DEMIÁN.
—¡Encerio fue un accidente!— Se escuso entre risas. —Y le pedí perdón por lo sucedido.—
—Yo creo que quedó impactada con mi belleza y por eso estrelló su helado en mi camiseta. quería una forma de llamar mi atención.— Bromeó Duncan, dejando un beso en la frente de Kendra.
—Me están dando diabetes chicos.— Bromeó esta vez Demián.
Kendra y Duncan rieron.
—Hermano no seas así. — Sonrió. —De que estábamos hablando de helado se me ha antojado uno.—
—Vamos por unos entonces.— Contesto Demián.
—Tal vez Duncan pueda ir por ellos, yo necesito hablar contigo de algo hermano.— Lo miro de forma inquietante.
—Ire por ellos ya regreso.— Emprendió su caminata a la heladería.
—¿Recuerdas la plática que quedó pendiente?— Pregunto su hermana.
—Claro que me acuerdo — Soltó un suspiro. —Ven, vamos a sentarnos.—
—Falta poco para que me vaya, también pronto es el aniversario luctuoso de Kiara y quiero que vayamos a verla al cementerio,hacerle una misa, colocarle velas y dejarle unas cartas.— Tomo la mano de Demián.
—Su aniversario luctuoso — Repitió, sintió un dolor en su pecho. -
—¿El vendrá?—
—Si, el también fue parte de su vida al igual que Duncan y irma.—
—Si tan solo me hubiera dado cuenta del daño que le hacía.— Un rasgo de dolor surcó sus rasgos. —Si tan solo.....si tan solo la hubiera tratado bien.— Un nudo se formó en su garganta.
—Hermano.....
—Perdon por la tardanza, había demasiada gente. Helado de fresa para Kendra y para mí cuñado de chocolate se me olvidó preguntar de qué sabor querías lo siento — Estiró el helado.
Demián, lo tomo. intento tranquilizarse no quería que Duncan lo viera débil.
—Gracias, me gusta ese sabor.— Agradeció.
Ese sabor, el olor habían que la recordará.
—De nada, ¿Entonces que quieren hacer? Dylan me dijo que hay una feria cerca, podemos ir o....— Guardo silencio. Había nombrado a su hermano, sabía que no era para nada el agrado de Demián, no quería que el entorno se volviera incómodo.
—La feria suena bien pero deberían de ir solo ustedes dos en una cita romántica. Si voy yo me sentiré un mal tercio.— Ánimo. no quería que Duncan se sentirá mal. —Nos podemos ver en casa, preparare la cena.—
—No eres mal tercio me gusta que vayas con nosotros.— Su hermana lo miro.
—Estoy cansado por el trabajo fue un día pesado hermosa pero los espero para la cena.— Acarició su cabello.
—Terminemos el helado para ir, pero en la cena no te podrás deshacerte de nosotros, jugaremos algunos juegos de mesa.— Dijo Duncan dándole un mordisco a su helado de vainilla.
—Bien espero estés preparado para perder.— Bromeó Demián.
Al terminar y despedirse se fue a su hogar.
En ningún momento dejó de pensar en la carta y foto que recibió el día anterior.
aún no entendía de que se trataba.
Se encontraba recostado. El timbre de la puerta resonó por toda la casa.
por lo cual se tome que incorporar.
—¿Quién es?— Pregunto a pocos pasos de la entrada.
—Soy yo, abre.— Respondió su primo.
—¿Que haces aquí?— Pregunto fastidiado cuando tuvo la puerta abierta.
—Prometiste cuidad a mi familia así que los he traído, las cosas con los rivales se han complicado.—
—Deberias abandonar ese mundo de m****a , ¿donde están?— Miro tras suyo y pregunto al no verlos.
—Estan en el auto, iré por ellos.— Dejó las maletas en el suelo. —Sirve para algo y mete el equipaje —
—Imbecil— Murmuró para tomarlas, las dejaría cerca de las escaleras.
—Ven amor entrá.— Escucho la voz de su primo.
—Buenas tardes.— Saludo su pareja. —Me llamo Azucena y el Adriel.— Presentó a su pequeño hijo.
—Un gusto, me llamo....
—Lo se, te llamas Demián.— Corto lo que iba a decir.
Era claro que lo conocía. como olvidarlo si el marco de forma trágica la vida de su amiga.
—Ximena— Llamo a la encargada de la casa.
—¿Si, joven west?— Preguntó.
—Lleva a la señora Azucena y a su habitación y dile a Isidro que suba las maletas.— Ordenó.
—Enseguida joven West. ¿me acompaña?—
—Si, Gracias por dejar que nos quedemos.— Agradeció a Demián. —Por favor cuídate mucho.— Beso los labios de su esposo para seguir a la señora Ximena.
—Supongo que eso es todo, no te molestare más. Cuidalos bien.—
—¿No quieres quedarte a comer?— Invito.
—Sera en otra ocasión ahora tengo que hacer todo lo posible para vencer a esos malditos hijos de p**a —
—Esta bien, cuídate imbécil.— Lo despidió.
—¿Señor west?—
—¿Si?—
—La señora Azucena se ha instalado ya en su habitación iré por isidro.— Aviso.
—Esta bien, Gracias. Dígale que necesito qué me consiga más guardias de confianza para que cuiden la casa.—
—Si joven.— Se marchó.
Horas después.
—¿¡Hermano, llegamos!?— El grito de su hermana lo despertó.
Su cabeza dolía pero agradecía la presencia de Kendra, estaba teniendo una pesadilla de la cual no podía despertar.
Fue al baño para lavar su rostro.
Se miro en el espejo. no podía reconocerse.
Podría mostrarse estar bien pero por dentro estaba gritando de agonía.
Secó su rostro y bajo en busca de la visita.
—¿Como les fue?— Pregunto apenas los vio.
—Duncan vómito al bajar de la montaña rusa.— Río.
—¡Kendra! ¡Quedamos que sería un secreto.— Exclamó avergonzado.
—Lo olvide, lo siento.—
—Te vez pálido.— Río junto con su hermana. —¿ya cenaron?—
—No, quedaste que cocinarias algo.— Refunfuñó.
—Lo siento, lo olvidé pero podemos pedir pizza.—
—Pizza y hamburguesas— Sugirió Duncan.
—¿Como puedes comer después de vomitar?— Preguntó Demián.
—Por lo mismo que vomité, vacíe mi estómago ahora tengo hambre.— Rasco su nuca nervioso.
—¿Pueden ir llamado y ordenar? Iré por azucena.—
—Espera hermano, ¿Quién es Azucena?—
—La esposa de Marcelo, me ha pedido que la cuide y a su hijo.— Alzó los hombros.
—¿En qué problemas se metió ahora?— Puso los ojos en blanco.
—El los resolverá.— La tranquilizo.
—Bien, eso espero. Ve a buscarla he traído varios juegos de mesa.— Le dio un pequeño empujón para que caminará. —Cariño tú llama por las hamburguesas y yo llamaré para las pizzas.— Está vez le hablo a Duncan.
—Sera una larga noche.— Pensó Demián mientras subía las escaleras
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"Soy un muerto encerrado en un cuerpo vivo, soy un vivo que hace tiempo se murió."
KIARA.Días después.—Hola lili.— Saludo sentándose a su lado.—Hola emma.— Saco una barra de chocolate de su mochila. —Toma, lo he comprado para ti.——Gracias.— Abrió la barra para darle un mordisco. —El chocolate es mi favorito.— Sonrió.—Casi no sonríes, deberías hacerlo más.— Ánimo, dándole unas palmaditas en la cabeza.—¡Oye! No hagas eso — Se quejó.—Shh, El profesor llegó — Río por lo bajo.Una hora después.—¿Qué harás este fin d
KIARA.Miraba la carta en su mano aún no se había atrevido a leerlaEran ya las tres de la madrugada y seguía sin poder dormir.El hombre aún no llegaba, estaba sola con miles de tormentos en su cabeza.Ser una persona emocional era tan jodidamente asfixiante.Tomo una manta, cubriéndose con ella salió al balcón de su habitación.Todo estaba cubierto de nieve era algo tan hermoso de ver pero a la vez transmitía nostalgia o es ¿que tan solo ella lo sentía así?No le importó sentir el frió recorrer su cuerpo, la manta no era lo suficientemente gruesa para cubrirla pero si no salía se sofocaria.Tomo asi
KIARA.—Veo que te has levantado. ¿Que tal la resaca?— Pregunto dándole un trago a su vaso de jugo.—¿Qué hora es?, Me duele la cabeza.— Se dejó caer en la silla, sobándose las sienes.—Las doce, dormiste mucho. — Se levantó. en busca de un plato y un vaso. —Toma, desayuna y bebé el agua con esta pastilla. no te la tomes sin antes tener algo en el estómago.—Dejo en la mesa un tazón con fruta picada.—Gracias.— Pincho con el tenedor un pedazo de melón para llevárselo a la boca. —Me duele la costilla y la frente.— Se quejó, Cuando termino de masticar.—Cuando llegaste al parecer choca
KIARA.Abrió la puerta de la casa, se encontraba demasiado cansada había tenido varios exámenes ese día solo quería comer algo rico tomar un baño y dormir.—¡Mierda!— Gritaron, provocando que se asustará.Sabía que era el hombre, con pasos rápidos fue hasta donde se hallaba.Al llegar vio como azotaba la puerta del sótano y cómo colocaba un candado.aquello se le hizo estraño, se estaba haciendo ideas que esperaba fueran erróneas.—¿Estás bien.?— Se acercó con sumó cuidado.estaba realmente exaltado. podía notarlo por su respiración.
KIARA.Se miro en el espejo. Se había decido por una camisa de manga larga negra con cuello de tortuga y un vestido de tirantes color blanco y negro de cuadros.Dejo su cabello suelto, lo tenía hasta los hombros.Tock tock—Señorita Kiara el señor quiere que baje, la cena está lista.—Hablo tras la puerta la señora que cocinaba.apenas ese día había regresado de sus vacaciones.Soltó un suspiro.Quería tomar el valor para bajar y verla.—¿Señorita Kiara?— Volvió a llamar al no obtener respuesta.—Enseguida voy.— Respondió tomando la perrilla de la puerta y abriendo. 
KIARA.—¿Vamos?— Pregunto con entusiasmo Lili.—No lo sé, tengo que pedirle permiso a mi hermano.— Respondió.No se sentía bien, creía que sería un gran error salir a comer y al cine sabiéndo que Kendra estaba en casa encerrada.—¿Le has dicho a tu hermano que salias temprano hoy?— Preguntó, con la mirada en algún punto del estacionamiento.—Si, ¿porqué?— desconcertada la miró.—Por qué creo vino por ti, recuerdo el auto. No me habías dicho lo guapo que es tu hermano.— Contesto con una sonrisa coqueta.—¿Que?— Miro la misma dirección que su compa&nt
Kiara.Semanas después.—¿Gustas más flan?— Preguntó el hombre, con la mirada en Kendra.Ella negó.—¿Disculpa? No te escuché.——No.— Miró su plato. —No gracias.——Y ¿Tu Kiara?——No ya he comido mucho.— Respondio. —Si me permiten iré a mi habitación a terminar mis tareas.——Anda ve, Cuando termines baja a mi despacho quiero hablar de unas cosas contigo.——Si, permiso.—
KIARA. Subió las escaleras con demasiado cuidado, no quería tirar la bandeja, ahora ella y el hombre compartían la misma habitación. Cuando llego hizo maniobra para sacar la llave de su sudadera. abrió la puerta con dificultad. —Buenos días Kendra, he traído el desayuno.— Hablo, viéndola en el sillón. —No tengo hambre.— Murmuró. sin mirarla abrazaba sus piernas. —Tienes que comer— Suspiró. —¿Acaso eres sorda? Te he dicho que no tengo hambre.— —No importa si tienes hambre o no, tienes que comer o el se enojara.— —Habla con el, tiene que entender que nuestro amor solo fue pasajero un amor adolescente que se ha acabado.