La mujer enmudeció por unos instantes, meditaba en sus palabras. Una parte de ella deseaba comenzar de nuevo, otra parte tenía miedo de volver a abrir su corazón, a la otra, le aterraba sufrir nuevamente.—Creo que deberías descubrir la respuesta por ti mismo, Marcus. No tengo derecho a tomar alguna decisión por ti.—Esa no es la respuesta que necesito, Asto —la miró con un gesto suplicante—. Dime si crees que lo nuestro tiene futuro o no. Solo eso.—No lo sé, depende de ti. Marcus, si me quieres, entonces, conquístame.Se quedó sin palabras, una pequeña sonrisa amenazaba con salir de sus labios, pues, de manera no literal, le dijo que sí lo aceptaría, solo que no sería tan fácil como la primera vez.¿A quién engañamos? En esa primera vez ni siquiera se esforzó por enamorarla. Ahora, una nueva oportunidad estaba frente a él, podría tener entre sus brazos a la mujer que amaba, solo debía darle tiempo, y las razones por las cuales ella sería feliz a su lado.—Está bien, Astoria. Asumo e
Astoria se encontraba con la mirada perdida, tanto que ni siquiera se dio por enterada que Coraline estaba ya en casa. Sus pensamientos estaban centrados en la pregunta que Marcus le hizo la noche anterior, ¿qué debería esperar de él?Si pudiera, se iría a un país desconocido, donde nadie supiera cuál era su pasado, quería comenzar de nuevo, desde cero. ¿Llegaría a armarse de valor para lograrlo algún día?—El amor hace esas cosas, ¿sabes? —suspiró Coraline sentándose justo en frente de ella.A pesar de que estuviera interrumpiendo ese gran silencio, Astoria no se percató de su presencia. Seguía reflexionando en diversas cosas.»Asto… estoy aquí —sacudió su mano en frente de su rostro—. No me ignores, chica.Nada, no obtenía ninguna respuesta a sus interrupciones.Segundos después, el ruido de un jarrón, impactándose en el suelo, sacó a la joven de sus pensamientos, tanto que caminó rápido a la zona, en una posición de defensa. No sabía quién o qué podría haberlo ocasionado.—¡Coralin
—¿Puedes dejar de verme como si fuera un trozo de pan? —cuestionó Astoria poniéndose en posición de lucha—. Si vas a atacar, ataca.Una risita escapó de los labios de Coraline. Ambas estaban listas para atacar; sin embargo, la experiencia de la más baja era suficiente como para intimidar a Astoria.Los retos, esos eran los favoritos de nuestra chica, la cual estaría dispuesta a enfrentar cualquiera, solo para desafiarse a sí misma, para descubrir de qué estaba hecha, ¿y qué mejor que aprovechar la visita de una de las mujeres que más admiraba?—El que da el primer golpe puede ponerse en peligro si no es lo suficientemente astuto como para ganar ventaja sobre su oponente —indicaba con serenidad, parecía una cobra lista para morder.—Adelante, no te compadezcas de mí por ser mujer —se burló.Acto seguido, numerosos golpes resonaron en el lugar, además del movimiento ágil de ambos cuerpos, estos cesaron cuando Astoria se encontraba en el suelo, siendo inmovilizada por Coraline, en un pes
—Coraline, Coraline, Coraline, Coraline, Coraline, Coraline —la llamaba Astoria sin detenerse.Ahora era ella la que rogaba la atención de su amiga, la cual estaba observando al cesto de basura con un semblante de duda. Había algo que no acababa de convencerla respecto a lo relacionado con Astoria y Erika.No conocía a la implicada, pero la mera idea de que hubiera contratado a una persona para que la atacara en el interior de su casa, le hacía pensar en que Erika podría intentar algo más contra su amiga.Si tenía dudas de haber terminado con ella, entonces ese era el motivo por el que envió esa comida envenenada. Coraline no era tonta, y su olfato estaba entrenado, tanto que sabría cuándo había sustancias a unos metros de distancia. Era su bendición y maldición.—¡Eso es! —exclamó ella poniéndose de pie, haciendo que Astoria diera un salto para atrás por la sorpresa.—¡Oye! ¡Avisa que te moverás! —se quejó llevando su mano al pecho—. ¿Qué es lo que dices que es?—Que debemos acelerar
—¿Y bien? ¿Preparamos tu funeral? —sugirió Saddam sentándose como si nada estuviera ocurriendo en algún lugar de la ciudad.—Sí, por lo menos podríamos hacer que los sentimientos se vean bastante reales, y creo que tengo una idea para eso —esbozó una pequeña sonrisa.—¿Cómo pueden estar tan tranquilos cuando Coraline está allá afuera en cualquier lugar? Ni siquiera sabemos a quién se fue a buscar —susurró Marcus confundido y preocupado por la única de los Ahmad que parecía agradarle.—Mi mujer es una fiera, una chiquita brava.—Los que deberían estar preocupados, son ellos, Marcus. Estoy segura de que cuando regrese tendrá una gran explicación de lo que se fue a hacer.Antes de que alguno añadiera algo más, la puerta del departamento se abrió, revelando a Coraline con sus rizos algo alborotados pero con una sonrisa satisfecha en sus labios.—Ya sé quién envió la comida envenenada —soltó dejándose caer en el sofá—. No fue tan sencillo dar con el paradero del repartidor, pero noté que n
Astoria se encontraba frente a su computadora, observaba su ceremonia, su mirada estaba centrada en Marcus, el cual parecía estar mucho más afectado de lo que ella imaginó. Sus ganas de correr a su lado y decirle que todo estaba bien la inundaban, eran casi insoportables, eran solo detenidas porque si salía del departamento podría echar abajo todo su plan.Sus ojos estaban rojos, así como su nariz. Cuando habló con Marcus no podía siquiera detener un poco su llanto, los recuerdos aún eran tan vívidos en su cabeza; sin embargo, una parte de ella se sentía libre al haberlo sacado por fin.Observaba al vacío, su mirada estaba perdida frente a lo que pasó con ella, por lo que pensó, por el hecho de finalmente haber descubierto esa parte que tanto intentó ocultar de su pasado. Un peso fue retirado de sus hombros, su corazón se sentía mucho más liviano.—¿Esa no es…?Su cuerpo se enderezó para prestar mayor atención a lo que sucedía a través de la pantalla. La silueta de Erika apareció, dir
Una de las manos de Marcus que reposaba en la cintura de Astoria, se deslizó llegando a la parte trasera de su cuello, con la intención de profundizar el beso que compartían, lo siguieron hasta que necesitaron tomar un poco de aire.Sus miradas se conectaron. En ese momento no eran necesarias palabras, con solo mirarse a los ojos lograban transmitir sus pensamientos.La mano que permanecía en la cintura de Astoria, la acarició con lentitud, esta se deslizó suavemente a la parte trasera de su espalda, atrayéndola más a él. Sus respiraciones estaban agitadas en su pecho, una sonrisa adornaba sus labios.—¿Acaso el gato te mordió la lengua? —Finalmente susurró ella con una sonrisa pícara en los labios —¿No tienes nada para decir?—¿Podemos repetirlo? —susurró.Una risita escapó de los labios de Astoria, cuando se acercaban otra vez, una gran nube de humo comenzó a salir de la cocina. Olvidó por completo la torta de pollo que estaba horneando, la cual, al parecer, terminó siendo una bola
Los ojos de la víbora se abrieron demasiado. El hombre que estaba en frente de ella, no era el mismo del que se enamoró. Ellos estaban destinados a estar juntos, eso era lo que le correspondía.Durante años vivió bajo la sombra de Astoria, de esa mujer que nunca le importó a Marcus, ¿y ahora se las iba a dar de buena pareja? Todo su sacrificio para mantenerse al lado de él, estaba yéndose directamente al abismo, no soportaba la idea de vivir, sin él; sin embargo, estaba consciente de que ese era un momento de debilidad para Marcus, pues, la mujer que creía amar, había muerto.—Sé que no quieres decir lo que dices en este momento, Marcus. Sé que aún estás dolido por la muerte de Astoria, así que te daré tiempo para que cuando superes este dolor, puedas ver que en realidad estamos destinados a estar juntos. No me cansaré de decírtelo o de recordártelo.Su voz estaba entrecortada, deseaba aferrarse a él con fuerza, para que nada ni nadie se atreviera a alejarlo de ella. Era injusto que e