Gavin tenía dos horas más de lo acostumbrado en su oficina, y ni siquiera estaba trabajando. Movía entre sus manos la nota acusatoria que recibió. Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué Marina estaba tan nerviosa cuando le habló de la falta de dinero? ¿Y por qué necesitaba dinero de repente? Mientras intentaba ordenar sus pensamientos, recordó que Camila había estado hablando con Alistair esa misma mañana. ¿Podría ser Camila quien dejó la nota? ¿Trataba de crear discordia entre él y Marina? Pero eso no tenía sentido, ya que Camila había buscado a Alistair. Gavin se levantó de su escritorio y se acercó a la ventana. Desde allí, vio a Ewan caminando por el patio. Ewan era un hombre amargado y desconfiado, pero Gavin sabía que podía contar con su consejo, aunque fuera cínico. Bajó rápidamente las escaleras y salió al encuentro de Ewan. Ewan lo vio acercarse y lo esperó. — ¿Qué te trae por aquí muchacho? Últimamente eres muy feliz retirándote temp
Al amanecer apenas el sol despuntó el alba Gavin llevaba a Marina al helicóptero. —Pero Gavin, ¿no le dirás a nadie que nos vamos a Edimburgo? —No —arguyó Gavin de inmediato, si le digo a alguien nos sacarán una montaña de cosas por hacer y ya no podremos ir. Marina sonrió. —Bueno, en realidad vamos por una diligencia al banco, podremos regresar muy pronto. —Claro que sí —respondió Gavin guiñando un ojo. El helicóptero se elevó sobre las colinas escocesas. Gavin, con la mirada fija en el horizonte, era el piloto esta vez y Marina al verlo tan concentrado y diligente a los controles se enamoraba un poco más de él. Pronto el paisaje cambió y Edimburgo se extendía ante ellos, una ciudad de piedra y misterio. Gavin aterrizó en un edificio exclusivo donde tenía un penthouse. Un equipo de servicio que atendía a Gavin en la ciudad los recibió en la azotea. —Más tarde regresaremos, vamos directo al banco —le informó Gavin. Partieron en una automóvil con chofer,
Marina y Gavin estaban en la cama, saciados y felices de no tener que encargarse de ningún problema, viviendo una pequeña luna de miel que anhela cualquier enamorado. Tenían las manos juntas y Marina se maravillaba en lo pequeña que se veía su mano contra la de él que la arropaba. El paralelismo con la realidad le hacía pensar. En cierta manera así se sentía. Gavin se había convertido en la persona a la que recurría, de la que dependía de una manera que incluso le parecía poco práctica, pero dados los acontecimientos era entendible. Cuando Gavin apretaba sus dedos podía sentir la presión del anillo del jefe, era enorme, notable aunque masculino, y como si esa parte de él siempre se sentía en cada aspecto de sus acciones. — ¿Cuando tu madre fue la jefa del clan utilizaba un anillo más femenino? —Preguntó Marina. Gavin se echó a reír por el rumbo disperso de los pensamientos de Marina y le dio un beso en la punta de la nariz. —Eres tan extranjera Marina. Marina ele
Murdock tomó la mitad de la mandarina de las manos de Angus. —Supongamos un escenario en el que te apoyo —espetó con sarcasmo—. Tendrías que tener más méritos que Gavin, sería más fácil que el infierno se congelara, tú eres un bandido, Gavin un empresario íntegro y audaz. —Estoy seguro que puedes controlar la narrativa, en la única revolución cuyo líder fue un hombre con ética intachable terminó crucificado. —Entiendo, tengo voz dentro del clan para rescatar tu patética reputación, lamentablemente Gavin tiene mucha aceptación en el pueblo, aunque Marina debería ser una debilidad, se ha ganado el respeto y la admiración de la gente, la muerte del mocoso los benefició. —La extranjera sigue siendo su debilidad —dijo Angus muy seguro. Murdock entrecerró los ojos. —Eres astuto, diría que más que tu padre, Maggi está por completo condicionada a ti, quiere decir que tienes información que te ha hecho buscarme. —Tú debes tener secretos de Gavin, entre los dos podemos sac
En cuanto Maggi ingresó a su hogar tarareando una canción romántica llena de felicidad después de la exitosa cena, su madre estaba llorando en el sofá y su padre tenía las manos en las caderas. — ¿Se puede saber qué demonios hacías exhibiéndote con ese charlatán? — ¡No es un charlatán! Es mi novio —decretó Maggi y su padre le volteó la cara de una sonora bofetada. Maggi cayó sentada en el sofá junto a su madre. —Eres una inepta que destrozó su futuro por una malcriadez, por eso se fue Graham, tú te exhibiste como una mujerzuela y cambiaste a un buen hombre por un delincuente. La culpa es tuya —dijo señalando a su esposa—. Tú no le inculcaste moral a esta niña y ahora nos ha hecho un hazmerreír ante el clan. —Angus será el jefe del clan y yo seré su esposa —le porfió Maggi. — ¡Niña atolondrada y estúpida! —Gritó su padre— ¿De dónde sacas semejante ridiculez? Angus es un malandrín. —Pues ya verán cuando yo sea la señora del clan. — ¿Por qué estás tan segura? —Pre
Camila encendió la luz de su habitación, se miró al espejo y parecía un adefesio, con el cabello despelucado, la dormilona rota y la sangre brotando de su nariz. Alistair observó a Camila y sintió que los demonios se adueñaban de él. Con ira asesina machucó la cara de Murdock rompiendo sus propios nudillos, lo estrelló repetidas veces contra el suelo y el cráneo crujía contra la piedra. —Maldito cobarde, siente lo que es ser atacado por alguien más fuerte que tú. —Alistair, por favor, Alistair, déjalo Alistair, lo vas a matar. Pero Alistair no entiende de límites, matarlo era lo que quería. Camila temblando como hoja seca lo abrazó por la espalda y lloró llena de miedo. —Te lo suplico Alistair, déjalo por favor. Alistair había visto muchas facetas de Camila, incluso la había oído suplicar para conseguir salirse con la suya, pero jamás la había visto tan asustada. Soltó el cuerpo sanguinolento del anciano inconsciente y se molestó cuando sus manos llenas de
Ewan y Camila, se apresuran en arrastrar el cuerpo de Murdock a su oficina, mientras Fiona se asegura de que nadie los vea. La penumbra oculta sus rostros tensos. Afortunadamente logran llegar a la oficina de Murdock, pero descubren que está cerrada con llave. Ewan maldice y revisa los bolsillos de Murdock, pero no encuentra la llave. Para Fiona y para él es obvio que las intenciones de Murdock eran satisfacer su enferma obsesión y regresar a su cama después de consumado el acto. Solo de ver el aspecto de Camila evidencia que el asunto no era consensuado. —Si pudiera matarlo de nuevo lo haría con todo gusto —susurró Ewan. —No podemos abrir la puerta, quizás sea mejor dejarlo en el bosque —aventuró Fiona. Camila negó con la cabeza. —Imposible, Gavin eliminó las cámaras dentro del castillo, pero todas las puertas tienen cámaras, al menos que lo lancemos por una ventana. —Yo conseguiré la llave —aseguró Fiona y se fue lo más rápido que pudo. Ewan y Cam
Fiona con el corazón roto lo vio irse también. Después de un rato Elsbeth llegó y se sentó a su lado. —Me he equivocado de tantas maneras, no me quedan años suficientes para pagar mis culpas —expresó Fiona con arrepentimiento. Elsbeth la abrazó dándole ánimo. —Quien esté libre de pecados que arroje la primera piedra. Fiona negó con la cabeza. —Tanto critiqué a mi padre y me comporté igual a él, fui egoísta. —No es cierto, tú no planeaste que la hija de Fergus naciera muerta, procuraste una mejor vida para Camila. Estabas sola, tu marido te iba a repudiar, habrías muerto de frío con Camila. Hoy en día los repudiados viven mejor que cuando tu padre era el jefe. —Entregué a mi hija para salvarla de mi marido, pero la dejé para Murdock, ese hombre quería violarla, ahora entiendo que no es la primera vez. —Veamos hacia adelante. Para mañana la cosa estará fea —baticinó Elsbeth. —Ewan me ha dicho cobarde, y tiene razón, lo he sido, he rogado a Dios por perdón