Inicio / Romántica / Volver a Ser Tuya / Capítulo5 Lucía merecía vivir
Capítulo5 Lucía merecía vivir
—No le culpo por no entender la ley médica, señor César. Sin embargo, debo informarle de que se me prohíbe ejercer fuera de mi lugar de colegiación, que resulta ser el Hospital de Guadalajara, así que... lo entiende, ¿verdad?

Normalmente, ella daría una explicación más breve. Sin embargo, por el bien de su paciente, estaba dispuesta a ir más lejos.

—Entonces, ¿no se puede operar en un hospital privado?—preguntó.

—Exactamente—No quería arruinarle su carrera. Julio se quedó callado. No se esperaba una normativa así.

—Si no hay nada más en lo que pueda ayudarle, permítame que me disculpe. Pero señor César, por favor, tome pronto una decisión.

Al ver la vacilación de Julio, Sofía supo que no quería trasladar a Lucía al Hospital de Guadalajara porque no confiaba en sus instalaciones y servicios. Siendo así, ella no podía hacer nada.

Pronto, Sofía desapareció de su vista. Alejandro se le acercó y le preguntó.

—¿Aceptó el doctor López operar a Lucía?

Julio negó con la cabeza. Aunque no le prometió que lo haría, tampoco se lo negó. Además, que ella pudiera o no realizar la operación dependía de él.

Ajeno a lo que Julio pensaba, expresó su desconcierto.

—Estos médicos famosos son verdaderamente raros.

Al fin y al cabo, ni siquiera el presidente del Grupo César logró convencerla en persona. Parecía que la doctora López no era una persona fácil de tratar.

Con su espectacular primer día, todos en el hospital la veían con mejores ojos al día siguiente. Los pacientes programados para intervenciones quirúrgicas se mostraron menos reacios a acudir a las citas cuando descubrieron que ella dirigiría sus operaciones.

Sofía realizó tres operaciones en un día. Mientras sus compañeros parecían abrumados, ella se mantuvo llena de energía durante todo el día, sin mostrar signos de cansancio.

—¿Alguna operación más hoy?—le preguntó a Camila, que estaba detrás de ella.

—Ya no—Camila negó con la cabeza. El departamento de neurocirugía del Hospital de Guadalajara no iba muy bien, así que había pocos pacientes. Sin embargo, tenía el presentimiento de que todo cambiaría con la llegada de Sofía.

—Doctora López, siento haberle subestimado esta mañana. Sin duda es usted el mejor neurocirujano que he conocido—dijo uno de los médicos de su equipo. Sus ojos brillaban de admiración.

—También eres la médica más trabajadora que he conocido—añadió otro médico con una sonrisa irónica.

Sonriendo, Sofía les miró y dijo.

—¿Ya están cansados? Solía hacer seis operaciones al día, de la mañana a la noche, sin descanso.

Al oír eso, le dieron un espaldarazo. Las operaciones de cerebro eran notoriamente largas. Además, había muchos nervios en el cerebro. De ahí que los neurocirujanos tuvieran que estar muy atentos durante toda la intervención. Una operación bastaba para agotarles, no digamos ya seis. Los demás médicos estaban demasiado asustados para imaginárselo.

—Ahora por fin todos saben lo grande que es el doctora López—dijo Camila con una risita de suficiencia, orgullosa de que por fin se reconocieran las habilidades de su ídolo.

—Sí, sí, lo sabemos.

—Muy bien, todos. Hoy han trabajado muy duro, esta noche invitaré a todos los de nuestro departamento a cenar—les prometió Sofía. Ya era hora de que cenara con el personal de su departamento.

—No hace falta—respondieron riéndose—. El director de nuestro departamento nos prometió hace tiempo que nos invitaría a una comida para daros la bienvenida.

Iban riendo y charlando mientras se dirigían al despacho del director cuando, de repente, una sombra alta se cernió sobre ellos. Cuando levantaron la cabeza, se sobresaltaron al ver a Julio allí de pie.

¿Por qué estaba aquí otra vez?

Todos se volvieron hacia Sofía. Habían oído que quería que la operara, lo que no hacía más que avivar su admiración por ella.

—Muy bien, muchachos. Nos vemos esta noche en la cena—dijo, mirándolos como si Julio no estuviera delante de ella.

Todos se escabulleron rápidamente, y pronto sólo quedaron Julio y Sofía en el pasillo. Sofía se volvió para mirarle y le dijo.

—Debe de haberse decidido ya que está aquí otra vez, señor César.

Julio asintió, diciendo.

—He trasladado aquí a Lucía, que ahora está en su sala. ¿Cuándo estará libre para echarle un vistazo?

Sofía asintió. Como era de esperar, Julio era firme y rápido en sus decisiones y no dejaba lugar a dilaciones.

—Ahora mismo—respondió ella. Como ahora no tenía nada que hacer, le vendría bien visitar a Lucía. Si iba a operarla, habría que hacer muchos preparativos.

Las dos se dirigieron juntas hacia la sala de Lucía. Sofía no le dijo ni una palabra a Julio por el camino, como si fuera invisible.

Cuando Sofía por fin vio a Lucía, parecía estar grave. Se la veía pálida y frágil, demasiado débil para soportar siquiera una débil ráfaga de viento. Lucía levantó la cabeza cuando los oyó entrar, y sus ojos se encontraron con los del hermoso doctor.

—Julio, ¿quién es?

—Es la cirujana, doctora López.

Lucía se quedó visiblemente sorprendida. No esperaba que su cirujana fuera tan joven. Habría pensado que estaba bromeando si no conociera bien a Julio.

—Hola, doctora López, gracias por aceptar dirigir mi operación—dijo con una sonrisa. Su rostro estaba desprovisto de color, como si fuera a desmayarse en cualquier momento.

Sofía asintió y dijo.

—He leído su historial médico. No se preocupe demasiado. No es un gran problema.

—¿De verdad?—preguntó incrédula. Los médicos del hospital privado le habían dicho más o menos que estaba a punto de morir.
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo