LUCIANA
En esta vida venimos a sufrir, pero también hacer felices. Durante casi 25 años había llegado entender la vida que nos tocaba, ¿existía el destino?, no estaba segura de ello, solo que uno era el dueño de sus propias decisiones, uno elegía a quién tener en a tu lado y a quién le decías adiós.
Este pequeño periodo había aprendido muchas cosas. Dejé de ser la Luciana de antes. Paso un año, la muerte de uno de mis seres más queridos, mi angelito. Un año en que mi madre cayó a la cárcel. Y un año en que me entregué a la persona que llegué a creer que era la indicada, pensando que era el indicado, el verdadero amor. Pero el tiempo me había demostrado lo contrarío, la vida me había puesto personas en el camino y otras las había quitado. Eso significaba una sola cosa, que esas que se iban, eran pasajeras, y jamás volverían.
Así como habían pasado cosas malas, también habían ocurrido buenas. La vida seguía y vendrían mas oportunidades, más personas, otras se irían, y otras permanecerían para siempre. Como dicen, el tiempo lo dirá todo y es el que ayudará a sanar. Lo primero lo tenía muy claro, pero lo segundo no tanto, ya que aún dolía, no mucho como al principio, pero era algo que aún no podía superar, aunque demostrara lo contrario.
Y hoy era un día de esos en los que te dabas cuenta de ello. Estaba llorando a mares. Empezaba a convertirme en una profesional en mi trabajo, aún no tenía tanta experiencia pero ya andaba dando frutos de ello. Me encontraba de pie mientras por mi vista miraba una escena muy hermosa y conmovedora. Se estaban casando James y Marisa. Se veían tan enamorados. Y parecían amarse más que al principio. El como se miraban y se besaban era lo que lo comprobaba, del inmenso amor que se tenían.
El sacerdote da por terminada la ceremonia, los novios cruzan el pasillo aún mirándose con los ojos brillantes de emoción.
Marisa se había convertido en una gran amiga para mí, nos habíamos comenzado a llevar más y salíamos juntas a tomar el café o a comer. James siempre había sido un buen amigo, al igual que su hermano, pero este tiempo nuestra amistad creció más.
Con Liam había vuelto a tener contacto un par de veces, pero ya no era tan frecuente como al principio. Él estaba haciendo su vida y eso me daba mucho gusto. Ya tenía novia, era algo reciente, así que aún no era nada seguro, pero aún así se había dado la oportunidad de intentarlo con alguien, y eso era bueno. Había regresado solo para estar presente en la boda de su hermano, y nos volvimos a ver después de un año y unos meses. Me presento a su novia, y ya estaba empezando a caerme bien. Era una chica educada, y se veía que era de familia adinerada, con buena posición, es lo que le iba a él.
Y no podía faltar mi adorable y loca amiga, Rebecca. Ella siempre estaba a mi lado, acompañándome a cualquier evento o aventura, como yo lo hacía ahora con ella. Después de que nos habíamos mudado al mismo departamento, casi toda la mayoría de las cosas las hacíamos juntos, solo que habían cosas en las que no quería acompañarla, como cuando se iba de baile por la noche a un club o la invitaban alguna fiesta. Y aunque aún así quisiera hacerlo, mi trabajo tampoco me lo permitía. No tenía energía para ir a esos sitios, siempre me pregunté de donde le salía tanto aguante a ella. Sobre su amorío, seguía en las mismas, nada serio, decía que aún no llegaba el indicado, y por esa razón tenía que besar sapos para encontrar a su príncipe. "Sí según existí."
Yo quería decirle que no existían los príncipes, eso ya lo sabía desde pequeña, pero por tonta, por pensar lo contrario, me lleve la desesperación más grande de mi vida, haciéndome caer de mi nube, donde me encontraba flotando, mientras soñaba en el hombre perfecto. Pero quizás solo no existían para mí, y para ella tal vez la vida le tenía una sorpresa, por ese razón no quise darle la contra y solo la animé a decirle que en el momento menos esperado aparecerá su príncipe. Ella me ignoró ya que solo lo decía jugando, no es que lo esté esperando.
Volviendo al presente, y haciendo a un lado mis atormentados pensamientos. Me pongo de pie, para casi salir corriendo detrás de los novios, estaba muy distraída. Era la dama de honor, Marisa me había elegido, y no podía rechazar la oferta, me sentía halagada por ello. El padrino era Liam, así que me ofreció su brazo para que lo tomara y nos acercáramos a ellos, mientras su novia caminaba agarrada de su otro brazo. A veces pensaba que la chica sabía algo de los sentimientos que llegó a tener mi amigo por mí, y es que su actitud a veces lo parecía. Pero no tenía porque sentirse insegura, él seguía significando lo mismo para mí, y eso no iba a cambiar, se que él había dejado de quererme, de la manera que lo hizo en el pasado, él me lo había dicho, y yo quería creerle. Nos dirigíamos a las mesas, mientras el fotógrafo seleccionado para tomar las fotos, lo hacía primero con los novios.
Son casi la una de la madruga y la fiesta sigue, no tenían para cuando finalizarla, así que me levante para marcharme, no sin antes de despertarme de mis amigo. No podía quedarme a esperar a que terminará todo el baile. Si antes no tenía tiempo ahora era peor, en ningún evento me quedaba más tiempo. Debía volver a casa y preparar todo lo que tenía que presentar para mañana en la comida que tendremos como reunión con unos socios nuevos de la empresa.
La empresa en la que trabajaba, era donde Alex Wembley, el amigo insoportable de Rebe, el que conocí en el evento de caridad hace como dos años atrás. Su padre era el propietario, y ese lugar fue uno en donde envié currículum. En ese tiempo creí que era para mi mala suerte. Fueron los únicos que me ofrecían un mejor vacante, lo que se acercaba más a mi carrera. Como no estaba enterada de que él era hijo del dueño, acepté, pues no me pasaba por la mente que lo fuera y que algún día me lo volvería a cruzar en la vida.
Mi arrepentimiento vino después, cuando lo vi. Intento molestarme al principio y creía que mi estadía allí iba hacer un completo infierno. Pero con el tiempo todo fue cambiando, su actitud fue siendo otra, hasta el punto de hacer las paces, y enfocarnos solo en el trabajo. De tanto convivir y vernos seguido, fue cambiando, se volvió educado, caballeroso y amable, que no sabía que algo así existiera en él. Terminamos siendo amigos, a Rebecca se le hacía algo imposible. Decía que no se tragaba su sinceridad, yo no le tome importancia, mientras no intentara sobrepasarse conmigo, todo estaba bien.
Pero definitivamente él había cambiado, lo demostró todo este tiempo. Hoy en día llevo ocho meses elaborado en la empresa de su familia, me han ascendido hace un par de meses atrás y todo se lo debo a él. Él siempre ha creído en mi capacidad para trabajar. Todo este tiempo demostré lo que sabía hacer y lo que había aprendido y por esa razón me ascendieron.
Deje de ser la asistente del director de finanzas, para ser una ejecutiva economista. Ahorita estaba encargada de finanzas y del gran nuevo proyecto que están por construir.
Y para eso la empresa a la que trabajo es la encargada de financiar, trabajar en el diseño y dar la orden a las constructoras con las que están asociadas para autorizar la construcción del nuevo proyecto. La de la familia de Alex es una asociación arquitectónica una compañía inglesa, tienen sus socios pero solo su padre y él son los encargados de los tratos y asociaciones.
Alex es arquitecto, y su padre lo dejó como vicepresidente de la compañía. Durante este tiempo hemos sido un gran equipo. Tengo la suerte de tener un buen empleo y buenos compañeros.
Tal vez mi vida ya no era la de antes, y extrañaba muchas cosas, pero con esto que estaba viviendo, con mi nuevo trabajo, nuevas personas y amistades, eso me ayudaba a tener una vida tranquila y distraerme para no estar pensando en el pasado, para no estar pensando en él, aunque ya no estuviera presente, seguía estando en mi mente y en mi corazón.
ERICKGiro en la cama para ver el amanecer, que entraba por mi ventana. Es una de las cosas que más me gustaba, al vivir en esta casa. Podía ver el sol reflejado en el mar, mientras escuchaba el sonido de las olas. Me destapo, arrojando la sábana al otro lado de la cama, llevaba unos minutos despierto mientras miraba el infinito sin tener idea de qué hacer con mi vida.Me dirijo hacía el baño, mientras me deshago de la ropa, me meto en la ducha. El agua caliente tarda en llegar, así que para entonces ya estoy más despierto. Mi teléfono suena en algún lugar de la recámara, lo escucho a lo lejos. Sea quien sea puede esperar. Una vez de terminar de asearme, con la toalla enrollada, voy a la habitación a vestirme.El móvil vuelve a sonar, resoplo mientras lo busco. Lo tomo y miro la pantalla, es Sam, mi amigo, mi socio. Con el ceño fruncido acepto la llamada y lo pongo en alta voz, mientras me vo
LUCIANAComo todos los lunes, me levanto de un brinco de la cama, al escuchar mi despertador. Siempre son así, los domingos que no me relajo en casa y termino yendo a un evento, acabo desvelada y con ojeras. Por esa razón me niego a salir con Rebe los fines de semana. Prefiero descansar, que en vez de salir de fiesta, me gusta quedarme en el sillón sentada viendo películas o leyendo un libro. Ese es mi actual pasatiempo. Aunque me diga mi amiga que soy una aburrida.Tomo un baño rápido para poder despertarme, que mucha falta me hacia. Salgo envuelta en la toalla, cuando paso por la puerta de la habitación de Rebe, golpeó tres veces.— ¡Ya es hora! — grito, y paso de largo.Me encierro en mi habitación. Normalmente siempre me pongo blusas, con alguna falda entubada y tacones no muy altos, me gustan que sean algo cómodos ya que necesito que mis pies aguanten varias corridas.<
LUCIANASeguía de pie en el mismo lugar, no podía reaccionar, él siguió avanzando. Yo estaba apunto de desmayarme, pero cuando esa mujer, se acercó a él y le tocó el hombro, él se detuvo como por arte de magia. Sin apartar su mirada de la mía, ella se acercó más a él y le susurró algo.Parecía que su mente estaba en otro lugar, pero respondió después de unos segundos, desvió su mirada y se giró hacia ella. Ya había dejado de verme para verla a ella. «Por supuesto, ella es su esposa.» Ahora era ella la que me miraba, mientras él me daba la espalda. Intentó sonreírme, una que pareció más una mueca, claro que le ha de molestar o hasta afectar ver a la amante de su marido. «Qué vergüenza.»Dejó de verme y se regresó a él, caminan hasta la mesa para tomar asiento en unos asientos, yo sigo donde mismo. En eso Alex se acerca y se pone frente a mí, para que note su presencia.— Luci,
LUCIANAMe giro para ver a Alex, para decirle en voz baja que lo veo más tarde en su oficina, para así seguir con el trabajo pendiente que tenemos. Él acepta respondiendo solo con cabeza mientras asiente.Vuelvo a girar para despedirme educadamente y salir de ahí.— Sí me lo permite regresare a mi área de trabajo — me dirijo a mi jefe — Fue un placer — digo, intentando sonar un poco segura para referirme también a esa parejita, pero sin dejar de ver solo al señor Alfred.No me atrevía girar mis ojos para verlos, no quería verlos tomados de la mano, como una pareja enamorada.Mi jefe asiente con la cabeza mientras me regala una amable y sincera sonrisa.Giro por completo sin voltear a verlos y salgo mientras paso por la puerta de la sala de juntas. Camino a pasos rápidos, 《necesito alejarme lo más que pueda》 hago lo que puedo con estos tacones para caminar
ERICKNecesitaba borrar de mi mente lo que mis ojos acababan de presenciar y el arrebato que tuve de seguirla, no sé que es lo que me había pasado. En cuanto la vi por primera vez después de mucho tiempo, creí que era necesario que supiera toda la verdad del asunto que nos había separado, pero ella seguía sin querer saber, si antes no quiso saberlo, ahora menos le interesaba.Pero lo que más me había dolido eran sus duras y frías palabras "Usted solo es pasado" me afectó lo que dijo, pero algo me decía que no eran muy ciertas sus palabras, se que estaba intentando demostrar ser fuerte, y no es que no lo sea. Ella es una mujer con mucha fortaleza, pero se que cuando se trata de nosotros o de mí, era diferente. Se muy bien lo que llegue a significar para ella, que al igual sabía lo frágil y vulnerable que fue el tiempo que estuvo conmigo, a ella le gustaba que la protegiera, que yo fuera su sustento, su ancla p
LUCIANA— ¡Qué, qué! — grita Rebecca — ¡Oh por Dios!, ese es el destino — dice emocionada — Tú no creías en el. Yo te lo dije muchas veces, que tarde o temprano la vida te lo pondría en tu camino nuevamente.Mi amiga exaltó y emocionó cuando le dije que lo había vuelto a ver, y que él era como quién dice mi nuevo jefe.Ella siempre decía que si las cosas pasaban por algo, supuestamente.. significaba porque el destino nos ponía en nuestras vidas oportunidades que nunca teníamos que dejar pasar.No sé de dónde se había vuelto tan ingeniosa para ese tipo de cosas. Quizás el tiempo que se junto con unos hippies le metieron ideas extrañas.— Y sigo no creyendo — respondo, me
E R I C KEstas semanas logré evitar ir a la empresa Wembley, solucionado quien tenía que remplazarme para ir con Sam al viaje. Pero aún así estaba indeciso, deseaba ir, quería volverla a ver, estar cerca de ella o por lo menos me conformaba con solo verla de lejos.No sabía cómo enfrentar todo esto, no podía estar huyendo todo el tiempo, no quería hacerlo. Pero tampoco creía que fuera capaz de resistirme si la llegará a tener nuevamente cerca.— Erick — dijo Sam, inmediatamente después de llamar a la puerta.La voz de mi amigo hizo que dejara mis pensamientos, le eché un vistazo rápido mientras proseguía con mi trabajo.— Sí — respondí.— Sigues en la luna — Abrió la puerta y entro a la oficina, mientras ponía una estúpida sonrisa.— ¿Qué quieres?, que no sé supone que tienes trabajo — respondí con algo de molestia, pero no era por eso, sino p
E R I C KEl tiempo se fue en solo charlar de negocios, después de que note que tomara algo de confianza y hablaba de más entre algunos tragos, era mi oportunidad para sacarle información de su vida personal.Pero cuando estaba por hacer la pregunta, mi amigo se adelantó y habló.— Bueno y ya que andamos algo entrados con unas copas de más, la verdad lo que menos quiero ahora es saber más de trabajo. Porque no mejor hablemos de otras cosas — dijo, me echo una mirada rápida mientras sonría de lado.El otro tipo no había entendido su comentario, pero yo sí. «Él era mi cómplice.»— ¿Cómo de qué? — preguntó el tal Alex.— Como.. de chicas — soltó mi amigo con una perversa sonrisa.Por fin entendió lo que quería decir Sam y le regaló una sonrisa cómplice mientras negaba con la cabeza.— Soy pésimo en eso.. si les