Meg no sabía donde se encontraban los vestuarios,pero era demasiado orgullosa como para preguntarle a Levy, que por algún motivo, parecía furioso con el mundo; así que tuvo que preguntar a varios miembros del personal, hasta que consiguió dar con la puerta del lugar.
Buscó su taquilla, pues tal y como le habían dicho otras enfermeras del hospital, todas ellas iban marcadas con los nombres de sus propietarios, y cuando al fin la encotnró, en medio del vacío vestuario, sacó el uniforme que colgaba plácidamente de una percha.
Lo olió con deleite, porque le gustaba aquel olor a desinfectante industrial que tenía la ropa del hospital, y lo acaricio con dedos temblorosos, estaba almidonado y le gustaba. Se puso alegre de nuevo, con la sola visión del uniforme que la validaba como enfermera titulada. Lo descolgó con parsimon
Levy se sintió como un idiota cuando su pene se irguió ante la visión de Meg enfundada en aquel uniforme que claramente le quedaba demasiado justo. Sus pechos se marcaban, redondos, turgentes, invitándolo a estrujarlos, y él tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no extender la mano, y acariciar el cuerpo de la chica.- ¿Quieres quitártela mientras yo busco otra ropa que sea más apropiada para ti? ¿Qué talla quieres que pida?- Verás, eso es parte del problema, Levy, no puedo quitarme esta blusa yo sola, me he quedado encerrada aquí dentro.Levy rió, pero con un sonido nervioso y espasmódico, con el que intentó ocultar la reacción que realmente le provocaba aquella visión.- Bueno, acércate, te ayudaré a quitártelo, y luego te traeré un nuevo uniforme que te siente mejor, ¿de acuerdo?- Grac
Ronda llevaba toda la mañana con su futura suegra, ocupada comprando, escogiendo, y encargando cientos de detalles que harían que su boda con Levy fuera el acontecimiento del año en la ciudad. Ahora estaban en la tienda de tartas, y una amable dependienta estaba sacando platos con diferentes variedades.Ronda probó un poco de la primera que le pusieron delante, y no le supo a nada, supuso que porque esa mañana, y como consecuencia de su incipiente embarazo, tenía nauseas.- Ronda, la tarta de vainilla es demasiado vulgar, no te recomiendo que la escojas.- Bueno, tampoco es que me guste la tarta, así que por mi parte, la que usted decida, estará bien.- Ronda, la tarta es un detalle muy importante, es el último plato del banquete nupcial, y será lo que marque la diferencia entre una opinión positiva, y una negativa entre los invitados- En ese caso, ¿qué tal
La primera semana de trabajo de Meg transcurrió deprisa, de hecho, ella pensaba cada día que estaba viviendo un sueño. Las tareas eran duras, en especial cuando estaban relacionadas con pacientes que se encontraban en estado grave, o a los que había que darle malas noticias, esa era siempre la parte que menos le gustaba, y la que más le costaba llevar a cabo, pero por lo demás, era completamente feliz desempuñando su recién estrenado puesto como enfermera.Levy era un jefe comprensivo, y nunca cuestionaba nada que estuviera relacionado con su vida privada, como por ejemplo, su necesidad de salir los viernes a las tres.Aunque Meg no había dicho en el hospital que tenía un hijo, si que les había dicho que necesitaba salir los viernes a las tres, y Levy lo había autorizado, sin hacerle preguntas. Hoy era el primero de esos viernes, y iba con una sonrisa pintada en el rostro.Nunca
Levy estaba agotado aquel viernes, la tarde en el hospital había acabado con las pocas fuerzas que le quedaban, y el hecho de que meg se hubiera ido antes de la hora normal, también había minado sus fuerzas.Desde que Meg trabajaba con él, se sentía más contento, más alegre, y además formaban un buen equipo, incluso los propios pacientes se lo decían. Decididamente trabajar con Meg era un placer, y lo estaba ayudando a relajarse. Bueno, no a relajarse exactamente, porque a fin de cuentas, cada vez que pasaba por el vestuario, no podía hacer otra cosa, salvo recordarle tórrido momento que vivieron allí juntos.Aparcó el coche en el garaje, y subió en dirección a su lujoso apartamento.Aunque varios amigos lo habían invitado a salir de copas esa noche, lo único que a él le apetecía era tumbarse en el sofá, abrir una cerveza bien fr&ia
El fin de semana pasó volando para Meg. Entre todas las tareas del hogar pendientes que tuvo que realizar, las compras para conseguir comida y ropa nueva para el pequeño Ben, y la excursión que hicieron su hija y ella el domingo, apenas tuvo tiempo para desacansar; y como consecuencia, estuvo todo el lunes somnolienta y con ganas de acabar su trabajo. Aunque le seguía encantando trabajar junto a Levy, y los pacientes eran extremadamente amables con ella; el lunes era el día más duro de la semana.Los lunes, Levy y su enfermera se dedicaban a hacer las visitas de casa. Es decir, que acudían a atender a todas aquellas personas con enfermedades crónicas, que no podían salir de su casa, y en consecuencia viajaban de un lugar a otro de la ciudad con uno de los coches del hospital General.Meg bostezó mientras Levy conducía durante el trayecto que sep
El martes, Ronda se despertó con acidez, y maldijo de nuevo al niño que crecía en sus entrañas, transformándole el cuerpo, y provocándole malestar casi a diario. Ella nunca quiso quedarse embarazada, pero una vez lo estuvo,vio su oportunidad de entrar en la familia Gordon.Si bien pensó, que conseguiría que Marlon se divorciara de la insulsa chica buena con la que llevaba casado poco tiempo, pronto se dio cuenta de que no sería así. Por algún motivo, a su suegra le gustaba su nuera, y peleó con todos por defender a esa pequeña mujer con cara de ratón.Aún así, y no sin esfuerzo, consiguió un compromiso por parte de Levy, que aunque no estaba a la altura de Marlon, y era un auténtico aburrimiento, sin vida social, ni amigos divertidos; llevaba el ape
- Meg, eres lo mejor que me ha pasado.Dijo Levy en cuanto la paciente hubo salido por la puerta. Meg supuso que era porque le acababa de sugerir un cambio de tratamiento para su paciente, y a él le había parecido una idea adecuada.- Levy, no seas bobo, solo intento hacer mi trabajo lo mejor posible.- Pero Meg, tú no solo lo haces bien, lo haces con corazón, con ganas, y además eres la enfermera más sexy que he tenido nunca.Meg sintió que se ruborizaba al escuchar aquellas palabras, y se levantó de su sitio con la excusa de comprobar si había más pacientes esperando, a pesar de que sabía que no, pues la mujer que acababa de irse era la última paciente de la lista de ese día.Se asomó a la sala de espera,y le extrañó ver a una chica joven, muy elegante, que se iba hacia las escaleras. No
Había transcurrido una semana desde que Ronda contrató al detective privado y aún no tenía nada relevante sobre la enfermera de Levy. Además, el detective, que siempre había trabajado para su primo, se había puesto bastante quisquilloso con ella,aún recordaba su conversación inicial:- Dígame, por favor, el nombre completo de la persona a la que voy a investigar.- No lo sé, pero trabaja en el Hospital General como enfermera del doctor Levy Gordon.- ¿Desea entonces que investiguemos al doctor Levy Gordon?- No, solo a la maldita mujer.- ¿Puede darme más datos sobre ella?- No, realmente solo sé que es enfermera en el Hospital General, pero mi primo me ha dicho que es usted muy competente, y que podrá encontrarla y destapar sus trapos sucios.- ¿Le interesa saber algo concreto sobre ella? ¿Busca informaci&oacu