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Se secó los ojos. Había pasado mucho tiempo desde que un hombre de más de cuarenta años lloraba, y se sentía un poco avergonzado frente a su hija.

Puso la tarjeta en el bolsillo interior de su abrigo y la guardó cuidadosamente.

Eran casi las cinco en punto. Alina estaba de muy buen humor. Con ese dinero, los problemas de su familia ya no serían un problema para ella. Tenía la seguridad de que, con ese capital, su padre, con su experiencia en los negocios, podría manejarlo sin que ella participara en absoluto.

"Papá, ¿fuiste a ver a Estrella en la casa de mi tía? ¿Cómo está su mano?" No es que no quisiera ir a ver a su prima, sino que su madre no la dejaba ir, diciendo que su tía estaba enojada y que si iba, sería ella quien recibiera el golpe.

De hecho, ella no quería ir. ¿Por qué debería asumir la culpa de un

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