Lobo de mentira.

Vael llegó a la manada, ya era tarde, pero su padre lo esperaba, pues aunque no creía del todo la teoría del lobo negro, quería confirmarla con su hijo.

—Llegaste al fin— vael actúa como alguien cansado de la vida.

—No hay tal lobo negro, pero sí hay rogues—

—¿Viste alguno?—

—De hecho, sí, al compañero que me mandaste se lo comieron—

Arturo mira a vael el cual se lo dice como si nada estruja sus ojos y resopla

—¿Y no hiciste nada para impedirlo?—

—A ver, Arturo, los dos somos lobos, yo no tengo que cuidarle la espalda a nadie, solo escuché el grito y cuando quise darme cuenta, pues ya era demasiado tarde—

—te envié con él porque creí que podía contar contigo—

—Si puedes contar conmigo, pero no seré niñera de lobos que tienen más tiempo que yo en la manada y que entrenan desde antes, incluso estuvieron en guerras, así que deja de darme cargas innecesarias. ¿O qué hacía, atacaba a los tres rogues que lo atacaron?

—¿Tres?— Arturo, sorprendido.

—Si tres, yo no iba a perseguirlos solo. Q
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