Mis cariñitos ya se viene el desenlace !!! Está por llegar a su fin esta novela! Muchas gracias por el apoyo!
DAMIÁN EL ROSTRO DE Melissa al escuchar el nombre “Luna” es todo un poema y siendo sincero el hecho de que ella reaccione de esta forma enciende todas mis alarmas. ¿Quién es Luna? ¿Por qué demonios parece ser tan importante ? Muchas hipótesis empiezan a formarme en mi mente pero las ignoro. Ya no hay tiempo para hacerme ideas. Ahora mismo lo único que quiero es la. Verdad. Sin embargo, lo único que escucho es el zumbido constante de los monitores que es lo único que llena el aire mientras Melissa me mira fijamente. Su expresión está cargada de emociones: nerviosismo, culpa… y algo más que no logro descifrar. Sé que está a punto de derrumbarse, pero tengo que ser cuidadoso. —No… No sé de qué… — empieza ella pero la interrumpo. NO MÁS MENTIRAS. —Ya basta, Melissa. Sé que has reconocido el nombre y eso solo puede ser por una razón así que voy a preguntarlo solo una vez más. ¿Dónde está Emma? ¿Por qué ha fingido su muerte? —digo, con voz baja pero cargada de intensidad. Melissa
EMMA El silencio en el apartamento es sofocante, roto solo por el leve murmullo de Melissa mientras prepara café en la cocina. Luna duerme profundamente en su Corral, y yo me encuentro junto a ella, incapaz de quedarme quieta. Mis manos tiemblan mientras las entrelazo, tratando de calmar los nervios que me recorren como una corriente eléctrica. —Emma, debes relajarte —dice Beatriz en voz baja desde el sillón, aunque su expresión traiciona la misma tensión que yo siento. —Todo saldrá bien. —¿Bien? —susurro, sin apartar la mirada de la puerta. —Nada de esto va a estar bien. ¿Cómo voy a enfrentarlo después de todo lo que ha pasado? ¿Qué se supone que le diga? ¿Lo siento por fingir mi muerte y esconderle a su hija? Beatriz no responde. En cambio, se levanta y coloca una mano en mi hombro, presionando suavemente. Pero su intento de consuelo no hace nada por calmar la tormenta en mi interior. Entonces escucho pasos en el pasillo, firmes pero acompasados, seguidos por el sonido de
DAMIÁNEl sonido del bastón golpeando el suelo acompasa mis pasos mientras entro al apartamento de Melissa. Mi mente está ocupada, pero no con detalles triviales, sino con una única pregunta que me consume desde que me dio esa pista: ¿Estará Emma aquí? ¿Es este el momento en que finalmente la veré después de un año de creerla muerta?No estoy listo para enfrentarla, pero al mismo tiempo no puedo permitirme dudar. Si está viva, si realmente todo este tiempo estuvo oculta, necesito saber por qué. Necesito respuestas, y no voy a salir de este lugar sin obtenerlas.Mi mirada recorre la estancia al entrar, pero lo primero que noto no es a Emma. Es a un hombre de pie junto a Melissa, cruzado de brazos. Mi mente se tambalea un momento al reconocerlo. Es el mismo hombre del juzgado, el que vi junto a esa mujer que juré era Emma. Algo dentro de mí se enciende, una mezcla de furia e incertidumbre.—¿Qué hace este hombre aquí? —pregunto, mi voz cortante como una navaja.Melissa intenta inter
EMMA El silencio que sigue al llanto de Luna es tan pesado que siento como si pudiera cortarse con un cuchillo. Damian no aparta los ojos de mí, y aunque no dice nada, la intensidad de su mirada es suficiente para hacerme retroceder un paso. Siento el calor subiendo a mi rostro y la culpa clavándose en mi pecho como un ancla. —¿Luna? —repite, su voz ronca, como si el nombre le costara pronunciarlo. Sus ojos se llenan de una mezcla de asombro y desconcierto, como si intentara unir piezas que simplemente no encajan. Lo observo mientras parpadea lentamente, y noto cómo su respiración se acelera ligeramente. El impacto emocional es evidente en su rostro, una tormenta de emociones: confusión, incredulidad, algo de esperanza y una sombra de dolor. Su mirada viaja de mí a Samuel, para luego regresar a mí con una intensidad que me atraviesa como un rayo. Tomo aire, intentando encontrar las palabras correctas, pero no hay manera fácil de explicar esto. Sólo puedo decir la verdad, y
DAMIÁN El mensaje en el teléfono de Emma arde en mi mente como un hierro al rojo vivo: “No importa dónde te escondas. Siempre te encontraré. Esta vez no habrá escapatoria para ti ni para los que amas.” Mi mandíbula se tensa, y el peso de la amenaza se mezcla con un recuerdo que no puedo ignorar. El mensaje que recibí hace semanas, ese que decía: “Para acabar al rey, se extingue a los herederos.” En ese momento, no entendí a qué se refería, pero ahora todo tiene sentido. Luna. —Recojan todo —digo, mi voz más fría de lo que esperaba—. Se vienen conmigo. Emma se gira hacia mí, su rostro endurecido por la tensión, pero antes de que pueda responder, el hombre que estaba con ella, el tal Samuel, interviene. —Ella no va contigo a ningún lado, y mucho menos Luna. Las palabras salen de su boca con tal autoridad que siento un estallido de ira recorriéndome. Lo enfrento, sintiendo cómo mi sangre hierve. —¿Y quién demonios eres tú para decidir eso? —digo, mi tono lleno de rabia mientras
EMMA Estoy frente a la entrada del hotel con Luna en brazos y mi corazón latiendo con fuerza. Melissa acaba de irse a “mover los hilos”, como ella dice, para que mi regreso de entre los muertos sea lo menos caótico posible. Eso me deja aquí, sola con Beatriz y la pequeña, esperando a alguien que no esperaba volver a ver tan pronto: Rocco. No puedo evitar el nudo en el estómago cuando su figura aparece en la entrada. Es igual que lo recuerdo: alto, con su postura firme, y esa mirada aguda que siempre parece estar evaluándolo todo. Pero hay algo más. Algo que no estaba antes. Culpa. Cuando se acerca, me esfuerzo por mantener la compostura. Luna balbucea en mis brazos, ajena a la tensión que me invade. Rocco detiene su andar a pocos pasos de mí, y por un segundo, ambos nos quedamos en silencio. —Señora Emma… —su voz es baja, casi un susurro. —No tengo palabras para… Lo interrumpo antes de que termine. No necesito disculpas. —No fue tu culpa, Rocco —digo, obligándome a mirarl
DAMIÁN Cierro la puerta del pequeño estudio detrás de nosotros, y el sonido del clic resuena en el espacio reducido. La cercanía de Emma es inmediata, inevitable, casi palpable. Ella da un paso hacia atrás, su espalda chocando suavemente contra la pared, y noto cómo su postura se endurece de inmediato. Mis ojos no pueden evitar recorrerla; parece que aún se pone nerviosa en mi presencia. Ese detalle no me pasa por alto, y aunque debería dejarlo ir, no puedo evitar que algo dentro de mí se remueva. ¿Realmente todo lo que siente hacia mí es odio y resentimiento? No estoy tan seguro. Sin embargo, no tengo tiempo para divagar. Hay demasiado en juego, demasiadas heridas abiertas. Respiro profundo y cruzo los brazos, manteniendo una expresión neutral. —Bueno, soy todo oídos. Dime de qué querías hablar. Incluso yo me sorprendo de la frialdad en mi tono. Las palabras salen antes de que pueda detenerlas, y veo cómo Emma parece igualmente sorprendida. Por un instante, su mandíbula se
EMMA Me he llevado el resto del día evitando encontrarme con Damian. Incluso mientras él compartía con Luna hace poco en la sala, hice lo posible por pasar desapercibida. Pues lo último que quiero es que lo sucedido en el estudio se repita. Siento que estoy enloqueciendo. Me dejo caer en la cama de la habitación con un suspiro pesado. Todo mi cuerpo se siente como si estuviera hecho de plomo, pero mi mente está demasiado agitada para descansar. Desde que estuve a solas con Damián dentro del estudio, la imagen suya tan cerca de mí no ha abandonado mis pensamientos. Aún siento su presencia, su mirada penetrante, y esas palabras que me dejaron completamente expuesta: “Dilo y lo tendrás.” Es un pretencioso, engreído y prepotente! Y aún así no puedo dejar de preguntarme porque demonios no lo dije. Era mi oportunidad. Mi momento para dejarle las cosas claras y parece que quede congelado haciendo totalmente el ridículo. Trago en seco, llevándome las manos al rostro. Odio que a p