Perdón

Natalie

Al despertar me sentí más tranquila y descansada. También siento que dormí más de lo habitual, pero aún siento agotamiento físico, tal vez se deba a todo lo que pasó en la mansión de Royce. Al mirar a mi alrededor, me encontré con la maliciosa y juguetona mirada de Tami. No ha sido un sueño, en realidad ella me sacó de ese infierno.

—Espero hayas dormido de maravilla, palomita. ¿Cómo te sientes?

—Bien.

—Me alegro, porque hay muchas cosas de las que tenemos que hablar.

—¿Sobre qué quieres hablar? ¿Sucedió algo malo?

—No que yo sepa. Primero que todo, encontramos el lugar donde Royce tiene a Wesley...

Me levanté de golpe, pero un fuerte mareo me atacó de momento.

—Tranquila, bebé, no te apresures — me acostó y me arropó con suavidad.

—Debemos ir por él, no podemos perder tiempo, Tami.

—Lo sé, pero tú no puedes ir así como estás. No puedo permitir que nada malo te ocurra en ese estado.

—¿Qué estado? — no lo quería escuchar, pues me niego a ser madre de un hijo de ese bastardo.

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