En cuanto la tarde dio paso a la noche, Marina y Gavin ya en tierras MacLeod estaban ansiosos. Marina había ido al estudio de la señora del clan que con los años había sido remodelado y ahora contaba con un lugar especial para su música. Marina tuvo un día difícil. Dejar a sus dos hijos en el clan MacTavish que se había convertido en nido de auxilio para los forajidos no fue nada fácil. Al regresar había recibido noticias del banco en Brasil que la obligaban a viajar con la inmediatez posible. Gavin estaba al teléfono con la gente de la policía en su estudio, Graham y sus hombres de confianza estaban cerca de donde llevaban a cabo el operativo que finalmente acabaría con Maggi y sus fugitivos. Mientras Marina tocaba el violín su mente era capaz de enfocarse y no caer en la desesperación, en esta ocasión interpretaba una melodía furiosa que exigía mucho de ella, daba la espalda a la puerta y cuando la canción llegó a su fin y ella bajó la cabeza sintiendo que ni siquier
— ¡¿Les informaste a los forajidos que iban por ellos?! —preguntó Elizabeth. — ¡Claro que no, no seas ridícula tú también! Archie me acusa y ahora tú, pero yo sé lo que hago —increpó Kendrick. Elizabeth lo comprendió al ver el gesto agotado de Archie que negó con la cabeza harto de la tozudez de su hermano mayor. —Le avisaste a Angélica —inquirió Elizabeth con gesto de desagrado y chasqueó la lengua—. Eres increíble… —No es tu problema Elizabeth, Angélica no tiene nada que ver, nuestro pacto es entre jefes… —El mayor deseo de la vida de las Sinclair es tener al clan MacLeod a sus pies, creí como tonta que en verdad a ti te importaba tu pueblo, pero solo nos buscaste para facilitarles destruirnos. — ¡Estoy harto de que todos me acusen de ir en contra de mi clan! —Gritó Kendrick muy enojado y prosiguió a desahogar su frustración: —Me he sacrificado por estos malagradecidos desde que era un adolescente, jamás me permitieron tener duelo por mis padres, me arrojaron a
En el clan MacLeod todo era un caos, el ataque fue certero y los forajidos dejaron a su paso un enorme incendio, Gavin quería ir tras ellos, pero sus mejores hombres estaban en el clan MacTavish para proteger a sus hijos. —Lo importante ahora es ayudar a a la gente, atender los daños —le dijo Marina—. Ya luego atraparan a los forajidos. —Maggi lo esperaba, sacrificó a los más débiles de su grupo y vino por nosotros. —Atacar a la pequeña favela es su manera de expresar su odio, sabe que quienes viven allí quieren una segunda oportunidad para comenzar y tienen muy poco. —Nos encargaremos dirigiremos todos de vuelta al castillo, si las antiguas familias no quieren recibirlos aquí hay espacio. Marina sonrió y le dio un beso apresurado a Gavin antes de irse a trabajar. —Te amo —le dijo Marina con convicción. —Y yo a ti mi amor, ¿lo sabes verdad? Aunque no sé como aún puedes amarme cuando no pude darte tranquilidad y un futuro sin problemas. —Lamento haber pagado mi
En Tierras Altas siempre llovía, pero esta noche los truenos indicaban que habría una tormenta, quizás era el cielo que mandaba auxilio a la pequeña favela, la lluvia comenzó a caer como siempre, en una fina lluvia, pero los vientos advertían que dentro de poco sería algo serio. La camioneta avanzó para salir de los clanes. —Señora, en las vías principales habrá gente de los MacLeod, y la carretera antigua es muy peligrosa con esta lluvia. —Nos iremos por la antigua carretera —ordenó Maggi. La antigua carretera era un tramo muy peligroso que los ingenieros decidieron no utilizar cuando años atrás reformaron las carreteras. Con el estricto control que había ejercido Gavin en el territorio, los forajidos habían hecho trochas para salir y entrar a los clanes. Para atravesar las adyacencias de territorio MacLeod y Cameron. La camioneta brincó por lo desestabilizado que era el camino y a Elizabeth le temblaba la barbilla, estaba petrificada y en medio entre Maggi y Kendrick.
La lluvia se soltó inclemente, golpeaba con furia los cristales de la cabaña mientras el viento aullaba como un lobo herido. —Kendrick, hay un generador, hay que activarlo —dijo Elizabeth acostada junto a él en la cama, estaban a oscuras y completamente solos en una cabaña muy romántica. Elizabeth había fantaseado con pasar ratos aquí con alguien, que en su imaginación fuera la viva imagen de Kendrick MacTavish no era culpa del muchacho. Kendrick era un bandido que jamás le había hecho promesas, no había interactuado con ella para nada, a excepción de ser amable cuando ella era una niña. —Solo déjame descansar un instante, me siento mareado —respondió Kendrick con los ojos cerrados. —Tienes una herida en tu brazo, debo buscar el botiquín de emergencias. Kendrick se sentó en la cama y la miró con ojos muy abiertos. —El imbécil me apuñaló en el hombro. —No te preocupes en la cabaña hay provisiones. De repente, Kendrick comenzó a sentirse desorientado y maread
Elizabeth sintió que la movían y un líquido tibio en sus labios. —Bebe por favor Elizabeth —ordenó Kendrick con voz asustada. Elizabeth tragó y abrió los ojos, no distinguía nada a su alrededor. — ¿Qué me diste? —Preguntó Elizabeth con voz pastosa. —Es el antídoto, conseguí el invernadero. —Debes beber —respondió Elizabeth. Kendrick sonrió con tristeza. —Lo he hecho, deja de preocuparte por mí, no me dijiste que estabas herida —su tono era acusatorio. —Yo no vi el puñal, sentí cuando Maggi me hirió, pero no pude imaginar que tuvieras que abrir más mi herida… —Ya lo hice. — ¿En serio? Menos mal que estaba dormida. Kendrick apretó sus labios. —Sí, menos mal —susurró sufriendo, veía a Elizabeth muy mal y temía que si volvía a perder el conocimiento no regresaría. —Entiendo el nombre del veneno —murmuró Elizabeth. —Dime que sientes. —No puedo ver, es decir… Puedo ver, pero a través de una especie de niebla que no me deja identificar nada, es
La tormenta fue tan furiosa que hizo imposible la búsqueda de nadie. Marina y Gavin estaban tan desesperados por la impotencia que solo podían soportarlo porque se tenían uno al otro. —Ellos están bien —susurró Marina y Gavin la abrazó y le dio un beso en la coronilla, se mantuvo en silencio, no compartía su optimismo. —Para Maggi el objetivo de su vida es la venganza. —Ellos al igual que nosotros no pueden circular con la tormenta, a ella le conviene negociar y nuestros hijos son hábiles, y sobre todo inocentes de todo. Dios los ampara. Gavin puso las manos cubriendo su rostro. — ¿Si pierdo a mis hijos? —Por favor no lo digas… Marina quitó las manos de sus ojos y lo hizo mirarla. — ¿Marina, de qué habrá servido mi vida? Sencillamente no puedo tolerarlo, esta vez yo... Marina lo abrazó y rogó al cielo por ayuda. —No pierdas la esperanza, nuestros hijos son fuertes, inteligentes… — ¿Pero serán capaces de negociar con gente que son pura codicia? —M
Gavin no era un hombre que se rindiera y con sus hijos en peligro mucho menos, aún con todo y tormenta no paró en su búsqueda de respuestas. Y encontrar a Marcelo fue muy sencillo. Gavin entró a territorio MacTavish una vez más. En un potrero abandonado bajo un precario techo improvisado a punto de que la brisa lo volviera historia lo esperaba Marcelo. Junto a él había un hombre un poco mayor que Gavin y se le veía nervioso. Gavin por insistencia de su hijo fue solo, observó a su hijo de pie a cabeza y le dio un abrazo, sentía que una parte de su alma regresaba. —Estoy bien papá, en serio. — ¿Qué sabes de tu hermana? —Preguntó Gavin en portugués, no confiaba en el escoces junto a ellos, era un forajido evidentemente. —No tengo idea, pero Amish puede ayudarnos a encontrarla, Maggi se la llevó. Nos interceptaron y yo perdí el conocimiento —respondió Marcelo en inglés demostrando que podían confiar en Amish. Gavin observó a Amish y desconfiado hizo una mueca. —