Memento mori
Enith:

Sentía más miedo que dolor, tenía tan sólo ocho meses y dos semanas, quizás no faltaba mucho pero temía que algo pudiese salir mal. Era tan irónico que me hubiese enterado de su existencia en medio del caos y del dolor, y que ahora, estuviera naciendo en medio de otro caos.

- Puja Enith, ahora –su voz suena tranquila, supongo que pretende no asustarme, aunque en vano, temía que ese loco volviera. Hago como pide, pujo cada vez que lo dice.

El alivio inunda mi alma cuando escucho un llanto, lloro con ganas, él me lo acerca y lo acuesta en mi pecho, es tan pequeño y hermoso, beso su cabeza.

- Hola mi vida –susurro suave, río y lloro de felicidad–, ¿está bien? –lo miro con miedo, él asiente.

- Todo indica que sí, pero sólo nos queda esperar a que vengan por nosotros y comprobar en las pruebas –asiento, él lo toma con cuidado y lo envuelve en su bata, no había visto en que momento se la quito, me lo regresa y lo sostengo suave contra mi pecho, lloro en silencio, con cuidado muev
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