuerpo con sus manos antes de sujetarla por los brazos para, inmediatamente después, pasar su lengua lentamente por su cuello con toda la intención de morderla, por lo que, asustada, Anna cerró sus ojos fuertemente, sin embargo, al hacerlo, la imagen cambió completamente.

Ahora, en lugar de Lucien, Dante era quien estaba en
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