— ¡Freya! ¡Freya! — entró dando un portazo — ¿Freya está aquí? — recorrió el lugar ignorando a Andrew que trabajaba en unos documentos sentado en uno de los sofás de su sala. Abrió todas las puertas como si en alguna de ellas la fuese a encontrar escondiéndose.
— ¿Axel? ¡Axel! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Dónde está Freya?— No lo sé ¡Mierda! Pensé que estaría aquí — le empezó a faltar el aire — ¡Mierda! ¡Mierda! — gruñó— ¿Cómo que no lo sabes? ¿No está en el hospital?— Le dieron de alta en el hospital — jadeó, mesando sus cabellos, desesperado, no sentía como si le pudiese dar un ataque cardiaco porque últimamente no sAxel golpeó la mesa con frustración, o había llegado muy tarde, o muy antes, pero nunca llegaba a tiempo cuando se trataba de algo con Freya, se maldijo mentalmente de nuevo. Tan pronto como llegó se dirigió al guarda ropa y vio exactamente lo que falta; una maleta con algo de ropa de Freya, sus documentos, y las fotos que siempre cargaba de su familia.Andrew que lo había visto como golpeaba las cosas a su alrededor cuando llegó unos minutos después tras de él, ahora lo acompañaba en silencio con una copa en su mano, ido en sus propios pensamientos. — Tengo que ir a por ella, traerla de vuelta conmigo. Ella… Ella no está bien — habló Axel moviendo su copa, no había tenido ni siquiera el valor para beberla. — La prensa está tras de ti… — cerró los ojos y respiró con dificultad — La noticia de la
— ¿Qué diablos es esto, Pandora? — inquirió Axel golpeando la mesa, llamando la atención de todos dentro del café. — Lo siento, Axel.— ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué me haces esto? ¿Lo firmaste tú? — se le veía confundido, desorientado, arrugó el documento que tenía en las manos e inmediatamente Pandora le pasó uno nuevo y sin arrugas — ¡Entonces… fuiste tú! — dedujo. Una joven mesera se acercó para poner en la mesa el café que cada uno había pedido, interrumpiendo el momento, un desafío en los ojos de ambos se libró los pocos segundos que tomó aquel acto. — Ella me llamó y habló conmigo, me pidió ayuda y no se la pude negar, Axel. Sí, la saqué de
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Andrew arrugando el entrecejo. — Hasta donde sé, aún soy el CEO de este lugar — se burló abriendo los brazos, pero sin una pizca de diversión en su rostro.— Me refiero a por qué no estás de camino a la reunión de propuestas de las agencias de publicidad — Andrew se mandó dos dedos al puente de la nariz, exasperado — ¡Rayos, Axel!— ¡Te dije que quería la agencia que realizó la campaña de Salavert Make-Up! —— Bueno… La cosa con esa agencia es… es que… La cosa con Gud-Inne es… — sus ojos vacilaron por un momento. — ¿Lo olvidaste? — gruñó Axel.— No, no…— levantó sus manos intentando explicarse — Están ocupado
— Lo siento, señor Tremblay no aceptaré el contrato — en un repentino impulso, Freya tomó sus cosas y salió del lugar. De nuevo estaba huyendo de Axel. — Freya… Freya, por favor — salió tras ella — No te vayas… — la tomó del brazo y la detuvo, todo le daba una sola indicación a Axel, Freya aún sentía algo por él, así fuera una pizca de odio y como dicen por ahí, donde hay odio, hay amor. Sonrió para sí mismo — ¿Por qué no lo aceptas? — preguntó con voz ronca, Axel debía sacar todas sus armas.— Tengo otros proyectos sobre la mesa — contestó con la frialdad fingida que muy bien le salía, pero por dentro se repetía una y otra vez que había sido un enorme y estúpido error haber ido a esa reunión. Y esa voz ronca y sensual &ie
Mientras Freya se debatía con Pandora sobre aceptar o no el proyecto de la campaña publicitaria de Goddness Beauty, Axel tenía un golpe de energía y entusiasmo que no se le había visto en años. Se regresó a Vancouver esa misma tarde y en menos de nada ya tenía redactado el contrato para Freya. Ya bien entrada la noche, tomó una botella de la licorera y una copa como era costumbre ya todas las noches y se sentó frente al ordenador a buscar todo lo que pudiese sobre la agencia de publicidad Gudd- Inne. La noche la pasó en vela, pero al menos la pasó sobrio, no fue capaz de beber ni una sola copa y eso era lo segundo más extraño que le pasaba. Desde que se alejó de Freya él se dedicó a cambiar su dieta por solo bebidas altas en alcohol, perder la conciencia hasta poder dormir y al otro día desquitarse con sus empleados. Muy a las siete de la ma
Sorní, Sorní, Sorní… se repetía Axel hasta que logró recordar de quién se trataba, exactamente de Salvador Sorní un español radicado en Canadá hace unos cinco años, que ahora era socio mayoritario en el bufete Harper, sí, en el mismo de Pandora. De allí lo había conocido. El fin de semana que pasó Axel no se comparaba con el infierno, terminó despilfarrado en uno de sus tapetes lo suficientemente ebrio para no poder levantarse y hacer alguna estupidez. Y los pocos momentos en que permaneció lucido, trató de averiguar algo sobre el hombre, incluso buscó fotos de la boda de Freya, o algo más allá de esa relación, pero no encontró nada. No había un solo rastro de Freya Baker, y por Freya Sorní solo parecía la agencia de publicidad radicada legalmente. Eran dos personas completamente diferentes y
— Buenos días, señor Tremblay — abrió Freya la puerta de su oficina sin golpear antes, mientras que Axel se mataba la cabeza intentando leer un estúpido documento, no había podido concentrarse en toda la mañana. — Señor… — intentó excusarse su asistente, pero Axel solo levantó la mano y eso fue suficiente para que la chica volviera a su puesto de trabajo.— Señora Sorní — se levantó como si un resorte lo hubiese expulsado de su propia silla y tomó unos documentos, pero él ni siquiera supo qué — Me disculpo justo iba en este momento a una reunión. Freya puso la mano en el umbral de la puerta, obstaculizándole el paso, era estúpido, ella lo sabía; con un solo empujoncito de Axel podía quitarla de allí sin el menor esfuerzo, pero ella ya no estaba dispuesta a
Decir que Freya no había llorado por su segundo hijo perdido era una vil mentira, incluso a veces, en sus noches más solitarias se encontraba recordando aquellos días, y lloraba hasta quedar dormida abrazada a una almohada. Incluso ella había estado enfrente del cementerio en muchas ocasiones, pero nunca había tenido el valor de entrar. Le costaba hacerse a la idea de que su pequeña había crecido lo suficiente para tener una pequeña tumba y no había crecido lo suficiente para ser fuerte y nacer antes de tiempo. Axel y Freya parecían estar en el mismo estado de transe, esa noche la pasaron observando por su ventana de su respectivo departamento, las luces de la noche eran hipnóticas y sus corazones jamás estuvieron tan en sincronía como en ese instante.Axel suspiró con los primeros rayos de sol en la mañana, aún tenía en sus manos un peluche d