Carlos Duque con el semblante lleno de aflicción llegó a casa de la familia Alvarado, acompañado de su esposa, su hermano Joaquín y su cuñada María Paz. Luego de anunciarse con los guardias de seguridad ingresaron a la residencia. —Buenas noches —saludaron los cuatro. Alondra, Pau y Andy se encontraban en la sala, luego de haber hablado por teléfono con Arnulfo. Paula María corrió y abrazó a su suegro.— Todo es mi culpa. —Su voz se fragmentó—, ellos intercambiaron su vida por la mía —manifestó con profundo dolor.Carlos abrazó a su nuera, se quedó estático al escucharla. —No me sorprende, Gabo es un Duque, y nosotros somos capaces de dar la vida por la mujer que amamos —expresó Carlos. —Mi hijo es muy valiente —manifestó Ely con la voz entrecortada—, va a regresar —auguró suspirando profundo. —¿Hay alguna noticia? —cuestionó Joaquín. Alondra se puso de pie y se acercó para recibirlos.—Están buscándolos, Arnulfo solicitó apoyo a sus amigos, no van a descansar hasta dar con el
Carlos Gabriel gruñó agitado, intentó con todas sus fuerzas zafarse de aquellas cadenas, pero fue imposible, entonces se dirigió a Benjamín observándolo con las pupilas dilatadas.—No voy a permitir que mancilles el nombre de mi mujer —espetó lleno de furia—, ella fue tan solo una víctima más —rugió. Álvaro sintió una profunda ira al escucharlo hablar, deseaba tanto poder estar libre de ataduras para poder lanzársele y cobrarle una a una todo el daño que había hecho sobre su familia, en especial con Pau.—Eres un infeliz, malnacido, no puedo creer que llevemos la misma sangre, no tienes escrúpulos, solo piensas en ti, eres el ser más egoísta y despreciable que conozco, ni porque somos familia tuviste compasión de mis hijas —gritó.Benjamín carcajeó al escucharlos hablar.—Son un par de sentimentales ambos, en esta vida nada importa más que tener dinero y poder, solo así se tiene el mundo a tus pies, puedes hacer todo lo que te venga en gana. —Palmeó con las manos, entonces un par de
Doña Ofe deambulaba de un lugar a otro por la habitación de Paula María, intentando poder tener contacto con su nieto, sin poder conseguirlo, hasta que una fuerte opresión se apoderó de ella. Se dejó caer al suelo, estremeciéndose ante el dolor que la recorrió; sus manos temblaron al igual que sus piernas antes las grandes descargas que llegaron a ella, entonces cerró sus ojos y los contactó, percatándose de la manera en la que se encontraban atados a aquellas cadenas, estando con el dorso desnudo.Paula María colocó ambas manos sobre sus labios al observar a su abuela quejarse y sollozar.— ¿Qué ocurre? —cuestionó inclinándose a ella, deseando poder tocarla.—Los está torturando —refirió con voz ahogada—. Que sea alguien de nuestra propia sangre, duele más, quema. —Cerró sus ojos con fuerza.Pau recordó que ella también había pasado por lo mismo, por lo que su pecho dolió con fuerza.—¿De qué manera los ayudo? —indagó dejando correr gran cantidad de lágrimas.—Escúchame bien, tienes
Paula María acababa de bañar a Gabito, estaba quedándose dormido, entre la calidez de los brazos de su abuela Ely, quien jugaba con el pequeño intentando ocultar la aflicción que la embargaba.Carlos caminaba de un lado a otro, y miraba con impaciencia su móvil a cada instante, debido a que en Colombia el resto de la familia, esperaba noticias. Alondra se acercó luego de haber hablado con Arnulfo.—Perdieron la señal del rastreador que llevaban puesto —informó con la mirada cristalizada—, están haciendo lo posible por localizarlos. —Los miró afligida.—¿Necesitaran refuerzos? —indagó Carlos, y miró con ansiedad a María Paz. —Es cierto, mi padrino tiene contactos en el FBI —expresó aclarándose la garganta intentando pensar con claridad.—No lo sé —respondió con sinceridad—. Sé que Álvaro confía por completo en su tío —expresó—. No pudo darme más detalles debido a que se cortó la llamada. —Recargó su rostro en el respaldo del sillón.Carlos abandonó la habitación con una opresión en e
Ely cerró los ojos percibiendo una opresión en su pecho, observó a Carlos con la mirada cristalina. —Cuidate —sollozó—, y rescata a nuestro hijo —suplicó con la voz entrecortada. Carlos se aproximó a su esposa y acarició su mejilla.—Seguiremos las indicaciones del agente, no nos bajaremos del auto —respondió Carlos—. Sé que es peligroso, y nada conveniente, pero es peor quedarnos aquí sin saber nada.—Es imposible —respondió el agente—. Sería peligroso.—Iremos de todos modos —aseguró Joaquín. El agente se quedó pensativo, y no muy convencido de llevarlos.—Será bajo su responsabilidad —expresó.Carlos se acercó a su hermano.—Hazte cargo de mi nieto, de nuestras esposas, y las chicas —solicitó—, no es conveniente que se queden sin un hombre, que las cuide —manifestó. Joaquín resopló, y entendió que Carlos tenía razón. — Está bien, me quedo, las protegeré —respondió—. Por favor cuídate, hermano. —Lo abrazó. Carlos correspondió el gesto de Joaquín. —Así lo haré —expresó. Antes
Alondra y Pau descendieron de una de las camionetas, las tomaron por el cabello, para que caminaran hacia la bodega en la que estaban, cuando los hombres escucharon disparos.—Creo que llegamos tarde, el jefe ya debió haber acabado con sus enemigos, ya veremos qué es lo que tiene decidido para ustedes —refirió burlándose.Alondra miró a Pau, quien palideció al escucharlo. ¿Habrá acabado con ellos?, la pregunta rondó por la mente de la joven, pensó en su abuela y en la confianza que le tenía, por lo que se aferró a la esperanza de que estaban con vida.Momentos después, un fuerte olor a gas comenzó a rodear el lugar, por lo que el líder de ellos ordenó no entrar sin la autorización de Benjamín. Le llamó un par de veces, pero no respondió, entonces en cuestión de segundos un fuerte estallido los ensordeció a todos.En ese instante la camioneta en la que viajaba Carlos, frenó de golpe. El agente le pidió a su acompañante que se cubriera y se agachara, al momento que los vidrios de las ve
Minutos antes.Mientras Benjamín era torturado sintiendo como se quemaba por dentro, ante aquellas grandes descargas que daba su abuela. Al abrir sus ojos luego de que cesó un poco el dolor. Logró verla.—Siempre lo preferiste a él —expresó intentando tomar aire.—Te equivocas nunca tuve un preferido, pero tenías acciones egoístas que debía corregir, porque tu madre al igual que la de Álvaro nunca estaban; sin embargo, nunca cambiaste, a lo contrario te gustó todo lo que tenía él, no hablemos de lo que ya sabes, es tiempo de que pagues todo el daño que hiciste. No imaginas lo que te espera. —Movió su cabeza con pesar.—No puedes hacerle daño a tu propia sangre —refirió.Doña Ofe lo miró con severidad.—Y tú, ¿sí? —cuestionó—. No tuviste piedad de tu sangre y de esta misma manera lo pagarás. —Volvió a colocar sus manos, provocando que se retorciera del dolor.Benjamín por desesperación accionó su arma en varias direcciones, dando al tanque de gas, entonces de inmediato se incendió, hac
Ely jugaba con Gabito, mientras observaba a Paula María, preparar los platillos favoritos de Carlos Gabriel. —Vas a engordar a mi hijo —bromeó Ely, sonriendo con Pau. —Se va a poner gordo como mi tío Óscar. —Carcajeó—, pero a él lo podemos dejar como las mascota de la casa, en lugar de comérnoslo —bromeó.Ely soltó una carcajada al escuchar las ocurrencias de su nieto. —Esperemos que eso no suceda, o peor aún, que el gordo seas tú, porque desde hace rato te veo lamerte los labios. —Miró al pequeño con ternura. —Es que está muy rico este mousse de chocolate —dijo metiendo su dedo al tazón.—Te vas a quedar en el patio con tu papá, para que le hagas compañía —Pau mencionó sonriendo.—Ay no, qué tal que Norita ya no me quiere por tener una panzota, ¿cuándo va a llegar?, la extraño mucho —suspiró.—Ya vienen en camino —respondió Pau.En ese instante Carlos interrumpió en la cocina. —Huele delicioso por aquí —mencionó inhalando el delicioso aroma a chocolate. —¿Quieres engordar con m