–LÍA–Abrí los ojos con esfuerzo. Me sentía atontada y un zumbido fastidiaba a mis oídos. Creí que era un mosquito y alcé la mano intentando apartarlo de mi oreja, fue cuando me di cuenta de que estaba siendo monitoreada por una máquina unida a mi dedo y una vía intravenosa en mi mano directo a una bolsa de lo que parecía ser solución fisiológica pero que seguramente tenía algo más.Me impulsé un poco en la camilla y un bulto a mis pies se movió. Era Emmet, estaba sentado en el suelo al final de mis pies y me miró con sus ojos muy abiertos y bolsas bajo estos, el cabello lo tenía revuelto y los labios bastante quebrados, quizás de no hidratarse lo suficiente o de morderlos ante los nervios.–Lía, por fin– dijo sonando aliviado, su voz también sonaba muy ronca. Parpadeé de forma lenta, me di cuenta de que debían haberme dado algo para que estuviera tan mareada.–¿Qué…pasó?-- mi voz no se sentía mía, tenía una profunda sed y Emmet pareció leer mi mente puesto que junto con ponerse de pi
–LÍA–No sé cómo lo logró, pero lo hizo.Emmet me escribió cuando estaba en la sala de espera del segundo piso, yo me encontraba en el primero por lo que cuando los guardias dieron la ronda no tuvo ningún problema en colarse entre pasillos y llegar a mi habitación en donde lo recibí con una sonrisa y las risillas de unos adolescentes que acaban de encontrarse a través de la ventana.–Estás realmente loco– le avisé mientras se sentaba junto a mi en la camilla.–Por ti– aseguró besando mi mejilla y haciéndome sonreír– Y por las gomitas, ¿Me das?-- me reí mientras compart&iacut
–Parece que todo está bien– el doctor leía las pruebas realizadas y yo movía los dedos con nerviosismo mientras permanecía sentada dentro de aquella camilla. No me habían dejado poner de pie para otra cosa que no fuese ir al baño y nadie sabe lo desesperante que es que te aten una cama cuando has luchado para levantarte por un largo tiempo. –¿Quiere decir que ya puedo salir de aquí?-- pregunte esperanzada y él me regaló una sonrisa triste. Terminé encogiéndome dentro de mis hombros.–Ya confirmamos que el ataque de pánico ha sido superado exitosamente y tus valores están estables por completo, ahora queda atacar lo que realmente te trajo hasta aquí en primer lugar, ¿No lo crees?Asentí, sólo éramos nosotros dos y la enfermera en esa habitación, quien estaba quitándome las conexiones al brazo y aunque intentaba ignorarlo sin duda dolía un poco.–Cuánto antes mejor– afirmé.–Bien, me gusta esa actitud– dijo orgulloso el hombre que me conocía desde hacía años– Entonces empezaremos esta
–LÍA–Me sentía aterrada dentro de aquella máquina, no era la primera vez que entraba en ella sin embargo nunca dejaba de sentir el mismo miedo. Estaba sola en un espacio que no tenía más de setenta centímetros de diámetro, el largo tubo se sentía como una minúscula jaula y aunque sabía que contaba con la total atención del doctor Braxton y de su equipo, tuve que obligarme a cerrar los ojos y respirar con calma, manteniendo el control de mi mente y recordandome que esto no tenía por qué estresarme, sólo era un procedimiento normal y corriente, todo acabaría pronto y sería más sencillo si me comportaba de forma correcta.–¿Estás lista, Lía?-- las bocinas dentro de la máquina de resonancia se hicieron eco sobre mi cabeza, era la voz del doctor.–Sí–dije con una voz que indicaba lo contrario.–Vamos a empezar, ¿Bueno?–Ujum– murmuré sintiendo mi corazón latir con fuerza. El sonido hizo eco en mis oídos e intenté dominar mi respiración y contar de forma mental hasta un número de tres cifr
El día se acabó más pronto de lo que hubiese querido, la compañía de Emmet me hacía más amena la vida y no puedo decir que mi corazón no se contrajo al darme cuenta de que en aquella noche no me podría acompañar. Lo comprendía, no podía ser tan egoísta y comprendía mejor que nadie el cansancio emocional que mi novio cargaba encima. Insistí mucho para que dejara de lado su orgullo y comprendiera que, si había algo con lo que la vida me había bendecido era con una prosperidad económica de la cual no había otra opción sino disfrutar. Porque si algo me negaba a cambiar de esa mentalidad de la que lucho cada día por salir, es que la vida era una y en la tumba no cabría nada más que un cuerpo frío. Haría todo lo posible para ayudarlo, eso incluía ayudar a su familia. No había otra opción cuando aquel hombre había transformado mi vida a un mil por ciento y para mejor. Eran alrededor de las once treinta, estaba en mi camilla saboreando el restante de aquel delicioso pastel húmedo de tres l
La bandeja de la torta húmeda estaba sobre la mesa de noche y mis ojos perdidos estaban sobre ella. Había perdido apetito, sueño y ganas de cualquier cosa, eran pasadas las dos y treinta y cinco de la mañana y mi cuerpo se sentía más despierto que nunca. Las palabras de aquella nota que se veía había sido preparada de forma deprisa en una hoja que del lado contrario tenía un examen médico y que terminó siendo escrita con el mismo bolígrafo que las enfermeras buscaban dentro de la habitación.Había visto la imagen por un minuto continuo, quizás. Eso fue suficiente para que quedara impregnada en mi cerebro después de haberse despedido la enfermera que se marchaba para continuar con su trabajo aún con el corazón vuelto un estropajo, como el resto del personal médico.“09 de octubreTengo que terminar con esto, lo siento, sé que uno de ustedes va a encontrarme y siento mucha pena por el desafortunado o desafortunada. Es sólo que me cansé.Estoy realmente exhausta. La fatiga, la fiebre, l
La clínica tenía un aura oscura, mucho más oscura de lo que sería de forma habitual. Las enfermeras hablaban entre murmullos y secaban su rostro. Algunos pacientes hacían casi lo mismo y cuando subí al piso en donde estaba Lía el ambiente era aún peor.Toqué la puerta esperando oír un “Adelante” de su parte. No tardó más de dos segundos y me asomé dentro encontrándome con aquellos preciosos ojos café que parecían acabados de abrir.–¿Te desperté?-- pregunté apenas entré y me sonrió adormecida. Me sorprendía, Lía no era alguien que durmiera hasta tarde regularmente.–Buenos días– dijo y le sonreí sacando la mano que mantenía tras la espalda y enamorandome de sus ojos sorprendidos al ver el obsequio le tendí las flores que le había comprado– Oh, Emmet…– sonrió ampliamente y me acerqué a ella para abrazarla. Las rosas blancas y rosa pálido estaban rodeadas de pequeñas florecillas amarillas y blancas y envueltas en un papel celofán color lila, Lía se veía realmente feliz y me enorgullecí
–Cuando alguien experimenta la pérdida de un ser querido, la persona puede sentir un dolor abrumador, desorientación y desesperación. A menudo, el mejor apoyo que podemos proveer no son palabras sino la generosidad de nuestra presencia. –las palabras del sacerdote eran lo único que se escuchaba en aquel sitio de quizás cinco metros por seis y medio, con unas veinticinco o treinta personas dentro sin incluirme– A veces, un toque con la mano y una mirada o un abrazo considerado pueden comunicar muy poderosamente un mensaje y, a la vez ofrece consuelo, ese consuelo que todos necesitamos y que sentimos su ausencia en medio del pecho cuando la muerte rodea a alguien que conocemos. Considere los momentos en los que usted ha sufrido una pérdida o dolor, y piense en lo que otros dijeron y que usted realmente agradeció. Esta reflexión puede ayudarle a consolar a aquellos que de verdad lo necesitan, aún cuando ni siquiera lo ven. Dios recibe entre sus manos a quienes se arrepienten de corazón,