–El único objetivo eres tú, Lía– aseguré tomando su barbilla, temblaba mientras mordía su labio interior e intentaba contener el llanto– Yo siempre voy a estar para ti, cariño, no necesitas estar sola para sentirte independiente, Lía, ¿De qué hablas? ¿Sabes lo fuerte que eres? ¿Lo valiosa que eres? Mírate, estás logrando mucho por tu cuenta, ¡Tú sola! Yo sólo te sostengo, tu psicóloga sólo te escucha, tu papá y Cris sólo te apoyan… Lía, la magia está dentro de ti– Me perdí en sus ojos achocolatados por un momento antes de continuar– Existe la posibilidad de que sea en vano, sí, es cierto, ¿Pero cuánto de ti no está dispuesto a correr el riesgo? ¿Cuántas veces tú, la gran abogada, la doctora Lía Clarkson, no ha corrido riesgos? Aquí la única beneficiada serás siempre tú, y por ende, todos nosotros quienes te queremos con el alma y haríamos lo que sea por nunca perderte.–Por favor… Emmet, bésame– pidió y no dudé en hacerlo, no pude evitar sentir su tristeza y su miedo y sí, yo me sentí
Dos días después luego de desayunar y entrenar por cuarenta minutos -por su petición no por mi exigencia– terminé acompañándola a la cita con el oncólogo. Me sentía realmente nervioso y dudaba ser una buena compañía pero me alegraba que Lía hubiese contado conmigo para algo tan importante, así que por nada del mundo me negaría.El doctor Braxton era uno más de la camada de médicos a bordo del caso de Lía. Ella estaba nervioso, era obvio, y se encogía bajo el sueter de cuello alto y manga larga color blanco que decidió utilizar junto con un pantalón de chandál color negro y zapatillas a juego. Su cabello estaba atado en un moño de bailarina sobre su cabeza con ciertos cabellos del frente cayendo sobre su cara, se había maquillado poco y decidió usar gafas para el sol aún cuando el día era bastante frío y los rayos no quemaban. Entendía que quisiera algún escudo ante la realidad y ahí estaba yo para acompañarla.Decidió no contárselo aún a su padre, no había encontrado la fuerza para ha
–LÍA–Abrí los ojos con esfuerzo. Me sentía atontada y un zumbido fastidiaba a mis oídos. Creí que era un mosquito y alcé la mano intentando apartarlo de mi oreja, fue cuando me di cuenta de que estaba siendo monitoreada por una máquina unida a mi dedo y una vía intravenosa en mi mano directo a una bolsa de lo que parecía ser solución fisiológica pero que seguramente tenía algo más.Me impulsé un poco en la camilla y un bulto a mis pies se movió. Era Emmet, estaba sentado en el suelo al final de mis pies y me miró con sus ojos muy abiertos y bolsas bajo estos, el cabello lo tenía revuelto y los labios bastante quebrados, quizás de no hidratarse lo suficiente o de morderlos ante los nervios.–Lía, por fin– dijo sonando aliviado, su voz también sonaba muy ronca. Parpadeé de forma lenta, me di cuenta de que debían haberme dado algo para que estuviera tan mareada.–¿Qué…pasó?-- mi voz no se sentía mía, tenía una profunda sed y Emmet pareció leer mi mente puesto que junto con ponerse de pi
–LÍA–No sé cómo lo logró, pero lo hizo.Emmet me escribió cuando estaba en la sala de espera del segundo piso, yo me encontraba en el primero por lo que cuando los guardias dieron la ronda no tuvo ningún problema en colarse entre pasillos y llegar a mi habitación en donde lo recibí con una sonrisa y las risillas de unos adolescentes que acaban de encontrarse a través de la ventana.–Estás realmente loco– le avisé mientras se sentaba junto a mi en la camilla.–Por ti– aseguró besando mi mejilla y haciéndome sonreír– Y por las gomitas, ¿Me das?-- me reí mientras compart&iacut
–Parece que todo está bien– el doctor leía las pruebas realizadas y yo movía los dedos con nerviosismo mientras permanecía sentada dentro de aquella camilla. No me habían dejado poner de pie para otra cosa que no fuese ir al baño y nadie sabe lo desesperante que es que te aten una cama cuando has luchado para levantarte por un largo tiempo. –¿Quiere decir que ya puedo salir de aquí?-- pregunte esperanzada y él me regaló una sonrisa triste. Terminé encogiéndome dentro de mis hombros.–Ya confirmamos que el ataque de pánico ha sido superado exitosamente y tus valores están estables por completo, ahora queda atacar lo que realmente te trajo hasta aquí en primer lugar, ¿No lo crees?Asentí, sólo éramos nosotros dos y la enfermera en esa habitación, quien estaba quitándome las conexiones al brazo y aunque intentaba ignorarlo sin duda dolía un poco.–Cuánto antes mejor– afirmé.–Bien, me gusta esa actitud– dijo orgulloso el hombre que me conocía desde hacía años– Entonces empezaremos esta
–LÍA–Me sentía aterrada dentro de aquella máquina, no era la primera vez que entraba en ella sin embargo nunca dejaba de sentir el mismo miedo. Estaba sola en un espacio que no tenía más de setenta centímetros de diámetro, el largo tubo se sentía como una minúscula jaula y aunque sabía que contaba con la total atención del doctor Braxton y de su equipo, tuve que obligarme a cerrar los ojos y respirar con calma, manteniendo el control de mi mente y recordandome que esto no tenía por qué estresarme, sólo era un procedimiento normal y corriente, todo acabaría pronto y sería más sencillo si me comportaba de forma correcta.–¿Estás lista, Lía?-- las bocinas dentro de la máquina de resonancia se hicieron eco sobre mi cabeza, era la voz del doctor.–Sí–dije con una voz que indicaba lo contrario.–Vamos a empezar, ¿Bueno?–Ujum– murmuré sintiendo mi corazón latir con fuerza. El sonido hizo eco en mis oídos e intenté dominar mi respiración y contar de forma mental hasta un número de tres cifr
El día se acabó más pronto de lo que hubiese querido, la compañía de Emmet me hacía más amena la vida y no puedo decir que mi corazón no se contrajo al darme cuenta de que en aquella noche no me podría acompañar. Lo comprendía, no podía ser tan egoísta y comprendía mejor que nadie el cansancio emocional que mi novio cargaba encima. Insistí mucho para que dejara de lado su orgullo y comprendiera que, si había algo con lo que la vida me había bendecido era con una prosperidad económica de la cual no había otra opción sino disfrutar. Porque si algo me negaba a cambiar de esa mentalidad de la que lucho cada día por salir, es que la vida era una y en la tumba no cabría nada más que un cuerpo frío. Haría todo lo posible para ayudarlo, eso incluía ayudar a su familia. No había otra opción cuando aquel hombre había transformado mi vida a un mil por ciento y para mejor. Eran alrededor de las once treinta, estaba en mi camilla saboreando el restante de aquel delicioso pastel húmedo de tres l
La bandeja de la torta húmeda estaba sobre la mesa de noche y mis ojos perdidos estaban sobre ella. Había perdido apetito, sueño y ganas de cualquier cosa, eran pasadas las dos y treinta y cinco de la mañana y mi cuerpo se sentía más despierto que nunca. Las palabras de aquella nota que se veía había sido preparada de forma deprisa en una hoja que del lado contrario tenía un examen médico y que terminó siendo escrita con el mismo bolígrafo que las enfermeras buscaban dentro de la habitación.Había visto la imagen por un minuto continuo, quizás. Eso fue suficiente para que quedara impregnada en mi cerebro después de haberse despedido la enfermera que se marchaba para continuar con su trabajo aún con el corazón vuelto un estropajo, como el resto del personal médico.“09 de octubreTengo que terminar con esto, lo siento, sé que uno de ustedes va a encontrarme y siento mucha pena por el desafortunado o desafortunada. Es sólo que me cansé.Estoy realmente exhausta. La fatiga, la fiebre, l