Marina y Gavin, frente a su hija Elizabeth y su prometido Kendrick, todos sentados en la sala de negociaciones del clan MacLeod. Aquella escena era bizarra, sobre todo para Marina que lucía furiosa, Elizabeth trataba de verse fría e implacable, Kendrick sonreía victorioso; Gavin siempre fue un hombre capaz de ocultar sus emociones. Tenía en sus manos la extraña roca que Kendrick había mostrado a Elizabeth. —Hay más como está —dijo Kendrick señalando la geoda—, incluso más grande, no he podido hacer que estimen el valor del yacimiento, pero es que no quiero que nadie se entere, yo lo descubrí por casualidad. —Si tu padre hubiera encontrado esto —levantó Gavin la geoda y la dejó sobre el escritorio— otra sería la historia. —No lo pongo en duda señor —concedió Kendrick—. Usted hubiera querido negociar conmigo entonces. Gavin se echó a reír. —Si no quise hacer negocios contigo es porque tu reputación es una porquería. —Jefe Gavin, lo que pasa es que a los arruinados n
Marina se sentó en la cama sintiendo el peso de la impotencia y renegando de todas sus decisiones llevada por la ira. Gavin alzó las cejas y quedó en silencio, herido por la declaración de Marina. A Marina le rodaban lágrimas de dolor por sus mejillas, no quería ver a Gavin, sabía que se sentiría culpable de herirlo. —No se vale Marina —masculló Gavin—, he dado todo lo que está en mis manos. No… Mejor dicho, hemos luchado demasiado por el bienestar de nuestros hijos. Entiendo que estés decepcionada, pero arrepentirte… —No me arrepiento de ser tu mujer, te amo Gavin, pero Elizabeth es una niña… —Siendo menor que ella tuviste a Cris. Marina lo observó entonces. —Gavin, ¿cómo puedes estar de acuerdo? —Yo no permitiré que Kendrick MacTavish dañe a mi hija, lo puedo garantizar. — ¡No puedes garantizar tal cosa!, él será su marido. No podrá ser jefa y deberá irse con él al clan MacTavish. Marina negó con la cabeza y le dio la espalda a Gavin. Él la abrazó por
Una hora más tarde estaban de nuevo sentados en la sala de reuniones, pero ahora se sumaban Marcelo y Archie que serían testigos del contrato entre Elizabeth y Kendrick. Gavin se aclaró la garganta y colocó sus lentes de lectura, leyó con claridad la presentación del documento, hizo una pausa. —Las siguientes clausulas son inamovibles por parte de los MacLeod —dijo a Kendrick—. Si deseas colocar alguna se aceptará, siempre y cuando no vulnere nuestras clausulas, ¿estamos claros? —Dispare jefe —expresó Kendrick con su acostumbrada ligereza. Gavin procedió a leer en voz alta: Cláusulas del Contrato:Confidencialidad del yacimiento de cuarzo:Ambas partes se comprometen a mantener el secreto absoluto respecto al yacimiento de cuarzo descubierto en las tierras del clan MacTavish.Está estrictamente prohibido divulgar información sobre el yacimiento a terceros, salvo acuerdo mutuo.Reputación y naturaleza del matrimonio:Para preservar la reputación de Elizabeth MacLeod, s
El gran salón del castillo fue decorado con flores frescas y velas, era sencillo para lo que se esperaba fuera la boda de Elizabeth, pero elegante y de buen gusto, los presentes era el clan MacLeod, la boda no sería eclesiástica. La armoniosa melodía de las gaitas escocesas empezó a sonar para la entrada de la novia, entró Marina en primer lugar. Kendrick estaba de pie frente al registrador y Archie estaba a su lado. Era justo decir que a pesar del frío, Kendrick sudaba la gota gorda. —No seas idiota Kendrick, alegrate de tu suerte, dicen que si quieres saber que oculta tu amor te fijes en tu suegra y tendrás un futuro agraciado. Kendrick sabía que la insinuación de Archie era en contra de Angelica, nunca había ocultado su aversión a su relación, pero ahora abiertamente le insistía. Kendrick no observó a Marina, miró a Archie y susurró. —Hago lo que debo, es eso lo importante ¿O no? Marina se sentó en la primera fila de asientos y Archie mirando el pasillo ele
El clan MacLeod despidió a Elizabeth y Kendrick con aplausos y vítores. Kendrick no dejó de caminar hacia la puerta aunque con sonrisas correspondía a los presentes. Estaban atados y nada pudo hacer Elizabeth mientras él la arrastraba hacía el auto sedan negro con muchas latas atadas y letrero de recién casados. Detrás y delante de ellos iban dos camionetas rústicas blindadas con personal de seguridad e iniciaron el viaje de inmediato. Kendrick miró hacia atrás y sonrió con ironía. —Ojalá Archie no sea tan tonto como para quedarse en tu clan, aunque dudo que los de seguridad que envió tu padre le hayan permitido venir con ellos, le tocará caminar. Elizabeth no estaba preocupada por Archie, tenía sus propias preocupaciones. —No me dejaste despedirme de mis padres —le acusó—. Ni siquiera brindamos. —Se supone que somos unos enamorados deseosos de consumar nuestro matrimonio —Kendrick levantó sus manos atadas—. Además, para mañana de seguro tus padres se presentan
— ¡Aléjese de la señorita! —ordenó uno de los hombres sosteniendo firmemente el arma. —No puedo, estoy atado a ella —Kendrick levantó sus manos unidas. —Él no me está haciendo nada —musitó con la voz entrecortada Elizabeth—. Perdónenme, es que vi una rata. —Aquí no hay ratas —le acusó Kendrick furioso. — ¡Estoy bien! —ratificó Elizabeth. —La escucharon, pueden salir de mi propiedad, pueden quedarse, pero no aquí dentro. En los graneros hay catres. Los hombres bajaron las armas pero miraron a Elizabeth. —En verdad estoy bien, también muy avergonzada, solo estoy cansada, es todo. Mi esposo no me hacía daño. Aunque las palabras de Elizabeth buscaban expresar calma, su cuerpo evidenciaba su temor, pero nadie quiere estar metido entre marido y mujer. —Señorita, no dude en llamarnos, solo debe gritar. —Gracias… —Elizabeth afirmó con la cabeza y los hombres salieron. — ¿Qué tratas de hacer? No es gracioso Elizabeth, esos hombres me hubieran matado si no estab
Elizabeth incapaz de quedarse en la cama un minuto más se levantó viendo como el sol ya comenzaba a iluminar el día. En la habitación de Kendrick no había baño, y Elizabeth temía salir y encontrarse con él. Los recuerdos de la noche anterior invadieron su mente provocando esa extraña descarga eléctrica que nunca antes había sentido. —Eres una tonta Elizabeth —se recriminó a sí misma—. Él no te ama, tiene novia, debe pensar que soy una… Elizabeth cerró los ojos con fuerza y salió de la habitación. La casa estaba desierta, después de arreglarse en el baño de invitados, algo inimaginable para ella tomó aire y se miró al espejo. —A partir de hoy te comportarás —se ordenó. Elizabeth fue a la cocina y encontró a Kendrick en medio de un caos. Kendrick estaba luchando por preparar un desayuno escocés tradicional. La cocina estaba llena de ingredientes: huevos, salchichas, morcilla y haggis. Para mortificación de Elizabeth lo único que se veía apetecible era el homb
Había algo que nadie sospechaba de Elizabeth MacLeod. Era una chica muy insegura, quien la veía siempre con la cara en alto, llena de joyas y con exquisitos modales podrían pensar que era una chica demasiado consciente de la suerte que tuvo al nacer. Nadie sabía que para ella el peso de la corona era extenuante. Creció siendo alabada por todos, pero al mismo tiempo siendo objeto de burlas de chicas que querían lo que ella tenía y hombres mezquinos que al saber que era imposible siquiera acercarse, preferían expresarse de ella de manera despectiva. Aunque su padre trató de prepararla para la envidia del mundo y ella aparentaba que no le importaba el juicio de los crueles, no era cierto.. Marina que conocía muy bien a su hija no más al verla notó que algo no estaba bien. Marina se acercó a Elizabeth con mirada preocupada. — ¿Qué ha pasado? ¿Por qué traes esa cara? —Preguntó en voz baja solo para sus oídos. —No me pasa nada mamá, solo discutí con Kendrick.