Antes de salir de la enfermería, Rafael, quien había pedido que lo llamara de esa manera. Me había pedido que lo visitase para las terapias la siguiente semana, puesto que era viernes ese día, el día que nadie iba a olvidar por el simple hecho de haber visto arder a las princesas, les habían suspendido por las bromas.
Cuando llegué a casa mamá me estaba esperando con la comida servida en la mesa, había preparado cassoulet y con simple hecho de ser el primer platillo que había probado con Daniell el apetito se había ido sin avisar.
—Tienes que comer, Bella me dijo que apenas si probaste un bocado del almuerzo. Y te volviste a desmayar —me reprendía ella mientras estábamos en la cocina, sentadas, Josh me estaba mirando con unos ojos acusadores.
Pisé el freno inmediatamente, rogando al cielo que no se tratara de una persona, pero ya había hecho lo que hice. Respirando por la boca como si hubiese corrido sobre una empinada colina, la calle Summit y Chehalis estaba desierta, y a esa hora debería de haber gente, pero hasta en las casas estaban apagadas las luces, de afuera y dentro.Tomé otra gran bocanada de aire antes de salir para ver lo que había golpeado la parte delantera de la jeep, cuando puse una mano sobre la ventanilla para limpiar la humedad. Justo entonces algo se asomó, haciéndome saltar del miedo desde el asiento del conductor hasta del copiloto con el corazón lejos de mi pecho, lejos de donde no pudiera recuperarlo. Seguía siendo miedosa aun con haber conocido los peores miedos de un ser humano, claro, no conocí a los extraterrestres, pero todos
—Tienes razón. — dijo Greg.Le había mencionado a él primeramente sobre lo que me había sucedido la noche anterior, ahora él veía las cosas sobrenaturales como algo familiar, ya que era un hombre lobo hasta la muerte.—Ajá.—Es extraño. ¿Estás segura de que no había nadie cerca? —Preguntó por enésima vez.—Ni a una milla de distancia. —Contesté por enésima vez.—Debe de haber alguna explicación. Algo…—Estoy de acuerdo. Sé que debe de haber algo, pero tú y yo sabemos que los demonios
Al cerrarse la puerta detrás de mí me sentí aliviada, las preguntas que había hecho de mi padre, mi madre y de Josh en particular me hizo pensar en muchas cosas, mi vida no era la misma sin Daniell y sin haberlo conocido ¿Cómo sería mi vida? ¿Seguiría siendo la chica rebelde aunque no lo fuera en realidad? ¿O hubiera acabado en los noticieros como una víctima más de los asesinatos que azotaban Aberdeen?No lo sabía, pero lo que sabría en minutos era lo que significaba todo lo que había pasado en días.La casa de Cedric había cambiado demasiado desde su interior, cada que se le ocurría cambiaba los muebles, las decoraciones sin abandonar la luminosidad, el toque de intelectualidad debido a los pesados tomos que descans
Había pasado los tres días sin darme cuenta, Greg y yo pensando en las posibilidades de que las muertes fueran provocadas y realizadas por demonios, ya que no había huellas ni rastros en las necropsias tomadas, por ello el dolor había sido olvidado por un momento y era bueno que se mantuviera así, aunque en las noches, en esas dos noches, con Josh y Aris a mi lado durmiendo profundamente, yo me quedaba despierta, pensando, llorando, pensando y diciéndome en silencio que debía parar.Esa noche sería la famosa fiesta de “Odio San Valentín” la tan mencionada y esperada fiesta de adolescentes enamorados y desenamorados como yo, organizada por los estudiantes de Grays Harbor College y Aberdeen High School en Pioneer Park, en esos tres días, en las tardes; habíamos estado ensayando arduamente en el garaje de la
Ojos verdes, grises o azules, no lo podía distinguir, pero eran tan profundos e inquietantes, un rostro sin poros, perfecto, piel blanca cual muñeco de porcelana, sus labios eran rojos como la sangre y en la comisura izquierda había un piercing, delgado, cabello negro que le caía a los hombros, un look muy de moda en los rockeros. Lo que me hizo pensar o alucinar (por efectos del vodka) que estaba frente a Andy Biersack. Mi amor platónico.«Ja ja. Esto es una locura» me dije, apartándome del joven caballero, presionándome la cabeza con la yema de los dedos y pasándomelos por el cabello para descubrir mi rostro cubierto de cabello, más bien; pegado por el sudor de mi frente. Entonces pude ver quién era el que me había ayudado a no caer.Del misterioso chico que
Cedric apareció minutos después.—No voy a suicidarme. —Hablé, ocultando mal mi estado de ánimo viendo como Aris saltaba para atrapar a una mariposa monarca azul.—Es extraordinario tu sentido de imaginación, para haber creado este lugar. —Dijo admirando el paisaje y poniéndose a la par conmigo— Tu padre tenía razón.— ¿Crear esto? —Pregunté viendo hacia adelante, estábamos llegando al puente y fijarme en el agua que pasaba realmente no podía existir ¿o sí?, el agua era pura, cristalina y habían peces y piedras de colores.—Sí.&md
Estuvimos Bella y yo con los chicos tomando el almuerzo, aunque realmente no tocara mi comida, quizás por la falta de apetito o porque alguien no dejaba de verme con una mirada sombría al igual que miraba a Greg.—El chico nuevo no ha despegado sus ojos de ti y así es desde la semana pasada. —comentó Bella en un susurro.—Será porque me ayudó a ponerme de pie por lo ebria que estaba —dije sin ponerle importancia, mientras picoteaba mi ensalada.—Vaya manera de conocer a alguien interesante ¿no?—Quizás. Pero no me interesa lo que tenga que ver de “interesante” ahora. Y creo que en diez minutos empieza tu clase de Investigación. —Dije para des
Me quedé muda por un rato, con el teléfono en la mano que decía: tuh, tuh. ¿Un vigilante? ¿Quién era y por qué quería hablarme en un lugar tan desolado a esas horas?Me aclaré la garganta y puse de nuevo mi teléfono en el bolsillo, y fui a tomar de nuevo mi lugar, con una inquietud y corazonada acompañándome como una babosa. Me senté como si nada estuviera divagando por mis pensamientos siendo totalmente lo contrario, Rafael me había esperado pacientemente, aunque cuando le miré; había algo en su mirada, como si estuviera perdido en un pensamiento en el que solo existiera él, y yo, como de costumbre; comencé a sospechar de que tal vez haya oído la… más que conver