Marina apenas entendía los reclamos que la mujer le hacía, lanzaba improperios y palabras que jamás había escuchado en su vida. —Yo ni la conozco, ¿por qué me insulta? —Es la hermana del doctor Graham —murmuró Ana. —Piensas que con tu hijito podrás manipular a Gavin… — ¡Camila! ¿Qué demonios haces? —Inquirió Gavin con autoridad. Camila volteó y bajó la cara a Gavin y se acercó a él. — ¡No es justo Gavin! ¡Por su culpa murió mi padre! Gavin alzó la mano y Camila calló. —Es suficiente Camila, estás cruzando un límite al desafiar mi voluntad. — ¿Serías capaz de expulsarme del clan por ella? — ¡Camila! —Gritó Graham que venía corriendo y se veía furioso con su hermana—. ¿Se puede saber qué te pasa? —Aquí todos esperaban que fuera yo la señora del clan, era mi derecho —exigió con lágrimas en los ojos. —Cállate, estás haciendo el ridículo, vete ahora mismo —ordenó Graham con voz letal. Camila apretó los puños y corrió furiosa lejos de todos. Graha
Marina le dio una bofetada que resonó como un disparo. El silencio se apoderó del lugar un segundo hasta que las risas estallaron entre las mujeres del clan. Gavin con la mano en la mejilla tiene una expresión de asombro total. Nunca en su vida había sido rechazado así, y mucho menos frente a su propio clan. Marina con la cabeza en alto y una mirada desafiante, no muestra ni un ápice de arrepentimiento. — ¡Eso te enseñará a no tomar lo que no te pertenece! —exclamó antes de girar sobre sus talones y alejarse de él con la dignidad intacta. Una anciana de las que ordeñaba las cabras se limpió las lágrimas de risa y dijo en voz alta: — ¡Eligió bien jefe, esa chica tiene coraje! —provocando otra ronda de carcajadas. Gavin, aún aturdido por el golpe y la humillación pública, intenta recomponerse. Pero es evidente que la imagen del macho alfa ha sufrido un golpe tan fuerte como su mejilla. Caminó hacia la casa, decidido a no acercarse a Marina de nuevo en público
— ¿Perdón? ¿Está usted jugando? —Inquirió Marina molesta. Graham se veía apenado. —No, hablo muy en serio, se haría in vitro, se analiza en laboratorio y se insemina el óvulo fecundado que sea viable en su totalidad con Cris. —El donante perfecto —murmuró Gavin. —Así es, de su cordón obtendríamos las células madres, de necesitar médula ósea, transfusiones de plasma, incluyendo órganos como riñones tendríamos el donante perfecto… Marina se levantó de su silla y quería salir corriendo de allí. —Mi hijo se pondrá bien, él no necesitará nada más que la quimioterapia. —Pero quisiera que se hicieran pruebas antes en nosotros, porque si hay compatibilidad —advirtió Gavin sin prestar atención a Marina. A Marina toda esta conversación a su parecer era bizarra. ¿Cómo que iba a tener otro hijo?, y con Gavin además… —Es prematuro hablar del tema —aclaró Graham—, primero veamos cómo reacciona a la quimioterapia, pero en mi opinión la mejor opción siempre será un herm
Gavin no esperó a escuchar a Ana, corrió en dirección a la habitación de Cris con Graham pegado a los talones. En cuanto llegó, la imagen que presenció le partió el alma, se vio a sí mismo años atrás con Anderson en sus brazos, pero ahora era Marina sujetando en sus brazos al pequeño Cris muy pálido y con los labios azules. Graham pasó por su lado y es cuando entiende que se había quedado de pie sin poder avanzar. Marina llora con mucho dolor y Graham quita el niño de sus brazos. —Gavin llévate a Marina —Gavin lo escuchó, pero su cuerpo se niega a moverse, quiere correr, pero en dirección contraria, huir del dolor—. ¡¡Gavin ahora!! Gavin reaccionó y abrazó a Marina por la espalda y tuvo que cargarla para lograr alejarla de Cris. Marina gritó y le dio golpes en la espalda, a Gavin le duele el hombro del atentado, pero resistió el dolor y sin soltarla la sacó de la habitación. — ¡¡NO, MI HIJO, SUÉLTAME!! — ¡Marina!... ¡Marina, tranquilízate! Pero no había fo
— ¿No has descansado? —preguntó Gavin susurrando—. Puedo quedarme un rato—dijo con poca convicción, este era el último lugar donde quería estar, pero tampoco podía alejarse. Marina negó enérgicamente con la cabeza. —Estoy bien —replicó y continuó cantando la hermosa canción de cuna. Ana entró y sonrió a Gavin, se sentó junto a Marina y tomó una mano de ella y con la otra la de Cris. Cómo si de alguna manera pudiera darles energía para continuar, eso le pareció a Gavin y lo apreció, sonrió con Ana complacido de haberla llevado, Marina se veía mejor con ella al lado y eso era mejor para Cris. Gavin observó cómo Cris temblaba, su piel estaba pálida, era obvio que soportaba un tormento y deseó quitar esa carga del niño y llevarla él. De poder hacerlo lo haría sin dudarlo, pero sabía que era imposible, por más que lo había suplicado a Dios cuando fue Anderson quien estuvo convaleciente en una cama de hospital no ocurrió. Ver a Cris era como ver de nuevo a Anderson ago
— ¿No pensaste acaso que habías pegado la lotería al quedar embarazada? —Preguntó Gavin con ironía. Marina lo miró con ira y resentimiento. —No sé cómo sea en Escocia, pero quedar embarazada de una violación… —Maldición Marina, yo no te violé —le interrumpió Gavin. — ¿Ah no? Estabas borracho y yo drogada, atada, te repetía que pararas y me llamabas Sofi ¿es eso normal para ti? —Inquirió Marina enumerando con los dedos y con expresión asqueada. Gavin desvió la mirada. —Tus planes cambiaron cuando fue en mi cama que fuiste a parar y no la de Fergus. — ¿Cual plan? Por todos los cielos. — ¡José Manuel envió aquí a la policía!, él sabía que Fergus era de mi clan y su intención era sacarme dinero también a mí. —Lo que yo sabía es que José Manuel se había endeudado con un mafioso que nos mataría si no le pagaba una enorme cantidad de dinero. —Fergus pagó cinco millones, mi padre dio cinco millones por tu rescate y a mí sabe Dios cuánto quería quitarme por no
—No puedo soportarlo —susurró Marina—. No puedo verlo sufrir así. Gavin asintió y con voz ronca contestó. —Ninguno de nosotros puede. Pero tenemos que ser fuertes por él. El niño se retorcía, su respiración era entrecortada. Marina acarició su frente sudorosa, murmurando palabras de consuelo. —Estamos aquí, mi amor. Está Gavin que te llevará a montar al poni, tienes que superar esto sí, por favor… —Llamaré a Graham —dijo Gavin olvidando el botón de pánico y dando gritos desde la puerta. Volteó y vio en Cris la imagen de la muerte, él la conocía muy bien, no pudo resistir su peso, cayó de rodillas al suelo y Marina abrazó a su hijo. Gavin lloró como hace años lo hizo por Anderson. No sabía si ahora lloraba aun por él, pero se sentía transportado a esa horrible pesadilla de nuevo, entonces escuchó a Marina. —Mi pequeño, está bien, mamá está bien, puedes ir con los ángeles, te prometo que estaré bien —llorando porque obviamente no está bien lo abrazó y le cantó
Gavin miró al cielo y dejó salir el aire que retenía, no quería que le preguntaran, no podía dar explicaciones. —Ya dije lo que tenía que decir, es mi hijo, punto final, se acabó —dijo Gavin tratando de zanjar el tema e irse de allí. Camila fue igual de rápida y se atravesó en su camino colocando una mano en su abdomen y pegándose a él —Soy yo, a mí no me engañas, puedes decírmelo —musitó mirándolo a los ojos. Gavin la miró. — ¡Es mi hijo, Camila! Es todo lo que necesitas saber. Camila negó con la cabeza de manera obstinada. —Tú eres un hombre muy cuidadoso, no quieres tener más hijos, además los tiempos no cuadran, para cuando ese niño fue concebido tú no querías saber nada de ninguna mujer… — ¡Ya basta Camila! —Ordenó Gavin con toda la autoridad de jefe de clan. —Pero… — ¿Acaso debo darte explicaciones más precisas? —Me las debes, porque has sido enfático en que no podías aceptar una relación y lo acepté con la esperanza en que recapacitaras y me co