Miré hacia el suelo y sentí que me ardía la cara cuando Alexander me rozó la mejilla suavemente, acercando su rostro al mío hasta que su frente quedó pegada a la mía.—Entonces... ¿tu habitación o la mía? —Me pidió insistentemente mi respuesta.—La tuya… —respondí suavemente, sintiéndome aún más apenada—. Quiero saber cuál es la habitación que tenías cuando vivías aquí.—La mía será.Sentí mi cuerpo siendo arrastrado por Alexander hacia la habitación más cercana, el calor recorrió todo mi cuerpo sin dejar espacio sin llenar y el leve golpe de mi espalda al golpear la puerta desató esa vergüenza que sentía en mis pensamientos.Las manos de Alexander encajaron debajo de mi vestido, sin parar de jugar con mis muslos dejándome pequeñas caricias en ellos hasta que lo vi bajar a la mitad de mis piernas, aún apoyado contra esa puerta.Un ligero mordisco en mi clítoris por parte de Alexander me hizo jadear, mi cuerpo reaccionó a cada toque que me daba: estaba ardiendo, lo quería dentro de mí,
Y así fue como nuestras miradas se encontraron. Mi tristeza se mezcló con su pasión en ese momento cuando Alexander sintió mi piel desnuda.Mis dedos se enredaron en su cabello mientras pasaba mis manos por su cuello. Descansaba mi frente contra la suya y le susurraba.—Lo siento… esta vez no hay un final feliz. El asunto de esa mujer me pone muy mal y la verdad no quiero saber que sigues locamente enamorado de ella.—No estoy enamorado de ella, Lucía.Lo vi caminar hacia la cama y sentarse conmigo a horcajadas sobre su regazo, acarició un mechón de mi cabello y luego mi labio inferior.—Te amo, y entiendo que lo entendí demasiado tarde, pero no te voy a dejar atrás por ella, ni te voy a cambiar por ella.—¿Lo prometes? —Pregunté retorciéndome las manos con la cabeza baja y una mirada suplicante. Lo amaba, lo amaba de verdad, y aunque sabía que la historia de su prometida era una farsa, aún quería quedarme a su lado—. No quiero ser solo un juego para ti.—Te lo prometo, cariño, confía
Sin escuchar una palabra de Alexander, noté el disgusto en el rostro de Catering y ni siquiera se contuvo de comerse sus palabras a pesar de que el problema entre él y yo no era asunto suyo.—Qué mujer tan arrogante e irrespetuosa, no puedo creer que eso sea lo que te gusta —esbozo con molestia y sin una pizca de moderación—. Es asombroso el mal gusto que tienes ahora, Alexander.—¿Mal gusto? —Solté con una risa—. Cariño, no creo que te hayas visto todavía y dudo que te hayas dado cuenta de lo que estás haciendo en este momento.—No voy a discutir contigo —dijo, apartando la cara—. Eres una asquerosa gorrona que solo persigue a Alexander por su dinero. Acabas de decir que te compró una tienda entera y eso no parece suficiente para ti.Dichas esas palabras no parecía que fuera la única impresionada en esa habitación. Todas las mandíbulas en el suelo y los ojos bien abiertos, diciendo claramente: ¿Cuándo dijo eso?—Muy bien… para empezar nunca discutí contigo y respecto a lo que acaba d
Catering llamo a su esposo, aclaro su asunto con él y volvió a su casa junto a su familia. Nunca nos contó que estaba embarazada, esperaba un hijo de su esposo y ni siquiera él lo sabía. Alexander se arrepintió de inmediato al ver el recuerdo de él lanzándola al suelo y en su defensa se disculpó consigo mismo cuando lo hizo.—Deja de pensar en eso —le dije notando su remordimiento.—No sabía que lo estaba…—Eso lo sé, por eso no lo pienses más, deja de darle más vueltas.—Lo siento, te hare caso.Y como si fuera una eternidad, finalmente vimos los platos desfilando alrededor de la mesa. Al parecer, Rafael no quería que Catering hiciera una escena y dañara alguna prenda costosa. Era una niña que no tenía control sobre sí misma, lo cual me sorprendió porque Manuel no se parecía en nada a ella.Incluso cuando lo conocí, no me pareció destructivo o fuera de control. Al contrario, siempre me enseñó a tomarme las cosas tranquilamente sin matarme la cabeza por absolutamente nada, siempre con
Y mientras seguía cantando la canción que se convirtió en mi favorita, claro, fuera de la latina. Alexander me acababa de hacer una pregunta tras otra.—¿De dónde lo escuchaste?—Cuando estaba en la escuela, un chico que estaba enamorado de su amigo… corrección, su mejor amigo, la cantaba con mucha pasión.—¿Y qué les pasó a los dos?—Se separaron… nunca más se volvieron a ver, no es como en la película.—Lástima… ¡Pensé que se quedarían juntos, exactamente! Como en la película.—No todo sucede como en las películas —negué con decepción.—Pero... hubiera sido muy bueno, ¿no lo crees?—La verdad, hubiera sido muy lindo que se quedaran juntos como estos dos de la película. Pero la realidad era otra y no podían permanecer juntos ni siquiera porque los dioses intervinieran en sus vidas.—¿Porque lo que dices?—Porque sus padres no se llevaban bien. —comencé a recordar todos esos momentos en las reuniones en que ambas familias estaban juntas, eran tan horribles que medio mundo salía asusta
Pude notar que Margaret no parecía ser de este mundo. Era algo extraña, tradicional, respetuosa y notaba que Alexander confiaba plenamente en ella.—Margaret es especial, Lucia.—¿Ah que te refieres?—¿Escuchaste lo que ella te dijo hace un instante? Todo eso es cierto y gracias a ella eh podido saber cómo elegir en mi vida a las mujeres.—No puede ser… es como… ¿esas personas?Ambos asintieron y yo me quede con la quijada en el suelo. Era increíble, nunca había visto a una persona así en mi vida y era simplemente increíble ver que realmente existían.—¿Hace cuánto se conocen?—Hace muchos años atrás. —Respondió ella casi de inmediato—. Pasemos a la tienda, serviré te o café, el que elijan está bien.Asentí y Alexander solo se me quedo viendo extrañado. Honestamente más extrañada estaba yo de ella, tenía entendido que había personas así que robaban tu energía y fue cuando mi mente comenzó a maquinar sin parar.—¿Café o té? Señorita Lucia.—Café, por favor.—El señor Alexander tomara l
Margaret tenía su típica sonrisa de niña buena. Una sonrisa que nadie podía podría borrar porque solo ella sabía lo que el mundo y las personas ocultaban.Alexander le dio la bienvenida y ella le entrego aquellas bolsas con el montón de vestidos, prendas, zapatos y ropas casuales. El las tomo con sumo cuidado y me las entrego en mi mano procurando que no me moviera demasiado.—No fuiste sutil, ¿Me equivoco? —pregunto ella con una sonrisa traviesa viéndolo como si fuera un pequeño.—No tenía por qué serlo, ella está hecha a mi medida y es perfecta para mí.—En eso tienes toda la razón compañero.¿Compañero? ¿Ya no era Alexander? Desde cuando ese cambio tan repentino apareció entre ellos dos.—Lucia, ¿Recuerdas la mujer de la que te hablé en el auto?Yo lo vi asustada y asentí, solo pedía una cosa y suponía a que el sabía lo que era.—Esa mujer se fue con un hombre rico, y quedo embarazada de un hijo que él no reconoció porque tenía ya su esposa.—¡No puede ser!—Si puede ser señorita —
—¡Buenas tardes! —Saludo la señorita con el tic nervioso en el ojo derecho—. ¿Pedirán la misma habitación?Alexander la vio con una enorme sonrisa en su rostro, malévola, rencorosa y que claramente reflejaba que había hecho algo malo.—De hecho venimos a saludarla, las llaves nos las llevamos porque recuerde pedí una semana para estar aquí —guiño un ojo y la mujer se mordió la lengua, lo había olvidado por completo y lo peor era que su jefe estaba allí.—Disculpe señor —dijo la joven respirando profundo, pidiendo disculpas a ambos hombres que estaban cerca de ella.Nos retiramos pronto de allí y escuchamos como aquel hombre estaba pegándole cuatro gritos a la mujer que no respondía ni una palabra ante lo que decía su jefe. Me recordó a mi cuando Alexander llegaba de mal humor a pegarme gritos como si fuera una niña.Y mientras Alexander se reía a carcajadas de ella, yo solo poda sentirme mal y arrugar la cara. —¿Qué te sucede? —pregunto el, callando sus risas—. ¿Estás bien? te noto a