Capítulo 4

Maiquel

Adiós, mí luna, —me acercó y le doy un casto beso en los labios.

Después de despedirme de mi luna bajo a donde deje parqueado mi auto, me subo y voy directo a mi apartamento: entro al edificio, subo al elevador y voy al último piso; es mejor estar en el piso de arriba porque hay menos ruido.

Llegó a mi piso entro y voy directo a mi habitación, me quito el polo que tengo puesto, me despojó de mis Bans y por el mismo lado quito mi pantalón, quedándome en bóxer, me despojó de ello que dando completamente desnudó.

Así desnudo voy al baño y entro de bajo de la lluvia artificial después de lavar mi cuerpo me seco y voy directamente desnudó a mi cama. Me acuesto y me cubro con las colchas blanca de lino, si me encanta dormir desnudó es más cómodo así. Después de un rato pensado en mi luna y que he quedado con ella para recogerla en la universidad a las tres de la tarde quedo profundamente dormido.

(...)

Estoy con mi luna en la cama, ella está desnuda debajo de mí y yo sobre ella dejando besos en su cuello, cuando llegó a sus pecho tomo uno de sus pezones dejándolo erecto, voy al otro y doy un pequeño mordiscos ella suelta un gemido.

Voy dejando besos por su abdomen y escucho como salen gemidos de su preciosa boca y con cada gemido queda me voy poniendo más duro que hasta me duele, cuando llego a su monte de venus.

Pim, pim, pim... —Despierto sobresaltado y con una terrible erección.

— ¡Diosa luna! no puede ser—Me quejó viendo mi erección—Ahora tengo que bajar esto, —añado soltando un gruñido... Joder esta erección duele, esto nunca me había pasado al menos de que yo mismo me la provoque para des estresarme.

Salgo desnudó de la cama con mi erección por delante. Preparó la tina con agua tibia, le hecho un poco de mi jabón con olor a menta y entro en la tina, comienzo a lavar mi pecho firmé, bajo una de mis mano por mi abdomen bien marcado, esa misma mano la llevo a mi erección y toco todas mis venas inflamadas por la excitación.

Tomo mi falo y voy acariciando, escuchó mi teléfono sonar, gruño frustrado y salgo de la tina, tomo una toalla y veo que aún sigo con esta erección por debajo de esta latente de manera dolorosa que parece la torre Eiffel cubierta por una colcha blanca.

Llego hasta dónde está mi teléfono y en la pantalla veo que es Álvaro mi beta.

Llamada telefónica con Álvaro el beta.

— ¿Que pasa Álvaro? —Cuestionó frustrado.

—Necesitas volver, el hermano del Rey vampiro atacó la manada ayer y parece que se está uniendo con los rogues, —murmura muy preocupado.

—Volveré cuando le cuente la verdad a mi luna de lo que soy, hoy pienso contarle todo así que prepara el jet y no quiero que le digas a ningún miembro de la manada que voy a volver con mi luna, —comento porque mientras menos personas sepan más segura estará ella.

Después de durar dos horas coordinado todo con Álvaro, me pongo la ropa que tengo arriba de la cama y salgo en busca de mi luna.

(...)

Después de treinta minutos llego a la Universidad, salgo de mi auto y apoyo mi espalda de el a esperar a mi luna, ya son las tres en punto y ella me dijo que a esa hora es que sale de la Universidad.

Después de esperar dos minutos veo a mi luna con un hermoso vestido negro que le queda bien ajustado a su hermoso cuerpo, marcando su pequeña cintura.

Hermosa nuestra luna, —suspira mi lobo como un adolescente puberto enamorado.

No le prestó atención porque veo que todos los hombre que hay aquí le miran las piernas a ¡Mí luna!, ¡Mí Mujer!, me acercó a donde ella está y la tomo de la cintura, le doy un casto beso, ella se sorprende para después sus mejillas tomar un color rojo que la hace ver más hermosa de lo que es, me separo de ella y tomo su mano.

—Hola, —saluda, yo la miro y sonrió.

—Hola, ¿Lista? —le pregunto.

—Sí, —murmura y la llevo tomada de la mano hasta el auto, le abro la puerta del copiloto y ella entra. Cierro la puerta y voy a mi asiento, veo que Mí luna no tiene el cinturón puesto, me acercó y se lo colocó. Enciendo el auto y salgo directo a las a fueras de la ciudad.

Ágata

Hoy he que dado muy sorprendida cuando salgo de la Universidad, Maiquel me sorprendió con un beso. Aunque no fue intenso, solo fue un roce de labios, pero igual me ha encantado.

Ya llevamos como treinta minutos en coche, por lo que veo se dirige a las afueras de la cuidad. Mientras el conduce me pongo a observar su rostro: tiene una mandíbula bien masculina, pómulos bien marcados, tiene largas pestañas, una nariz fina y unos hermosos labios color rojo.

Este hombre es hermoso y creo que me gusta. Me fijo en su vestimenta tiene una musculosa negra pegada al cuerpo, puedo ver que le encanta el gimnasio. Tiene grandes brazos <<Como desearía despertar enredada en ellos>>. Siento que el auto se detiene, salgo de mis pensamientos calenturientos. Veo el lugar en donde estábamos hay muchos árboles a nuestro alrededor. Él se baja del auto y me abre la puerta como todo un caballero.

Me bajo también del auto, me toma de la mano y vamos caminando hasta adentrarnos más al bosque.

Ágata, ¿Crees en los seres sobrenaturales? Me pregunta. Veo que está muy interesado en mi respuesta.

Sí, —respondo con total sinceridad porque esto parece ser un tema muy importante para él. Se detiene, veo el lugar donde estamos: es en la misma cascada que soñé donde vi al lobo negroEste lugar es hermoso, —murmuro maravillada por lo que veo.

Me acerco a la cascada, veo mi reflejo en el agua que es muy cristalina. Este lugar es hermoso no me canso de decirlo.

Ágata, —me llama y lo miro, veo que está sentado, extiende su mano para que yo la tome. Me siento frente a él, estilo indioQuiero que sepas que nunca te haría daño, —comenta mirándome fijamente a los ojos. Me le quedo mirando y asiento. No sé qué es, pero le tengo mucha confianza, ya que me siento segura y protegida cuando estoy con élBueno te quiero decir que los hombres lobos existen. En el régimen de los hombres lobo hay diferentes rangos. Están los alfas que son los de mayor rango, los betas que son la mano derecha del alfa y los omegas que son los más débiles en una manada—informa mientras me quedo analizando sus palabrasYo soy un hombre lobo Ágata, —suelta.

Yo me quedo en shock para luego soltar una carcajada, estoy riendo como una loca.

— ¿Enserio Maiquel? ¿Qué clase de broma es esta? —Cuestiono después de que termino de reírme. Él solo me observa todo serio y veo que no es una bromaMuy bien, ya tome esto en serio, si esto es verdad quiero que me lo demuestres, —agrego ya que por lo menos debo darle el beneficio de la duda.

Muy bien, —murmura.

Él se pone de pie, se aleja un poco y se quita la musculosa. Me quedo embobada con su pecho bien firme, voy bajando la mirada a su trabajado abdomen, veo que debajo de su ombligo hay un camino de vello que lo hace ver más sexy de lo que es. Es ahí que caigo en cuenta de que se está desnudando.

— ¿Qué haces? —Pregunto sintiendo mis mejillas arder, ya que de seguro debo estar más roja que un tomate.

Él no me presta atención, se quita los zapatos, después el pantalón, quedando en bóxer gris de una marca muy famosa que ahora mismo no recuerdo.

Desde aquí puedo ver el bulto en su entrepierna, me tapó la cara cuando veo que baja su bóxer y es ahí cuando escucho el crujir de unos huesos que provoca que me destape la cara. Entonces en ese momento es cuando lo veo...

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