— ¡Maldición Camila! —Gritó Gavin frustrado. — ¡Dejémonos de tonterías Gavin! —Espetó Camila—. Debemos trazar un plan de acción para que no descubran la verdad. —La única verdad es que Cris era mi hijo —decretó Gavin—. No acepto que ni tú ni nadie lo ponga en duda. —Mi padre aseguraba lo mismo conmigo, lo hizo para protegerme como tú querías proteger a Cris. — ¿De donde sacas que no eres hija de Fergus? En verdad te volviste loca mujer. —Me lo dijo quien resultó ser mi verdadera madre, Alistair tiene razón y los límites que estamos dispuestos a romper los MacLeod por mantener la imagen de clan perfecto nos vuelve unos hipócritas, pero ni modo, ahora es vital que sigas siendo el jefe aunque hayas usurpado el lugar del heredero. Mientras Gavin y Camila discutían Marina tuvo que sentarse, a su mente llegaron imágenes que le hacían sentir una sensación de miedo paralizante. Muchos hombres, todos con mirada hambrienta, un hombre haciéndose visible al levantar una palet
Marina observó el dolor en las facciones de Gavin y negó con la cabeza, dio un par de pasos atrás poniendo distancia entre ellos. Gavin estaba desesperado por no poder alcanzarla. —Ambos somos unos monstruos —masculló Marina mirando sus pies y llorando con hipidos entrecortados, sintiendo mucha pena. —Marina, por favor, te lo explicaré todo, pero primero debo encargarme de sacarte de aquí. Marina le dio la espalda y se acurrucó en el catre mirando contra la pared llorando. Sentía culpa, el sentimiento que ahora la embargaba era la certeza de que merecía que su hijo hubiera muerto, porque ella antes lo deseó. Gavin se había echado la culpa y eso la decepcionó, contaba con que Gavin le dijera que era mentira, que le diera una explicación, pero solo había admitido culpa. No le importó el clamor de Gavin que trataba de darle ánimo. —Gavin, es hora —escuchó la voz de Camila desde lejos. —Marina, debo ir, estoy seguro de que todo es mentira, lo arreglaré y te s
Lachlam estaba muy molesto, nada le estaba saliendo como lo planeó, desquitarse con Alistair era muy conveniente. Sacó un arma y le apuntó a Alistair que subió las manos en señal de rendición. —Dame al menos un motivo para creer la absurda historia que me acabas de contar —inquirió Lachlam. —Alistair con las manos en alto y mirada desafiante espetó. — ¡Odio a Gavin! Ese malnacido me ha menospreciado toda la vida, se cree superior a mí, se jacta de ser mejor cuando en realidad es un idiota. Que se le hayan muerto los hijos es solo una parte de lo que merece, quiero que esté destruido, solo y acabado, escupir su cara y… — ¿Y Camila? —Le detuvo Lachlam—. Sé muy bien que ella es fiel a él hasta la muerte. Ese cuento de que te ayudó… —Ella está conmigo ¿Acaso tu hijo no te lo dijo? — ¿Qué quieres realmente con ella? — ¿Acaso te importa? —Sigue siendo una MacLeod, aunque su padre sea un don nadie, resulta que la madre de mi hijo también era una criada muerta de h
Marina sentada en el banquillo de acusados está muy triste y con el corazón roto. Se siente confundida y fuera de lugar como nunca antes. Con respecto a Gavin no sabe qué pensar. Lo ve sentado en su lugar de jefe y el aura de autoritarismo que le acompaña no le parece encantadora esta vez. La lleva a pensar en todo lo que Gavin representa y cuanto está dispuesto hacer por defenderlo. Camila siempre está a su lado, fiel sin importar qué. ¿Qué sería capaz Gavin por el bien de su clan? Marina sabía que era lo más importante para él. Pero Marina se preguntaba. ¿Qué significaba realmente ella para él? ¿La mujer ajena que ahora tomaba como propiedad? ¿Acaso había reconocido a su hijo sin serlo para no manchar la imagen de Fergus? Marina no recordaba a Fergus, recordaba ser tomada atada a una cama. Estaba segura que había sido Gavin. Pero Camila dejó claro, que Gavin en Cris vio la oportunidad de tener de nuevo un heredero. Marina lloraba sin pod
Todos en el patio quedaron impactados, incluso los detractores, pues no esperaban que Marina aceptara su culpa. Maggi con la actitud del victorioso se irguió a toda su altura y miró a los ancianos. —Creo que no hay más nada que decir, Marina ha aceptado su culpa, solo les queda emitir sentencia. —Yo quisiera escuchar la explicación de Marina —dictaminó Fiona—. ¿Puedes explicarnos Marina? —Es obvio que se valió de su cargo para enriquecerse ilícitamente —arguyó Maggi y miró a su padre. —Los motivos no la eximen del delito —bramó Alfred—. Nuestro deber es dictar sentencia. —La condena será dictada en función a lo que es justo —emitió Fiona dando un golpe con el puño a la mesa—. No podemos olvidar que es la señora de nuestro clan. —Con más razón debemos ser severos, si le perdonamos acciones de esta magnitud a la mujer de nuestro líder, entonces nuestras leyes se irán al infierno y el caos se apoderará de nosotros hasta que nuestra extinción sea irrevocable. —L
Gavin MacLeod se enorgullecía de ser un hombre ecuánime, ni siquiera el trastorno de Sofi que él consideraba era el sol que iluminaba su vida afectó jamás su determinación como jefe de clan. Pero aquí estaba, con la mentira a punto de salir de su boca. —Yo hablé con Marina al respecto, y… — ¡Gavin no sabe nada! —le interrumpió Marina haciendo que todos voltearan hacia ella. —No puedo creer que Gavin siendo un notorio empresario y además su esposo no supiera… —Espetó Alfred. Gavin quiso hablar y Camila le clavó las uñas en su antebrazo. —Pues no lo sabía —dictaminó Marina ocupando la atención de los presentes—. Yo actué sola, en lo que creía era lo mejor para el clan, pero no quería comprometer a Gavin. De hecho mi intención fue darle una sorpresa. — ¡Y vaya sorpresa! —se burló Alfred y se escucharon risillas en burla. — ¡Suficiente! —Espetó Fiona, pidiendo orden y muy molesta se dirigió a Alfred—. Debemos deliberar, está fuera de lugar que entrevistes a Gavin.
En ese oscuro rincón de las mazmorras, las palabras de Marina y Gavin se han convertido en dagas afiladas que los han herido, y ahora reaccionan a la defensiva. Gavin sostiene a Marina con firmeza, sus ojos chispeando de ira y desesperación. Ella, a pesar de todo, no se amilana. —No te pertenezco, ni a ti ni a nadie —afirmó Marina con dientes apretados mientras forcejea con Gavin que sin mayor esfuerzo la domina. Marina con ojos brillantes por las lágrimas contenidas lo observa con determinación a sus ojos azules que eran su océano de felicidad, pero que ahora muestran mucha ira y frustración. —Deja de luchar contra mí que de nada te servirá —gruñó Gavin. — ¿Y qué esperas de mí? ¿Qué me rinda ante tu autoridad? ¿A esto te referías cuando me dijiste que aceptara ser tuya sin condiciones? ¿Me dejarás encerrada hasta que te baje la cabeza y entienda que me ves como un objeto? — ¿Qué te rindas ante mí? —Gavin rio con ironía—. Que gracioso que hables de rendirse cuando me
Camila sintió un nudo en el estómago al ver a Alistair junto a Lachlam. Marina no sabía qué pensar. Alistair y Gavin no tenían una relación de amistad, pero últimamente se habían aliado. —Alistair, Gavin confía en ti. Yo confíe en ti —musitó Marina. —Y te estoy ayudando amiga mía —declaró Alistair—. Tú no tienes todos los elementos de la historia. Gavin se hace pasar por el intachable jefe, pero en realidad esconde sus pecados. Yo soy sincero, no me visto elegante ni ando como príncipe azul en helicópteros, mi clan es pequeño, somos pobres y mal vestidos, pero honestos. A diferencia de mis ricos vecinos. — ¡Eres una porquería! —Le gritó Camila—. Pero no podrán con Gavin, apuesto a que dentro de poco someten a sus hombres, entonces tendrán que cambiar la vida de Angus por nosotras. —Gavin jamás ha dado nada por ti Camila —espetó Alistair con sarcasmo. —Gavin no abandona a su gente, él se sacrifica, no como tú que engañas y mientes —Exclamó Camila con voz rota, se sent