El clan MacLeod despidió a Elizabeth y Kendrick con aplausos y vítores. Kendrick no dejó de caminar hacia la puerta aunque con sonrisas correspondía a los presentes. Estaban atados y nada pudo hacer Elizabeth mientras él la arrastraba hacía el auto sedan negro con muchas latas atadas y letrero de recién casados. Detrás y delante de ellos iban dos camionetas rústicas blindadas con personal de seguridad e iniciaron el viaje de inmediato. Kendrick miró hacia atrás y sonrió con ironía. —Ojalá Archie no sea tan tonto como para quedarse en tu clan, aunque dudo que los de seguridad que envió tu padre le hayan permitido venir con ellos, le tocará caminar. Elizabeth no estaba preocupada por Archie, tenía sus propias preocupaciones. —No me dejaste despedirme de mis padres —le acusó—. Ni siquiera brindamos. —Se supone que somos unos enamorados deseosos de consumar nuestro matrimonio —Kendrick levantó sus manos atadas—. Además, para mañana de seguro tus padres se presentan
— ¡Aléjese de la señorita! —ordenó uno de los hombres sosteniendo firmemente el arma. —No puedo, estoy atado a ella —Kendrick levantó sus manos unidas. —Él no me está haciendo nada —musitó con la voz entrecortada Elizabeth—. Perdónenme, es que vi una rata. —Aquí no hay ratas —le acusó Kendrick furioso. — ¡Estoy bien! —ratificó Elizabeth. —La escucharon, pueden salir de mi propiedad, pueden quedarse, pero no aquí dentro. En los graneros hay catres. Los hombres bajaron las armas pero miraron a Elizabeth. —En verdad estoy bien, también muy avergonzada, solo estoy cansada, es todo. Mi esposo no me hacía daño. Aunque las palabras de Elizabeth buscaban expresar calma, su cuerpo evidenciaba su temor, pero nadie quiere estar metido entre marido y mujer. —Señorita, no dude en llamarnos, solo debe gritar. —Gracias… —Elizabeth afirmó con la cabeza y los hombres salieron. — ¿Qué tratas de hacer? No es gracioso Elizabeth, esos hombres me hubieran matado si no estab
Elizabeth incapaz de quedarse en la cama un minuto más se levantó viendo como el sol ya comenzaba a iluminar el día. En la habitación de Kendrick no había baño, y Elizabeth temía salir y encontrarse con él. Los recuerdos de la noche anterior invadieron su mente provocando esa extraña descarga eléctrica que nunca antes había sentido. —Eres una tonta Elizabeth —se recriminó a sí misma—. Él no te ama, tiene novia, debe pensar que soy una… Elizabeth cerró los ojos con fuerza y salió de la habitación. La casa estaba desierta, después de arreglarse en el baño de invitados, algo inimaginable para ella tomó aire y se miró al espejo. —A partir de hoy te comportarás —se ordenó. Elizabeth fue a la cocina y encontró a Kendrick en medio de un caos. Kendrick estaba luchando por preparar un desayuno escocés tradicional. La cocina estaba llena de ingredientes: huevos, salchichas, morcilla y haggis. Para mortificación de Elizabeth lo único que se veía apetecible era el homb
Había algo que nadie sospechaba de Elizabeth MacLeod. Era una chica muy insegura, quien la veía siempre con la cara en alto, llena de joyas y con exquisitos modales podrían pensar que era una chica demasiado consciente de la suerte que tuvo al nacer. Nadie sabía que para ella el peso de la corona era extenuante. Creció siendo alabada por todos, pero al mismo tiempo siendo objeto de burlas de chicas que querían lo que ella tenía y hombres mezquinos que al saber que era imposible siquiera acercarse, preferían expresarse de ella de manera despectiva. Aunque su padre trató de prepararla para la envidia del mundo y ella aparentaba que no le importaba el juicio de los crueles, no era cierto.. Marina que conocía muy bien a su hija no más al verla notó que algo no estaba bien. Marina se acercó a Elizabeth con mirada preocupada. — ¿Qué ha pasado? ¿Por qué traes esa cara? —Preguntó en voz baja solo para sus oídos. —No me pasa nada mamá, solo discutí con Kendrick.
—Kendrick no es ni por asomo el hombre con quien deseo pasar mi vida —contestó Elizabeth con seguridad. —Yo decía lo mismo de tu padre. —Mamá deja de creer que mi vida es consecuencia de tu karma. Kendrick no es un José Manuel Duncan y menos un Gavin MacLeod. —Tú no deberías estar involucrada en esto, cuando llegué al clan los MacTavish resentían de los MacLeod, pero yo logré la cooperación, Liam era un buen hombre, y se alejó de tu padre creyendo lo peor de él cuando tapamos el desastre de Camila y Alistair. —Mamá, no tenían opción. Marina se puso de pie y ahora fue ella quien caminó hacia la ventana. —Sí la teníamos. Tu padre y yo debimos pensar en el futuro de nuestros hijos. De haber dicho no a los Cameron, si no hubiéramos tomado esas tierras, el clan MacTavish no se habría convertido en la guarida de los forajidos que no se extinguieron con la muerte de Lachlam y Angus. —Creo que estás tomando responsabilidad de muchas cosas que estaban fuera de tus manos
De regreso en la casa Kendrick invitó a Gavin al despacho del jefe. Kendrick entró con decisión y ocupó su puesto detrás del escritorio estilo inglés, Gavin entró al recinto que se mantenía intacto como lo dejó Liam MacTavish, se detuvo frente a una vitrina y sonrió. Gavin levantó con mucho cuidado un caballo de madera, admirando las curvas y los detalles tallados. En la representación artística el caballo estaba en dos patas y miraba hacia atrás, el trozo de madera donde fue tallado daba a su vez el fondo para representar la nube de polvo que el movimiento del caballo hizo. —Liam realmente tenía un talento especial. Este caballo es una obra de arte —murmuró Gavin con nostalgia al recordar a su amigo. —No sabía que usted conociera el arte de mi padre, tallar madera no era algo que hiciera en público. Gavin devolvió el caballo a su lugar. —Tu padre era unos años mayor que yo, en cada fiesta por el inicio de la caza nos encontrábamos, fuimos amigos, hasta que tomamos e
Para Marina no era fácil, aunque antes le confesó a Elizabeth que quería tomarla de la mano y alejarse, por supuesto su hija no le creyó. Marina estaba lejos de hablar en sentido figurativo, para una madre los hijos nunca crecen en su corazón, pero aquí tenía a su hija mayor. Por quien luchó apenas supo de su existencia, a quien le tocó cargar el peso de sus errores, quien la veía valiente y ejemplo de vida. Marina sonrió tragando el nudo de emociones subían por su garganta. —Amor, la vida siempre tiene riesgos —musitó Marina, su voz suave pero firme—. Pero quiero que recuerdes algo: eres fuerte, más fuerte de lo que crees. Y aunque me encantaría protegerte de todo dolor, sé que tienes la capacidad de enfrentar cualquier desafío. Solo quiero que sigas tu corazón y no tengas miedo de luchar por lo que crees. Las voces de Marcelo y Archie se escucharon de vuelta en la casa. —Dios mío qué aroma —inhaló Archie profundamente el olor a comida bien hecha. — ¿Tienen hambr
Angélica trataba de entender el motivo detrás del acuerdo matrimonial de Kendrick, sus pensamientos giraban en espiral: —Si tenían a su disposición a duques y príncipes, a millonarios de todo el mundo, ¿para qué considerarte a ti? —Angélica soltó una carcajada amarga—. ¿Será que la están castigando, o que tú en esa fiesta la comprometiste de alguna manera? Kendrick se levantó de la cama, caminando hacia el pequeño baño sin responder. —Kendrick, no seas ridículo, no tienes por qué ofenderte. Solo digo la verdad —insistió ella. Kendrick se detuvo en seco antes de entrar al baño. —Si crees que soy un saco de excrementos, ¿por qué me amas? —Porque tú y yo somos iguales. No eres un saco de excrementos, pero para los jactanciosos MacLeod no eres nada. Ellos son mezquinos y manipuladores, han matado para mantener su poder. Quiero saber qué pudieron ver en ti. —Quizás le gusté a ella —respondió Kendrick con rabia, sintiendo cómo las palabras de Angélica pinchan sus inse