Por la mañana, con los primeros rayos de sol iluminando su rostro, Alina abrió los ojos incómodos, sintiendo un peso sobre su cuerpo como una montaña. 

Frunció el ceño al bajar la cabeza y vio una mano posesiva reposando en su pecho, mientras que su cuerpo entero estaba abrazado desde atrás, incluso con las piernas cruzadas entre las suyas.

La posición íntima era tan embarazosa que hacía que el corazón latiera y la cara se sonrojara. Aunque ya habían estado juntos dos veces, Alina todavía no estaba acostumbrada y se movió ligeramente, intentando apartar la mano de su pecho.

Pero al moverse, la persona detrás de ella también se despertó y la apretó más fuerte en su abrazo. Alina era muy sensible, incluso el más mínimo contacto la hacía gemir.

 El chico parecía disfrutar especialmente de esta característica de su cuerpo, sintiendo un placer y una satisfacción que los demás no podían igualar.

Abrió los ojos y vio las mejillas de la pers