–Tu hermanita me quiere hundir y no te veo haciendo nada para impedirla. Te juro Isaac que no me pienso quedarme callado, yo no me voy a j**r solo. –Thomas escupió perdiendo la paciencia viendo como Isaac se mantenía en completa calma. –La culpa de todo esto la tienes tú, si mi hermana tiene tanto poder ahora es gracias a tu hermanito. Alice no está utilizando nuestro dinero, solamente nuestro apellido y la fortuna de tu hermano. Y así no puedo intervenir Hoffman. – Isaac aclaró viendo como Thomas se ponía más nervioso. –Pues si no vas a hacer nada, me ocuparé yo de callar a la p**a de mi hermano –Amenazó y Isaac se abalanzó sobre él. –Que no se te ocurra tocar un solo pelo de mi hermana. O entonces me vas a conocer de verdad y créeme que no te va a gustar Hoffman. –Isaac gritó contra su cara apretando su cuello con fuerza, hasta que Thomas empezó a perder el color, después lo soltó con brusquedad. Thomas buscó intentó agarrarse donde pudo para ponerse de pie y llevó una mano al cu
–¡Acabó de llegar a casa! ¿Ya vienes para acá? –Scott preguntó con el teléfono en alta voz en una llamada con Alice, mientras aparcaba el coche en la entrada de la mansión Hoffman, donde ya se había instalado. –¡Sí cariño en nada llego! Aunque en mi humilde opinión la casa está un caos por las obras y creo que estaríamos más cómodos en mi casa. –Alice contestó con una sonrisa de condescendencia. –Pero si lo que quieres es intimidad, no deberías preocuparte por Aaron y Sony, recuerda que tienen su propio departamento. –No vamos a tener intimidad del todo. Pitt y los demás escoltas estarán aquí con nosotros, pero quiero que te vayas acostumbramos a tu nuevo hogar. –Scott afirmó lleno de satisfacción y escuchó una risita del otro lado de la línea. Scott se despidió de Alice y se bajó de su coche. Pitt aparcó justo detrás de él la camioneta y llegando a la entrada uno de sus hombres avisó que Scott tenía una visita. Scott caminó hasta su despacho donde le habían informado que le espera
Thomas se desenvolvía a la perfección, sabía exactamente lo que las personas querían escuchar, estaba claro que no le importaba el voto obrero. Buscaba en realidad el apoyo de los ricos, pero hasta eso sabía disimular bien. Scott se sentía asqueado con cada palabra que salía de su boca y como Alexia actuaba como si fuera la primera dama. Hasta tuvo el enorme descaro de mencionar su refinería como si fuera un logro suyo y Pitt estalló en carcajadas cuando habló de su gran labor social. –Todos los que están aquí presentes, saben de mi total entrega a la beneficencia. Durante todo mi mandato como alcalde apoyé con fervor el gran trabajo social de uno de los mayores centros de ayuda que tenemos en nuestro país, el United Brothers. Aprendí tanto de ellos que decidí fundar un nuevo centro de apoyo a los más necesitados. Es de conocimiento público que los Johnson se ocupan únicamente de una minoría, pero yo pienso llegar a todos y quiero compartir hoy con todos ustedes nuestro nuevo proyec
Scott entró a la cocina y Alice estaba sentada en la isla con una taza de té, mientras veía las noticias. Ya había transcurrido varios días desde el mitin de Thomas. Después que explotó la bomba de que era el verdadero asesino de Wallace, se desencadenó una serie de acusaciones en su contra, hasta denuncias de acoso a varias funcionarias del ayuntamiento. Supuestamente habían surgido nuevas pruebas sobre el incendio del club y habían decidido reabrir el caso. Scott sabía muy bien que era obra del sheriff. Ahora que Thomas había perdido total credibilidad era el momento perfecto de hacerlo pagar por sus crímenes. Thomas había desaparecido, ya la policía le estaba buscando, pero no encontraban ningún rastro que los pudiera llevar hasta él. Alexia tenía a toda la familia desquiciada por la situación. Sabía que estaba a punto de perder todo lo que tenían, ya que todas las propiedades de Thomas habían sido adquiridas con el dinero de los esquemas de corrupción, en los que estaba involucr
Scott estuvo toda la noche sin apartarse de Alice, con la cabeza tumbada sobre la cama y una mano sobre su vientre. No podía dejar de mirarla, estaba loco por verla con su pancita de embarazada. Alice hizo un movimiento con la mano que llamó su atención y sintió un nudo en la garganta, y cada uno de sus músculos se tensaron por la ansiedad. No era así como imaginaba ese momento en sus vidas. –Scott…–Alice susurró, tenía la garganta seca y Scott no tardó en darse cuenta. Se levantó con prisa y fue a por un vaso con agua. Regresó a su lado, la ayudó a incorporarse y le acercó un vaso. –¿Cómo te encuentras mi niña? –Scott habló despacio para intentar controlar los nervios y volvió a sentarse cuando Alice le entregó el vaso vacío. –Siento que todo me da vueltas, y también me siento un poco mareada. –Alice contestó con la voz un poco débil y Scott empezó a acariciar su mano. –Es normal mi amor, pero Sonia nos ha asegurado de que estás perfectamente bien y luego vendrá para explicarte
Alice estaba sentada en su cama observando a Scott, que estaba mirando por la ventana perdido en sus pensamientos. Sabía que lo único que deseaba era que ella y su bebé estuvieran tranquilos, pero verlo tan callado le quitaba por completo la paz. Se levantó de la cama aprovechando que estaba distraído y pasando un brazo a su alrededor para abrazarlo. Sintió como se tensaba, pero no tardó en volver a relajarse, y ella apoyó la cabeza en su espalda. –Deberías volver a la cama amor, ya sabes que necesitas descansar. – Scott murmuró acariciando el brazo de Alice que estaba alrededor de su torso. –Descansaremos cuando tú también lo hagas. Todo lo que te afecta a ti, me afecta a mí y todo lo transmito a nuestro bebé. –Alice contestó restregando su nariz en la camiseta de Scott para sentir su olor. –Lo que pasó con Alexia no es culpa tuya amor, y te aseguro que Thomas pagará por lo que hizo. –Alice intentó consolarlo. –¿Alguna novedad en la búsqueda? –Preguntó y lo vio negar. –Su retrato
Scott llegó a un enorme parque, rodeado de árboles que ya estaban totalmente sin hojas. Las farolas apenas alumbraban el lugar y debajo de uno de los árboles había unos columpios rojos. Scott levantó las solapas de su abrigo para protegerse del frío de la noche, llevó sus manos a la boca para calentarlas con su aliento, mientras observaba a su hermano que estaba sentado en uno de los columpios. Se acercó y se sentó en el columpio de al lado. Los dos eran hombres grandes, volver a sentarse en aquellos asientos era una tarea casi imposible. –¿Mis hijos están bien? –Thomas preguntó con la voz cortada y cansada. –Acaban de perder a su madre, preguntar si están bien es casi una broma de mal gusto. –Scott contestó con seriedad. –Fue un accidente, yo no quería matarla. –Susurró y Scott lo miró con fiereza. Estaba demacrado y parecía excesivamente cansado. – Estaba hablando por teléfono y cuando vi que eras tú perdí la cabeza. Empezamos a pelear y la amenacé con llevarme a los niños. –Thom
–¡Alice no puedes irte del hospital! No estás recuperada, por Dios Alice que te han disparado y estás embarazada. –Aaron reprochaba a su hermana se había determinado en salir para buscar a Scott. Se puso un jersey como pudo, mientras que Aaron y una enfermera intentaban impedirla. –Si me quedo aquí sin noticias será peor Aaron. Llamo al teléfono y nadie me contesta. No sé nada de él. Su madre dice que salió de su casa hace horas. –Alice hablaba entre jadeos, estaba muy débil y todo el estrés por la preocupación la estaba pasando factura. –Necesito saber que está bien, necesito verlo. –Murmuró sentándose en la cama con el apoyo de la enfermera. –Lo sé bombón, pero salir en este estado no te va a servir de nada. Sabes que las noticias malas llegan pronto, si algo hubiera pasado ya estaríamos más que enterados. –La consoló acariciando su mejilla con el pulgar. Aaron tenía razón, las noticias malas no tardan en llegar y Scott entró casi desesperado a la habitación al ver que la luz es