Con el corazón roto y la mente en caos, Jason salió de la casa, sintiendo que el peso del mundo caía sobre sus hombros. Se quedó de pie en la acera, mirando hacia la calle, sintiendo que su vida se desmoronaba. No había un camino claro por delante, solo el eco de sus decisiones resonando en su mente.Con un suspiro profundo, comenzó a caminar, sin rumbo fijo, sintiendo que la desesperación lo envolvía. Había cruzado una línea de la que no podía regresar, y ahora estaba completamente solo.Los días pasaban en el hospital, y la pequeña Iris seguía sin despertar. Era como si su frágil cuerpecito no quisiera reaccionar. Sin embargo, había pasado la noche, y eso, para Eva, era algo positivo. Se aferraba a cada pequeño signo de esperanza, convencida de que su hija podía luchar, de que podía volver a ella. No se apartaba de su lado, temerosa de que separarse significara perderla para siempre. No estaba dispuesta a aceptar esa posibilidad.Gabriel, por su parte, también se mantenía al pendien
Eva estaba sentada en un sillón, sus manos temblaban mientras las mantenía cerca de la incubadora donde su pequeña Iris estaba tendida. La habitación era un refugio de sombras y luces suaves, un espacio destinado a la esperanza y la angustia. Observaba a su hija, tan pequeña y hermosa, y una lágrima resbaló por su mejilla.— Es tan pequeña y hermosa — murmuró, sintiendo cómo el dolor de haber estado al borde de perderla la invadía.Gabriel, a su lado, entrelazó sus dedos con los de ella, ofreciendo un apoyo silencioso.— Lo es. Y pronto estará con nosotros — respondió, su voz calmada, aunque cargada de tensión. Esa promesa, aunque necesaria, pesaba como una losa en su corazón. Ambos sabían que aún quedaba un largo camino por recorrer.De repente, el cuerpito del bebé se movió, y Eva contuvo la respiración.— ¿Viste eso? — preguntó, la emoción brotando en su voz.Gabriel, que no había visto nada, frunció el ceño.— ¿Qué cosa? — inquirió, mientras el brazo de Iris volvía a moverse.— Se
Eva miró a su hija, sintiendo que la vida comenzaba a regresar a su interior.— Eres nuestra pequeña guerrera, Iris — susurró, acariciando suavemente su cabeza. “Estamos aquí, siempre contigo”.Gabriel se acercó, colocando su mano sobre la de Eva, y juntos formaron un pequeño círculo de amor y protección alrededor de Iris. La familia estaba unida, y aunque el camino por delante sería difícil, sabían que juntos podrían enfrentarlo todo.— Vamos a salir adelante — dijo Gabriel, sintiendo que la determinación renovada los envolvía —. Por ti, por Iris, y por nosotros.Eva sonrió, sintiendo cómo el amor comenzaba a llenar los espacios vacíos que había dejado el miedo.— Sí, juntos — respondió, con la certeza de que, a pesar de los desafíos, el amor siempre encontraría la manera de prevalecer.La noche avanzaba, y el futuro seguía siendo incierto, pero en ese momento, rodeados de amor y esperanza, Eva, Gabriel e Iris eran invencibles. La batalla había sido dura, pero habían ganado la primera
La llamada se cortó, y Jason se quedó mirando su celular con incredulidad.— Esto no puede estar pasando — musitó, sintiendo que la presión comenzaba a asfixiarlo —. No puedo permitir que me atrapen. Debo acabar con ella.Con manos temblorosas marcó el número de Leonarda, pero esta la enviaba directamente a buzón. ¿Por qué mierda no contestaba? Volvió a intentarlo y después del tercer tono, finalmente contesto.— Espero que esta llamada sea para decirme que ya has hecho el trabajo — dijo la voz femenina al otro lado.— Ella sabe…— ¿Saber qué?— Ella sabe que la estoy vigilando… y si sabe eso, sabe que tengo un cómplice. —La voz de Jason era desesperada.Leonarda maldijo en un susurro.— Mantente al margen y no me llames. — Colgó la llamada dejando a un Jason asustado.Él era un hombre seguro de sí mismo, que no temía a nada ni a nadie, pero ahora no habia rastro de él. No era aquel que humilló y desprestigió. La moneda habia dado vuelta y ahora era él el humillado y arrastrado.Mient
Eva frunció el ceño.— Para mí eso no es suficiente — respondió con firmeza —. Ese hijo de puta debe estar de rodillas. No solo me humilló, perdí a mi bebé por su culpa y casi mata a Iris.— Penélope también es responsable — intervino Valeria —. Aún no confió en ella.La madre de Gabriel, que había estado en silencio durante toda la conversación, tomó la mano de Eva.— Yo te apoyo. Al principio no estaba de acuerdo con esta relación. Siempre imaginé a Gabriel casado con una mujer muy diferente a ti, pero me equivoqué. El amor aparece de diferentes formas. Tú le has dado luz a su vida — dijo, mirando a su hijo con ternura —. Y eres un excelente padre. Pero Eva tiene razón... La han lastimado, y yo estaría igual o peor que ella si alguien se atreviera a lastimar a mis bebés.Gabriel la miró con gratitud.— Madre…Entonces, una voz femenina interrumpió el momento.— ¡Mirad qué sorpresa encontrarlos aquí... en familia! — dijo Leonarda, apareciendo de la nada.Todos voltearon a verla, y no
— Porque jamás voy a renunciar a ti — dijo Leonarda, su voz llena de desesperación —. No puedo dejarte ir de esta manera. Yo aún te amo.Gabriel sintió que la rabia aumentaba.— No tienes idea de lo que significa el amor, Leonarda. Te has aprovechado de mis sentimientos para manipularme y ahora intentas jugar con mi vida y la de los que amo. No puedo permitirlo. Así que vete.Mientras tanto, dentro del restaurante, Eva y Valeria se miraban con preocupación. La tensión entre Gabriel y Leonarda era palpable, y ambos sabían que la situación podía volverse peligrosa.— ¿Qué hacemos? — preguntó Valeria, sintiendo que su instinto protector se encendía nuevamente —. Interrumpimos.— No es necesario. Solo espero que Gabriel no se deje influenciar por ella — respondió Eva, sintiendo que la ansiedad comenzaba a consumirla —. Él merece más que engaños y traiciones.— Él es fuerte, Eva. Sabes que puede manejarlo — dijo la madre del susodicho, tratando de tranquilizar a su nuera —. Pero debemos es
— ¿Estás bien? — preguntó, su voz temblando mientras aseguraba a su familia. El instinto protector de Gabriel había entrado en acción, solo le importaba el bienestar de su mujer y su hija.Eva asintió, aunque la ansiedad y el horror llenaban su corazón.— No sé qué pasó. ¿Dónde está…? — Guardó silencio, mirando en una dirección fija y a su amiga, tirada en la acera —. No, no, no.Gabriel, aun procesando lo que acababa de suceder, miró hacia la dirección en la que el coche había desaparecido, y vio a su prima. El sonido de las sirenas de la ambulancia llegando y Ben a su lado, intentando de mantenerla con vida, tenia la mirada fija en el cielo, su cuerpo entraba en shock, sus ojos se llenaban de lágrimas, y le costaba respirar.— ¡Valeria! ¡Valeria! — exclamó la madre de Gabriel, lanzándose al suelo, junto a ella —. Mi niña. No debiste hacer eso. Era a mí a quien iba a llevar al frente.En ese momento, una multitud comenzó a reunirse, y los murmullos de preocupación llenaron el aire. L
— Dime que me deseas, Eva — susurró Jason contra su piel, sus labios recorriendo su cuello con una mezcla de urgencia y posesión.— Te deseo, Jason... — susurró ella, sintiendo su cuerpo arder bajo su tacto.Era un amor secreto, un amor prohibido. Dos años de encuentros furtivos, de noches de pasión en habitaciones de hotel, de promesas susurradas en la penumbra. Dos años esperando que él finalmente la presentara a su familia. Pero eso nunca pasó.Y ahora entendía por qué.La oficina de Jason Barut era un reflejo de su poder: elegante, impecable, con ventanales que daban a la ciudad como si fuera su dueño. Ahí, en ese mundo de cristal y acero, Eva Martín había sido su sombra por dos años.Dos años siendo su asistente, su amante en la oscuridad, su secreto mejor guardado.Se ajustó la blusa color perla y echó un vistazo rápido a su reflejo en el espejo del ascensor. Ojos grandes, labios temblorosos. Se veía como lo que era: una mujer enamorada que, contra toda lógica, seguía creyendo e