Gavin fue a su despacho, aún era temprano para buscar a Marina, pero en realidad quería hacerlo. Para Gavin era increíble cómo había llegado a depender de Marina para su propia felicidad. Era un sentimiento nuevo y le sorprendía. Gavin había amado a Sofi con locura, pero había pasado mucho tiempo desde que anhelaba pasar todo el tiempo con ella. Por el contrario, en los últimos años de Sofi él prefería darle su espacio, pensaba que era más sano para mantener la armonía y la llama de la pasión, cosa que con Sofi más bien era el más frío invierno durante el día y un fuego forestal durante la noche. Con Marina tenía tanto balance que lo asustaba. Y es que estaba consciente que era un hombre difícil, al que le obsesionaba la perfección y por ello le gustaban tanto las matemáticas. No había algo más satisfactorio que ver trabajar el flujo financiero, sin importar qué, todo debe cuadrar en cada céntimo. Cosa que justo ahora no ocurría. Gavin revisó una y otra vez, pe
Marina regresó a su oficina, su mente aún estaba ocupada con la conversación que había tenido con Gavin, sentía que él no lo había tomado bien, pero ella se sentía terrible teniendo tanta comodidad y que sus amigas Ana y Marisol se vieran en tantas dificultades económicas, con un bebé, y con el corazón roto. Sabía que si le pedía dinero a Gavin para ellas se los daría, pero de esa manera no era lo mismo. Marina pensaba que si quería hacer un favor debía hacerlo ella, entonces decidió usar el dinero del contrato que firmó con Gavin, pero ahora dudaba de su decisión, quizás era muy pronto, quizás ahora que el clan pasaba por tanto juicio no debía. Ya se había extralimitado de por sí. Al abrir la puerta, encontró a Maggi esperándola, con una expresión de preocupación en su rostro. — ¿Me han llamado de la empresa de bienes raíces?” preguntó Marina, tratando de mantener la calma. Maggi, nerviosa, negó con la cabeza mintiendo. —No señora, no han llamado. —Qué rar
Graham observó a Maggi, esperando ver en ella los motivos que la llevan a hablarle de Ana. — ¿Por qué me lo dices? Maggi jugó con sus manos. —Porque tenemos derecho a estar con las personas que amamos. Graham suspiró y miró hacia arriba. —Porque no puedo solo guardarme mis opiniones y consejos no solicitados —musitó implorando ayuda divina—. Maggi, Angus no es bueno para ti. Maggi cruzó los brazos. — ¿Por qué no? Él no tiene la culpa de los actos de su padre, es un buen hombre… —Precisamente no es un buen hombre, sus actos preceden su conducta. Maggi negó con la cabeza. —Todos merecemos una segunda oportunidad, sobre todo tú deberías entenderlo. — ¡Ese hombre ha matado gente! —Eso no es cierto, hay circunstancias, ¿acaso tú como médico no has matado a nadie? — ¡¿Qué?! ¿Compararás a un mafioso conmigo que soy médico? —Hablo de las circunstancias, tú tratando de salvar a un paciente puedes matarlo, cualquiera preservando su vida también puede
—No tienes ni la más remota idea de lo que ha sido mi vida —objetó Camila. —Camila, no me vengas con dramas. —Claro que no, ¡jamás te busqué para que resolvieras algún problema en el pasado! — ¿Cómo lo harías si no estaba aquí? Y si no lo estaba es por tu culpa. — ¡Tú querías huir con Sofi! —Pero si tú hubieras hablado conmigo como mi hermana mayor, si hubieras tenido una partícula de empatía y hubieras comprendido que era solo un joven deslumbrado con una mujer ajena te habría escuchado ¡Por todos los cielos Camila! Te habría escuchado, disuadirme de esa locura hubiera sido muy fácil. Pero en vez de mostrar tu amor por mí fuiste con nuestro padre que era un bruto… —Yo solo quería… —Tú querías que Gavin se desilusionara de Sofi, querías que regresara de rodillas a ti y no te importó hundirme, a mí que soy tu propio hermano. —Está bien Graham, haz lo que quieras, ojalá no te arrepientas, no sé si podré lograr que te reciban de vuelta. —Gavin me apoya. —G
Gavin tenía dos horas más de lo acostumbrado en su oficina, y ni siquiera estaba trabajando. Movía entre sus manos la nota acusatoria que recibió. Su mente estaba llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué Marina estaba tan nerviosa cuando le habló de la falta de dinero? ¿Y por qué necesitaba dinero de repente? Mientras intentaba ordenar sus pensamientos, recordó que Camila había estado hablando con Alistair esa misma mañana. ¿Podría ser Camila quien dejó la nota? ¿Trataba de crear discordia entre él y Marina? Pero eso no tenía sentido, ya que Camila había buscado a Alistair. Gavin se levantó de su escritorio y se acercó a la ventana. Desde allí, vio a Ewan caminando por el patio. Ewan era un hombre amargado y desconfiado, pero Gavin sabía que podía contar con su consejo, aunque fuera cínico. Bajó rápidamente las escaleras y salió al encuentro de Ewan. Ewan lo vio acercarse y lo esperó. — ¿Qué te trae por aquí muchacho? Últimamente eres muy feliz retirándote temp
Al amanecer apenas el sol despuntó el alba Gavin llevaba a Marina al helicóptero. —Pero Gavin, ¿no le dirás a nadie que nos vamos a Edimburgo? —No —arguyó Gavin de inmediato, si le digo a alguien nos sacarán una montaña de cosas por hacer y ya no podremos ir. Marina sonrió. —Bueno, en realidad vamos por una diligencia al banco, podremos regresar muy pronto. —Claro que sí —respondió Gavin guiñando un ojo. El helicóptero se elevó sobre las colinas escocesas. Gavin, con la mirada fija en el horizonte, era el piloto esta vez y Marina al verlo tan concentrado y diligente a los controles se enamoraba un poco más de él. Pronto el paisaje cambió y Edimburgo se extendía ante ellos, una ciudad de piedra y misterio. Gavin aterrizó en un edificio exclusivo donde tenía un penthouse. Un equipo de servicio que atendía a Gavin en la ciudad los recibió en la azotea. —Más tarde regresaremos, vamos directo al banco —le informó Gavin. Partieron en una automóvil con chofer,
Marina y Gavin estaban en la cama, saciados y felices de no tener que encargarse de ningún problema, viviendo una pequeña luna de miel que anhela cualquier enamorado. Tenían las manos juntas y Marina se maravillaba en lo pequeña que se veía su mano contra la de él que la arropaba. El paralelismo con la realidad le hacía pensar. En cierta manera así se sentía. Gavin se había convertido en la persona a la que recurría, de la que dependía de una manera que incluso le parecía poco práctica, pero dados los acontecimientos era entendible. Cuando Gavin apretaba sus dedos podía sentir la presión del anillo del jefe, era enorme, notable aunque masculino, y como si esa parte de él siempre se sentía en cada aspecto de sus acciones. — ¿Cuando tu madre fue la jefa del clan utilizaba un anillo más femenino? —Preguntó Marina. Gavin se echó a reír por el rumbo disperso de los pensamientos de Marina y le dio un beso en la punta de la nariz. —Eres tan extranjera Marina. Marina ele
Murdock tomó la mitad de la mandarina de las manos de Angus. —Supongamos un escenario en el que te apoyo —espetó con sarcasmo—. Tendrías que tener más méritos que Gavin, sería más fácil que el infierno se congelara, tú eres un bandido, Gavin un empresario íntegro y audaz. —Estoy seguro que puedes controlar la narrativa, en la única revolución cuyo líder fue un hombre con ética intachable terminó crucificado. —Entiendo, tengo voz dentro del clan para rescatar tu patética reputación, lamentablemente Gavin tiene mucha aceptación en el pueblo, aunque Marina debería ser una debilidad, se ha ganado el respeto y la admiración de la gente, la muerte del mocoso los benefició. —La extranjera sigue siendo su debilidad —dijo Angus muy seguro. Murdock entrecerró los ojos. —Eres astuto, diría que más que tu padre, Maggi está por completo condicionada a ti, quiere decir que tienes información que te ha hecho buscarme. —Tú debes tener secretos de Gavin, entre los dos podemos sac