Astoria se encontraba frente a su computadora, observaba su ceremonia, su mirada estaba centrada en Marcus, el cual parecía estar mucho más afectado de lo que ella imaginó. Sus ganas de correr a su lado y decirle que todo estaba bien la inundaban, eran casi insoportables, eran solo detenidas porque si salía del departamento podría echar abajo todo su plan.Sus ojos estaban rojos, así como su nariz. Cuando habló con Marcus no podía siquiera detener un poco su llanto, los recuerdos aún eran tan vívidos en su cabeza; sin embargo, una parte de ella se sentía libre al haberlo sacado por fin.Observaba al vacío, su mirada estaba perdida frente a lo que pasó con ella, por lo que pensó, por el hecho de finalmente haber descubierto esa parte que tanto intentó ocultar de su pasado. Un peso fue retirado de sus hombros, su corazón se sentía mucho más liviano.—¿Esa no es…?Su cuerpo se enderezó para prestar mayor atención a lo que sucedía a través de la pantalla. La silueta de Erika apareció, dir
Una de las manos de Marcus que reposaba en la cintura de Astoria, se deslizó llegando a la parte trasera de su cuello, con la intención de profundizar el beso que compartían, lo siguieron hasta que necesitaron tomar un poco de aire.Sus miradas se conectaron. En ese momento no eran necesarias palabras, con solo mirarse a los ojos lograban transmitir sus pensamientos.La mano que permanecía en la cintura de Astoria, la acarició con lentitud, esta se deslizó suavemente a la parte trasera de su espalda, atrayéndola más a él. Sus respiraciones estaban agitadas en su pecho, una sonrisa adornaba sus labios.—¿Acaso el gato te mordió la lengua? —Finalmente susurró ella con una sonrisa pícara en los labios —¿No tienes nada para decir?—¿Podemos repetirlo? —susurró.Una risita escapó de los labios de Astoria, cuando se acercaban otra vez, una gran nube de humo comenzó a salir de la cocina. Olvidó por completo la torta de pollo que estaba horneando, la cual, al parecer, terminó siendo una bola
Los ojos de la víbora se abrieron demasiado. El hombre que estaba en frente de ella, no era el mismo del que se enamoró. Ellos estaban destinados a estar juntos, eso era lo que le correspondía.Durante años vivió bajo la sombra de Astoria, de esa mujer que nunca le importó a Marcus, ¿y ahora se las iba a dar de buena pareja? Todo su sacrificio para mantenerse al lado de él, estaba yéndose directamente al abismo, no soportaba la idea de vivir, sin él; sin embargo, estaba consciente de que ese era un momento de debilidad para Marcus, pues, la mujer que creía amar, había muerto.—Sé que no quieres decir lo que dices en este momento, Marcus. Sé que aún estás dolido por la muerte de Astoria, así que te daré tiempo para que cuando superes este dolor, puedas ver que en realidad estamos destinados a estar juntos. No me cansaré de decírtelo o de recordártelo.Su voz estaba entrecortada, deseaba aferrarse a él con fuerza, para que nada ni nadie se atreviera a alejarlo de ella. Era injusto que e
—No digas tonterías, Marcus, solo estamos cantando —aclaró Astoria con un gesto despreocupado, a fin de cuentas ella no tenía por qué darle explicaciones a nadie de lo que podía o no hacer.Después de todo, ella era una mujer soltera y podía hacer con su vida lo que mejor le pareciera.En cuanto a Saddam, él estaba de brazos cruzados golpeando el suelo con la planta de su pie. Sus ojos estaban centrados en su esposa, la cual lo miraba con esa sonrisa aparentemente inocente.—¿Qué haces cantando esas tonterías, eh? —Frunció el ceño con gran molestia.—¿Y ahora qué bicho te picó?, es solo una canción —Se defendió con la nariz arrugada.—En serio, chiquita brava ¿Qué pasa con esa cursi canción de amor? —Dio unos pasos en dirección de su esposa—. Sabes que soy el único que debe tener toda tu atención.—Es solo una canción —insistió poniendo en blanco sus ojos.—«Solo una canción» —la remeda—. Como si no fuera el único que se supone, te hace desmayar y toda esa mierda romántica. ¡Ni siquie
Coraline y Saddam se dirigieron rápidamente a las afueras de la empresa en la que trabajaba su primera víctima. Derribarían una a una a las personas que participaron en esa atrocidad en contra de Astoria; sin embargo, los peces grandes se los dejarían exclusivamente a Marcus y a la víctima principal.—¿Qué debemos hacer? —cuestionó Saddam desabrochando su cinturón.—Haremos que el hombre se suba al auto, me haré pasar por su conductora. Le recordaré las cosas que hizo y en eso le llevarás comida a la familia del tipo en su nombre, harás que la mujer lo llame para agradecerle o los llamarás tú. Cuando esté lo suficientemente aterrado, lo llevaré al mar y ahí se volverá sireno —aclaró Coraline.—¡Esa es mi mujer! Eso es lo que me enamoró de ti.—No es tiempo de estar coqueteando, tenemos un trabajo por hacer —Se subió al auto que lo llevaría al fondo del mar.Hace bastante tiempo que Coraline no se emocionaba de esa forma. Con un beso se despidió de su esposo y condujo a la salida de es
Una gran carcajada resonó en el interior del vehículo, como respuesta a las pavadas que salían de la boca de ese hombre.—¿Acuerdo? Luego de que abusaras de esa pobre chica con más personas… ¿Tienes derecho a una negociación? ¿Acaso tienes aire en el cerebro?Apretó con fuerza la mandíbula, se aferraba al asiento e intentaba llegar a una solución pacífica y razonable con esa loca que conducía. —No fueron así las cosas… —murmuró, tratando de encontrar palabras para justificar sus acciones pasadas y desesperado por hallar algún modo de salvar la situación— Fue solo un malentendido, un error…—Aprovecha estos instantes que hablas con tu esposa, antes de que el veneno para ratas le haga efecto a ella y a tus retoños. Es más, deberías llamarlas y decirles que en realidad no eras el hombre con el que se casó, ella debería saber la clase de animal con la que dormía todas las noches.—¡No lastimes a mi familia! —rogó desesperado, luchando por mantener la calma mientras sentía cómo el miedo s
La luz del sol mañanero comenzaba a asomarse por las cortinas, inundando la sala de estar con tonos dorados. Marcus estaba en la cocina preparando café, mientras Astoria hojeaba su teléfono en silencio. Ambos se sentían inquietos desde la noche anterior, no solo por lo que pasó con Marcus, sino por el comportamiento extraño de Coraline y Saddam, quienes se habían marchado sin dar ninguna clase de detalle.De repente, el sonido del noticiero en la televisión interrumpió un poco la tensión que aún quedaba.—Última hora: El empresario Adrián Soria ha sido encontrado muerto esta madrugada. Su coche fue hallado sumergido en las aguas del puerto. Las autoridades creen que se trata de un suicidio —anunció la reportera con tono formal.El cuerpo de Astoria se tensó al instante y dejó caer su teléfono sobre uno de sus muslos. Marcus, que estaba sirviendo las tazas, se quedó congelado, como si un escalofrío lo recorriera por completo. Caminó hasta la sala, incapaz de apartar los ojos de la pant
Marcus miraba el reloj de la cocina con el ceño fruncido. Todo estaba puesto en su sitio: los platos, los cubiertos, la vela en el centro de la mesa… pero faltaba algo. Sabía que no era solo cuestión de organizar la mesa, sino de cómo sorprender realmente a Astoria. Y, en su desespero, solo había una persona a la que podía recurrir, aunque lo detestara: Saddam.Lo odiaba, no podía creer que estuviera cayendo tan bajo en su vida; sin embargo, era necesario, todo era necesario si era para ver a Astoria, feliz.Con una llamada rápida, un gruñido y murmullos a manera de quejas, Marcus se preparó mentalmente para lo que venía: Soportar las burlas de ese mafioso loco. Diez minutos después, el susodicho apareció en la puerta, cruzado de brazos y con una sonrisa burlona en el hocico.—¿Entonces? ¿Qué es tan urgente que me haces venir un viernes por la tarde? —preguntó Saddam, con tono sarcástico, como siempre—. Te recuerdo que he dejado a mi amada esposa, completamente sola en una habitación