La sala fue inundada por el silencio, Dean se preocupaba demasiado por la mujer que tenía en frente, Astoria, por su lado, deseaba poder vengarse de todos los que la dañaron, lo supo desde el momento en que su pasado comenzó a regresar, a despertarse, salía de su escondite, ¿cómo podría esconder el dolor que eso le provocaba?—¿Estás seguro de que es una buena idea, Dean? —intervino Marcus—. Es decir, no quiero ser imprudente, pero tiene que ver con Astoria, con lo que ella vivió, ¿es necesario que lo jure? Se nota que es algo que no qui…—Está bien —interrumpió Astoria—. Comprendo las razones que le hacen pedirme eso —susurró en medio de un suspiro— Dean, cumpliré mi promesa, me detendré y no saldré herida, ¿sí?Dio un paso en su dirección, al ver el gesto de preocupación en su rostro, su mirada se suavizó, no podía estar molesta con él, no podía llevarle la contraria, no a la persona que la salvó y la cuidó con su vida, no a Dean.—Gracias —fue lo único que salió de los labios del h
Luego de toda esa pequeña charla, y de sacar el maniquí que les serviría para después, llegó la hora en la que cada uno debía regresar a su respectivo lugar. Mientras se encaminaban a la puerta, Astoria insistía para que todos se quedaran a cenar, de manera que tuvieran una charla más amena.Marcus, por su parte, se mantenía detrás de ella, haciéndole señas a los demás para que se marcharan. Él quería tener un tiempo a solas con ella, quizá de esa forma podrían acercarse un poco más.—Yo tengo algo que hacer, así que me iré primero. Cuídate, niña. Si llega a pasar algo, me dices —dijo Dean abrazándola—. Dejaré lo que tenga entre manos para venir por ti.La sonrisa de Astoria se extendió por su rostro. Sabía a la perfección que ese hombre podría dar su vida por ella, era algo que ella misma estaba dispuesta a hacer por él. Ambos se cuidarían hasta el final de sus días.—Gracias, cuídate, por favor.Sus ojos se mantuvieron centrados en Dean hasta que este desapareció de su vista. Su ate
La mujer enmudeció por unos instantes, meditaba en sus palabras. Una parte de ella deseaba comenzar de nuevo, otra parte tenía miedo de volver a abrir su corazón, a la otra, le aterraba sufrir nuevamente.—Creo que deberías descubrir la respuesta por ti mismo, Marcus. No tengo derecho a tomar alguna decisión por ti.—Esa no es la respuesta que necesito, Asto —la miró con un gesto suplicante—. Dime si crees que lo nuestro tiene futuro o no. Solo eso.—No lo sé, depende de ti. Marcus, si me quieres, entonces, conquístame.Se quedó sin palabras, una pequeña sonrisa amenazaba con salir de sus labios, pues, de manera no literal, le dijo que sí lo aceptaría, solo que no sería tan fácil como la primera vez.¿A quién engañamos? En esa primera vez ni siquiera se esforzó por enamorarla. Ahora, una nueva oportunidad estaba frente a él, podría tener entre sus brazos a la mujer que amaba, solo debía darle tiempo, y las razones por las cuales ella sería feliz a su lado.—Está bien, Astoria. Asumo e
Astoria se encontraba con la mirada perdida, tanto que ni siquiera se dio por enterada que Coraline estaba ya en casa. Sus pensamientos estaban centrados en la pregunta que Marcus le hizo la noche anterior, ¿qué debería esperar de él?Si pudiera, se iría a un país desconocido, donde nadie supiera cuál era su pasado, quería comenzar de nuevo, desde cero. ¿Llegaría a armarse de valor para lograrlo algún día?—El amor hace esas cosas, ¿sabes? —suspiró Coraline sentándose justo en frente de ella.A pesar de que estuviera interrumpiendo ese gran silencio, Astoria no se percató de su presencia. Seguía reflexionando en diversas cosas.»Asto… estoy aquí —sacudió su mano en frente de su rostro—. No me ignores, chica.Nada, no obtenía ninguna respuesta a sus interrupciones.Segundos después, el ruido de un jarrón, impactándose en el suelo, sacó a la joven de sus pensamientos, tanto que caminó rápido a la zona, en una posición de defensa. No sabía quién o qué podría haberlo ocasionado.—¡Coralin
—¿Puedes dejar de verme como si fuera un trozo de pan? —cuestionó Astoria poniéndose en posición de lucha—. Si vas a atacar, ataca.Una risita escapó de los labios de Coraline. Ambas estaban listas para atacar; sin embargo, la experiencia de la más baja era suficiente como para intimidar a Astoria.Los retos, esos eran los favoritos de nuestra chica, la cual estaría dispuesta a enfrentar cualquiera, solo para desafiarse a sí misma, para descubrir de qué estaba hecha, ¿y qué mejor que aprovechar la visita de una de las mujeres que más admiraba?—El que da el primer golpe puede ponerse en peligro si no es lo suficientemente astuto como para ganar ventaja sobre su oponente —indicaba con serenidad, parecía una cobra lista para morder.—Adelante, no te compadezcas de mí por ser mujer —se burló.Acto seguido, numerosos golpes resonaron en el lugar, además del movimiento ágil de ambos cuerpos, estos cesaron cuando Astoria se encontraba en el suelo, siendo inmovilizada por Coraline, en un pes
—Coraline, Coraline, Coraline, Coraline, Coraline, Coraline —la llamaba Astoria sin detenerse.Ahora era ella la que rogaba la atención de su amiga, la cual estaba observando al cesto de basura con un semblante de duda. Había algo que no acababa de convencerla respecto a lo relacionado con Astoria y Erika.No conocía a la implicada, pero la mera idea de que hubiera contratado a una persona para que la atacara en el interior de su casa, le hacía pensar en que Erika podría intentar algo más contra su amiga.Si tenía dudas de haber terminado con ella, entonces ese era el motivo por el que envió esa comida envenenada. Coraline no era tonta, y su olfato estaba entrenado, tanto que sabría cuándo había sustancias a unos metros de distancia. Era su bendición y maldición.—¡Eso es! —exclamó ella poniéndose de pie, haciendo que Astoria diera un salto para atrás por la sorpresa.—¡Oye! ¡Avisa que te moverás! —se quejó llevando su mano al pecho—. ¿Qué es lo que dices que es?—Que debemos acelerar
—¿Y bien? ¿Preparamos tu funeral? —sugirió Saddam sentándose como si nada estuviera ocurriendo en algún lugar de la ciudad.—Sí, por lo menos podríamos hacer que los sentimientos se vean bastante reales, y creo que tengo una idea para eso —esbozó una pequeña sonrisa.—¿Cómo pueden estar tan tranquilos cuando Coraline está allá afuera en cualquier lugar? Ni siquiera sabemos a quién se fue a buscar —susurró Marcus confundido y preocupado por la única de los Ahmad que parecía agradarle.—Mi mujer es una fiera, una chiquita brava.—Los que deberían estar preocupados, son ellos, Marcus. Estoy segura de que cuando regrese tendrá una gran explicación de lo que se fue a hacer.Antes de que alguno añadiera algo más, la puerta del departamento se abrió, revelando a Coraline con sus rizos algo alborotados pero con una sonrisa satisfecha en sus labios.—Ya sé quién envió la comida envenenada —soltó dejándose caer en el sofá—. No fue tan sencillo dar con el paradero del repartidor, pero noté que n
Astoria se encontraba frente a su computadora, observaba su ceremonia, su mirada estaba centrada en Marcus, el cual parecía estar mucho más afectado de lo que ella imaginó. Sus ganas de correr a su lado y decirle que todo estaba bien la inundaban, eran casi insoportables, eran solo detenidas porque si salía del departamento podría echar abajo todo su plan.Sus ojos estaban rojos, así como su nariz. Cuando habló con Marcus no podía siquiera detener un poco su llanto, los recuerdos aún eran tan vívidos en su cabeza; sin embargo, una parte de ella se sentía libre al haberlo sacado por fin.Observaba al vacío, su mirada estaba perdida frente a lo que pasó con ella, por lo que pensó, por el hecho de finalmente haber descubierto esa parte que tanto intentó ocultar de su pasado. Un peso fue retirado de sus hombros, su corazón se sentía mucho más liviano.—¿Esa no es…?Su cuerpo se enderezó para prestar mayor atención a lo que sucedía a través de la pantalla. La silueta de Erika apareció, dir