Las piernas me temblaban y el corazón palpitaba cada vez con más frecuencia, sobre todo cuando escucha la voz de Alexander atraerme hacia él una vez estuvo tirado boca arriba sobre la cama.—Ven aquí… —dijo, besando mi coronilla y acariciando mi piel con la yema de sus dedos—. ¿Te encuentras bien? ¿Te dolió demasiado?—Es un dolor aceptable, no te preocupes.—Lo siento, por momentos olvido contenerme, sé que no estas acostumbrada a esos movimientos brutos.—No hay problema… —sonroje mis mejillas de solo pensar en lo que había acabado de suceder—. Me gusto como se sintió… fue diferente y no dolió demasiado.Alexander soltó un suspiro de alivio, sus labios estaban ahora frente a los míos y una sonrisa hermosa estaba dibujada en ellos.—¿Me amas? —inquirió directo sin despegar la mirada de mí.El corazón me dio un salto de alegría al recordar que en aquel instante él había dicho que me amaba.—Yo- yo te amo, desde siempre te eh amado —tartamudee tapando mi cara con ambas manos. Mis senti
La mujer me miro con aires de superioridad, bajo aquellos escalones con aires de elegancia.Era una mujer hermosa, sus cabellos rubios y ondulados como los de Alexander les llegaban hasta las caderas, aquellas curvas estaban bien definidas de modo que no parecía tener la edad que tanto presumía a la prensa.Aquellos ojos que brillaban con ferocidad eran del mismo color que los de Alexander, y era ahora donde notaba de quién había obtenido aquellos dotes.La mujer se paró frente a mi poniendo sus enormes senos en alto al momento de inflar su pecho, dejo una mano descansar en su cintura y me clavo la mirada como si fueran dos cuchillos.—¿Así que ella es tu prometida? —pregunto la mujer con altanería.Yo asentí y Alexander llevo su mano a mi hombro acercándome a él con un leve empujón.—Ella es Lucia, mi prometida. —su mano me señalo y luego a su madre—. Lucia, ella es mi mamá.—Mucho gusto —dijo ella extendiendo la mano—. Mi nombre es Andrea, bienvenida a la casa Miller.—El gustó es
Andre engancho su brazo con el mío y me invito a entrar a su casa, el frio era palpable y ella no parecía soportarlo mucho a juzgar por el comportamiento del padre de Alexander que dejaba de abrigar su cuerpo por acoger el de su esposa con su abrigo.—Te invito a una cena con la familia, Lucia —dijo Julián, el padre de Alexander—. Hacía tiempo que no teníamos una cena en familia, Alexander no viene mucho a vernos.—Porque será… siempre es igual… —murmullo Alexander sin percatarse de que todos oímos sus palabras.—Deberías alegrarte de que tienes una familia —le dije clavando mi mirada en el—, no todos tenemos personas así de especiales que estén al pendiente de ti.—¿Tu familia está bien? —pregunto Andrea con una expresión de preocupación en el rostro.—Si —asentí—, pero somos muy separados. Mi familia no es del tipo unido, todos son separados y vamos cada quien por nuestro lado, solo nos apoyamos sin vemos que es una emergencia.—Es una iniciativa que se apoyen en los momentos difíci
—¿Eras su secretaria? —Andrea pregunta con el ceño fruncido—. Aquí las secretarias… no están muy bien vistas… ya sabes.Asentí con una sonrisa nerviosa, mis manos sudaban haciéndome sentir incómoda. La tensión en el aire se había vuelto más intensa y solo me quedaba una cosa por decir que aún no había dicho.—No soy solo una secretaria. Me gradué en diseño gráfico hace 3 años y actualmente trabajo en la empresa de Manuel como jefa del departamento donde estoy según mi carrera.—¿Quieres decir que no eres como Alicia, o alguna secretaria con la que Alexander salió? —Andrea pregunta sin retirar el gesto que había hecho antes, al contrario, le había agregado a su gesto ese tono hostil que me hacía sentir en peligro.Volví a asentir y con una mirada seria comenté mi punto de vista respecto a la posición que había tomado en su empresa. Quería contar mi historia y cómo llegué a él, algo que pensé que Alexander no les había contado.—Llegué como secretaria de Alexander porque nadie me había
El chef que era amigo de Alexander levanto las comisuras de sus labios al verlo sostenerme en sus brazos mientras sonreía como un niño.—Me alegro de que esté tan feliz, señor. —Dijo el joven con una amplia sonrisa de satisfacción— Nunca lo vi tan feliz como ahora, ni siquiera con la señora…—dijo él joven.Mi corazón latió rápido por unos segundos cuando escuché la palabra "señora", ¿había alguien más? ¿O se refería a Catering de la misma manera que lo habían hecho los padres de Catering?—¿Alguien más de Catering fue especial para Alexander? —pregunte dirigiéndome al joven pelinegro que ya no tenía aquella sonrisa en sus labios.—¡Lucia! —escuche la voz ronca de Alexander con un tono agresivo.—Ni se te ocurra llevarme la contraria u ocultarme algo más, Alexander. Porque te aseguro que soy capaz de dejarte aquí abandonado mientras yo me voy a otro lado y te desaparezco de mi vida —amenacé, alejándolo de mí con un leve empujón—. Ya estoy cansada de oír que tienes cientos de mujeres en
Miré hacia el suelo y sentí que me ardía la cara cuando Alexander me rozó la mejilla suavemente, acercando su rostro al mío hasta que su frente quedó pegada a la mía.—Entonces... ¿tu habitación o la mía? —Me pidió insistentemente mi respuesta.—La tuya… —respondí suavemente, sintiéndome aún más apenada—. Quiero saber cuál es la habitación que tenías cuando vivías aquí.—La mía será.Sentí mi cuerpo siendo arrastrado por Alexander hacia la habitación más cercana, el calor recorrió todo mi cuerpo sin dejar espacio sin llenar y el leve golpe de mi espalda al golpear la puerta desató esa vergüenza que sentía en mis pensamientos.Las manos de Alexander encajaron debajo de mi vestido, sin parar de jugar con mis muslos dejándome pequeñas caricias en ellos hasta que lo vi bajar a la mitad de mis piernas, aún apoyado contra esa puerta.Un ligero mordisco en mi clítoris por parte de Alexander me hizo jadear, mi cuerpo reaccionó a cada toque que me daba: estaba ardiendo, lo quería dentro de mí,
Y así fue como nuestras miradas se encontraron. Mi tristeza se mezcló con su pasión en ese momento cuando Alexander sintió mi piel desnuda.Mis dedos se enredaron en su cabello mientras pasaba mis manos por su cuello. Descansaba mi frente contra la suya y le susurraba.—Lo siento… esta vez no hay un final feliz. El asunto de esa mujer me pone muy mal y la verdad no quiero saber que sigues locamente enamorado de ella.—No estoy enamorado de ella, Lucía.Lo vi caminar hacia la cama y sentarse conmigo a horcajadas sobre su regazo, acarició un mechón de mi cabello y luego mi labio inferior.—Te amo, y entiendo que lo entendí demasiado tarde, pero no te voy a dejar atrás por ella, ni te voy a cambiar por ella.—¿Lo prometes? —Pregunté retorciéndome las manos con la cabeza baja y una mirada suplicante. Lo amaba, lo amaba de verdad, y aunque sabía que la historia de su prometida era una farsa, aún quería quedarme a su lado—. No quiero ser solo un juego para ti.—Te lo prometo, cariño, confía
Sin escuchar una palabra de Alexander, noté el disgusto en el rostro de Catering y ni siquiera se contuvo de comerse sus palabras a pesar de que el problema entre él y yo no era asunto suyo.—Qué mujer tan arrogante e irrespetuosa, no puedo creer que eso sea lo que te gusta —esbozo con molestia y sin una pizca de moderación—. Es asombroso el mal gusto que tienes ahora, Alexander.—¿Mal gusto? —Solté con una risa—. Cariño, no creo que te hayas visto todavía y dudo que te hayas dado cuenta de lo que estás haciendo en este momento.—No voy a discutir contigo —dijo, apartando la cara—. Eres una asquerosa gorrona que solo persigue a Alexander por su dinero. Acabas de decir que te compró una tienda entera y eso no parece suficiente para ti.Dichas esas palabras no parecía que fuera la única impresionada en esa habitación. Todas las mandíbulas en el suelo y los ojos bien abiertos, diciendo claramente: ¿Cuándo dijo eso?—Muy bien… para empezar nunca discutí contigo y respecto a lo que acaba d