Las cuerdas aprietan mis muñecas, experimento una mezcla de dolor punzante y malestar. La fricción constante de las ellas contra mi piel comienza a generar una incomodidad intensa. En medio de esta situación angustiante, me es imposible determinar cuánto más tendré que soportar este tormento. No obstante, en un rincón de mi mente, albergo una tenue esperanza de que Ryan pueda encontrar una pizca de compasión y decida liberarme de estas ataduras que me aprisionan. La tensión se apodera de mí cuando de repente percibo el sonido de unos pasos que se aproximan por el sombrío pasillo. Mi corazón comienza a palpitar con fuerza, anticipando algo inminente. El crujir de la puerta al abrirse interrumpe el silencio y, a través de ella, puedo divisar la figura de Ryan, recortada contra la luz que se filtra desde el exterior. Cruza el umbral y cierra la puerta tras de sí, asegurándose de que nadie más pueda observarnos.— Ryan, te lo ruego — imploro con la voz temblorosa — no siento las manos, p
— Es preciosa, Ryan — dice ella con voz chirriante, mientras pasa su mano por mi cabello. — Pero creo que le falta algo. Tal vez un poco de color.Ericka saca de su bolsillo unas tijeras y las acerca a mi rostro. Siento un pánico indescriptible, mientras lucho por alejarme de ella, pero es inútil. Me agarra con fuerza y me corta un mechón de pelo, dejando al descubierto una herida sangrante en mi frente.— ¡Mira, nene! — exclama con entusiasmo, mientras muestra el mechón ensangrentado. — ¡Qué bonito queda el rojo con lo pálido de su piel!Ryan se ríe con ella, y yo los miro con desprecio. Siento que voy a enloquecer, mientras ellos siguen torturándome con sus palabras y sus acciones. No sé cuánto tiempo podré resistir este horror. Solo espero que alguien me encuentre y me salve de esta pesadilla.Pocos minutos después, Ericka sale de la habitación dejándome nuevamente sola con Ryan.— No te angusties, ella pronto vendrá a buscarte.Ryan se aleja de mí con una risa descarada, deleitánd
Pov. AdrienReynolds se dirige hacia las escaleras, acompañado de dos de sus hombres, y las sube con rapidez. Dalton y yo nos quedamos en el pasillo, y él se acerca a la primera puerta de la izquierda. La abre con cuidado, y asoma la cabeza. Luego, la cierra y me hace un gesto de que está vacía. Así, va revisando una por una las puertas del pasillo, mientras yo espero nerviosamente, mirando el reloj y el radio.Pasados unos minutos, el radio se enciende, y escucho la voz del hombre de piel morena.— Señor Adrien, ¿me escucha? — dice, con voz entrecortada.— Sí, lo escucho — digo, acercándome el radio a la boca —. ¿Qué pasa? ¿Ha encontrado a Isabella?— Sí, señor Adrien, la he encontrado.Al oír esto, Dalton empieza a subir mientras yo permanezco alerta, escaneando el entorno en busca de cualquier posible amenaza. Mi corazón late con un ritmo acelerado en mi pecho, consciente de la gravedad de la situación. Repentinamente, mis compañeros se detienen en una de las puertas del siguiente
Al escuchar el disparo, mi cuerpo se tensa de inmediato. Instintivamente, trato de moverme, sintiendo alivio al no notar que la bala no me ha rozado. Mi mirada se dirige rápidamente hacia donde Isabella ha caído. Con un golpe fuerte, pateé la silla a la que estaba amarrada, espero que el impacto de la caída no la haya lastimado.Observo a Isabella con los ojos llenos de angustia, pero su preocupación se disipa al ver que estoy a salvo. Mi atención regresa hacia Ericka, que yace en posición fetal en el suelo. No la escucho quejarse, pero puedo ver que sigue moviéndose, lo cual me genera cierto alivio.Reynolds se acerca sigilosamente por un costado de nuestra ubicación. Puedo ver cómo entra a través de una pequeña puerta, aun sosteniendo el arma en su mano. Con un movimiento de su pie, empuja el arma que Ericka tenía y la aleja de su alcance. Ericka sigue en el suelo, hecha un ovillo. Mientras tanto, Dalton, toma su teléfono, comienza a pedir ayuda médica para Ericka y también llama a
El doctor me acompaña a recepción, dónde me indican para que firme, mientras terminan de colocarle a Isabella, vía intravenosa, el suero para hidratarla. Luego, me acompaña de vuelta a la habitación donde está ella, quien me espera en una silla de ruedas. Isabella me ve, y me sonríe con dulzura. Yo me acerco a ella, y le doy un beso en la mejilla.—. ¿Podemos irnos ya?— Sí, podemos irnos — le digo —. El doctor nos ha dado el alta. Nos despedimos y salimos del hospital. Subimos al coche, y nos dirigimos a nuestro departamento, un lugar donde ella pueda sentirse segura y cómoda. Para evitar exponerla a cualquier situación estresante adicional, le pido tanto a mis padres como a los suyos que se reúnan en nuestro hogar en lugar de desplazar a Isabella de un lado a otro. Quiero asegurarme de que tenga la oportunidad de descansar y recuperarse sin agregar más presión o incomodidad a su situación actual.Por otro lado, me preocupa cómo manejar la situación con Ericka. Afortunadamente, el d
Finalmente, después de todas las pruebas y tribulaciones que he enfrentado desde mi regreso a Estados Unidos, estar nuevamente a salvo con mi familia y con Adrien me llena de una tranquilidad y protección reconfortante. Parece que ha pasado una eternidad desde que me encontré en medio de la tormenta desencadenada por esa mujer que parecía obstaculizar nuestra felicidad en cada paso que dábamos. Sin embargo, ahora puedo respirar aliviada, sabiendo que hemos superado sus destructivas artimañas y que podemos mirar hacia el futuro con mayor esperanza. Nada puede desvanecer el vínculo entre Adrien y yo, pues hemos demostrado que nuestro amor es más fuerte que cualquier adversidad.Adrien me ha informado que en pocos días tendremos que comparecer ante el tribunal para testificar en el caso contra Ericka y Ryan, quienes son directamente responsables de los numerosos problemas y contratiempos que hemos enfrentado. La mera mención de sus nombres me llena de indignación, recordando todo el daño
Me besa con infinita ternura, y en ese cálido contacto mis labios liberan un gemido incontenible. Este anhelado reencuentro llega después de que el accidente nos mantuviera separados, sin poder hacer el amor, por un tiempo prolongado. En toda esa desesperante espera, el deseo se acrecentaba, alimentando nuestra pasión. Por fin, ahora estamos aquí, inmersos en este momento que llevábamos tanto tiempo deseando.En este beso, él muestra una increíble atención a los detalles más sutiles. Cada movimiento de sus labios es calculado y delicado, acariciando los míos con una destreza que despierta mi piel. Su lengua, con un suave pero decidido vaivén, se abre paso lentamente entre mis labios, generando una reacción inmediata. Mi cuerpo responde instantáneamente a su toque experto, llenándome de un deseo irresistible.En un torbellino de pasión, nuestras manos se entrelazan en un frenesí desenfrenado mientras nos dirigimos tambaleándonos hacia el sofá. Allí, él me empuja suavemente hacia atrás,
— No quiero dejarte — confiesa Adrien mientras me abraza.— Lo entiendo, cariño. Pero tienes que trabajar.— Otros pueden hacerlo en mi lugar — dice, moviendo los hombros con cierta actitud infantil.— Sin embargo, no debes olvidar que están trabajando en el nuevo proyecto, cariño. Y eso requiere de tu participación.— Lo sé, pero es que tú eres más importante para mí que cualquier proyecto — responde apretándome en sus brazos.— Y tú eres lo más importante para mí también, mi amor. Pero no podemos descuidar nuestras responsabilidades profesionales.Adrien suspira, soltando un poco su abrazo, pero aun manteniéndome cerca.— Solo quiero pasar más tiempo contigo — murmura con tristeza.— Y yo también quiero eso, amor. Pero a veces tenemos que hacer sacrificios temporales. — le digo acariciando su mejilla.— Tienes razón. Tendré en cuenta lo que has dicho y daré lo mejor de mí en el trabajo. Pero prométeme que después de esto, nos tomaremos un tiempo juntos y disfrutaremos al máximo.— T