Fiona regresaba al castillo desde la capilla cuando se encontró por el camino a Ewan. —Aún te gusta mojarte en la lluvia —murmuró Ewan al verla. —Ya sabes, no todo cambia en la vida. —Quizás solo no aguantas los pecados que traes que necesitas darte golpes de pecho en la capilla. —Buenas tardes Ewan —dijo Fiona queriendo pasar. —No me importa cuanto lo niegues, sé que Camila es nuestra hija. Fiona se devolvió y enfrentó a Ewan. —Estás loco, Camila es hija de Fergus y Prudence, que en paz descansen. —Camila es exacta a mi madre. —Nuestra hija murió al nacer. Ewan se acercó. —Prudence y tú estaban embarazadas al mismo tiempo… —Y tú no tuviste una excusa plausible para no estar conmigo cuando más te necesitaba, mucho menos puedes venir ahora a acusarme de nada. —Te comprometiste, creí que no había sido nada para ti. —Mi padre me comprometió con un tirano y tú me abandonaste, mi esposo era un bárbaro que me dejó lisiada para siempre cuando enten
—Sabes perfectamente que eres mi esposa, pero no puedes pasar sobre mi autoridad, ¿lo comprendes? —Perfecto —dijo Marina alzando las palmas—. ¿Quieres que siga siendo un desorden el almacén? Bien, ¿quieres que se mueran las aves de corral de frío? No hay problema. —Yo administro mi clan de manera eficiente. —No es cierto, quien lo administra es Camila, una mujer amargada y mezquina. —No hay razón para que te expreses así, ella conoce sus obligaciones y jamás pasa sobre mí. —Ella se equivocó, el pescado quedó a la intemperie. — ¿Estaba dañado? —No, pero el olor a pescado atrae moscas. —Por favor, estamos como a cuatro grados centígrados —espetó Gavin irónico. Marina apretó los puños. —Bueno, aunque no haya moscas, no hay justificación para que el pescado pasara una noche sin refrigeración. —Solo fueron unas horas, si el pescado hubiera estado en mal estado no lo hubieran preparado. —El olor era nauseabundo, las cajas se llenaron de agua de lluvia,
Gavin estaba tentado, pero no podía hacerlo, él se enorgullecía de ser un hombre leal y sin caretas, solo la situación desafortunada con Marina era cuestionable en su comportamiento. Sonrió con Camila, tampoco quería que siguiera disgustada. —Estamos en alianza con los MacTavish, pero gracias a la intervención de Marina, no puedo pedir permiso de traspasar su territorio para ir contigo a tierras bajas. — ¿Por qué no? A ningún MacTavish debe importarle con quien se acuesta el jefe MacLeod. —No es digno, no lo haré. Camila se acercó a él. —Entonces hagámoslo ahora, aquí, en tu oficina. A Gavin le dio rabia la insistencia de Camila. —Sabes perfectamente que no tengo sexo dentro del castillo que creas que insitiendo me tentará me ofende, somos racionales y no bestias. —Si es por Sofi ya pisoteaste su memoria al casarte con Marina, incluso ella está sacando sus muebles en el estudio como si pudiera borrar con su existencia tu pasado. —Tanta cizaña con ella y t
Entonces sí que Marina sintió muchísimo miedo. El estar por completo a oscuras despertó un pánico tal que su corazón parecía se saldría de su pecho, sus manos hormigueaban y su respiración era entrecortada, pero ella igual corrió, no se iba a quedar paralizada, buscaría luz. La penumbra era absoluta, pero le pareció ver una pequeñísima llama, quizás una luciérnaga pensó, eso la dirigió. Un horrible presentimiento de que no era la primera vez que corría por este pasillo en penumbras llegó a ella tan vivo que aunque no recordaba podía asegurar que el miedo que sentía se atribuía a una horrible experiencia. Marina derribó una escultura y gritó desesperada, no veía nada ni sabía por dónde corría y entonces escuchó una puerta abrirse y una luz blanca la cegó momentáneamente, escuchó la voz de Gavin llamarla. — ¡Gavin! —Gritó Marina y se aferró a él hundiendo el rostro en su pecho. La luz blanca venía del teléfono móvil de Gavin y a Marina le pareció como si fuera un áng
Gavin se deleitó entre sus pechos maduros y firmes, pero suaves al tacto y receptores a sus caricias. Marina emitió un gruñido desesperado que sonó dulce como la miel a oídos de Gavin cuando succiona un pezón y jugó redondeando la punta con su lengua. Marina se aferraba a él como si estuviera en un caballo, apretándolo con las piernas para sentir la fricción de ambos clavó las uñas en sus hombros y él acarició su otro pezón con pulgar e índice, con la presión justa para imitar lo que hacía su boca. Gavin la tendió en el sofá, él sobre ella continuó besándola hasta que sus dedos fueron investigando al sur de su cuerpo hasta hallar la humedad que lo recibía. Gavin empapó el gel de su excitación y jugó con el brote de nervios sin introducir los dedos, hasta que su boca se unió a la de ella y hundió en ella no un dedo, un par y de manera rítmica aplicó presión dentro y fuera. Marina abrió más las piernas y cuando la sensación de pánico regresó, la pudo soportar ya que est
En el área destinada a las visitas del castillo, Alistair ya vestido y afeitado observaba a Camila dormida en su cama. Estaba envuelta en su tartán, que era en varios tonos de azul y verde. La veía hermosa, a su juicio: perfecta en su tartán, y no el de los MacLeod que tenía trazas naranja. Alistair se sentó en la cama y acarició su cabello. Camila abrió los ojos y lo miró con mala cara. —Sin duda eres más hermosa dormida… O no, en realidad eres más hermosa llegando al éxtasis en mis brazos, o envuelta en mi tartán, la verdad no me decido. Camila se quitó el tartán de encima como si tuviera ácido. — ¿Qué hora es? Ya salió el sol, debí irme hace rato. Camila se levantó completamente desnuda y Alistair la observó de pie a cabeza. —Sin duda te ves más hermosa desnuda, aunque me veas con tu habitual altivez, sé cómo ponerte a rogar linda MacLeod. —Ni lo sueñes, aléjate de mí Cameron. Alistair se echó atrás y ahora él tenía la mirada asesina mientras la veí
Marina descubrió lo que era ser puesta a prueba por personas que apreciaban el coraje, pero que lo exigen férreamente cuando se es la señora de un clan. —Elsbeth, no creo que aún hoy en día esto sirva para algo. Marina tenía en su mano un guante de cuero y Elsbeth traía en su mano a un enorme halcón de plumas doradas y ojos afilados. —No le tenga miedo señora. —No lo hago, pero hay cosas más importantes en qué ocuparme. —Ha decidido ser la señora de este clan, pero aún tiene mucho en contra, no solo por ser extranjera, desafía al jefe a cada instante. —Necesitan televisión y computadoras, entretenerse en otra cosa que no sean los dramas de Gavin y sus mujeres —contestó Marina con resentimiento. —Aunque sean cosas tontas ahora, la tradición es importante para nuestro clan, cuando se celebre el inicio de la temporada de cacería, se espera que la señora del clan la inicie con el vuelo de su halcón. —Así que debo arreglármelas para llevarme bien con este halcón d
Marina, Cris y Gavin fueron al clan MacTavish cerca de mediodía, este clan era notoriamente más pequeño que el MacLeod, en vez de castillo era una casa, aunque muy grande y llena de niños de todas las edades, el jefe Liam era un hombre con más de 60 años, pero sé veía muy activo y sano, su esposa era una mujer bajita y risueña. Los recibió con comida, muy hospitalaria y con curiosidad con respecto a Marina. Liam que ya la conocía la presentó, Marina sonrió disimulando que no los recordaba. —Mi esposa sufrió una caída que le hizo perder algunos recuerdos —informó Gavin y Liam se puso serio de inmediato. —No puede ser, entonces no podrá ayudarnos. —Sí podré —dijo Marina—. Verán, es algo extraño, pero no olvidé mi experiencia y estoy segura que podré ayudar a la cooperación en negociaciones en conjunto, solo que no se molesten si deben repetirse algunas conversaciones que hayamos tenido. —Yo no la conocía —dijo la esposa de Liam—. Pero he escuchado hablar de usted, veo