Jennifer
—¡Jennifer, levántate! —, victoria grita desde donde sea que este.
¿Para qué quieren ir a la playa tan temprano? Son las siete de la mañana y la fiesta empieza a las diez.
Me arropo la cara para dejar de escucharla y poder seguir durmiendo. Al rato alguien se acuesta conmigo y me remueve el brazo, por mi parte intento ignorarlo, pero se vuelve más insistente.
—Seas quien seas, déjame en paz—. Me muevo queriendo alejarme del ser tan horrible que quiere despertarme.
—¿Te puedes levantar, Jenny?
Me retiro la sabana de la cara y me volteo, observo como se acuesta al lado mío.
—Quiero dormir, Victoria.
—Todos están dormidos en la sala, vestidos como los niños buenos que son. Faltas tú y no lo volveré a repetir.
Se va de la habitación y me estiro antes de sentarme con las piernas cruzadas, paso las palmas de mis manos por mi cabello y me levanto yendo directamente al baño.
—E
Me despierto otra vez agitada y ya no aguanto estas pesadillas. Ya estoy cansada que me recuerden que estoy dañada, que mi vida no será normal.Sin ningún ánimo, me levanto y tomo una ducha. Me visto con lo más cómoda posible y me maquillo natural, desayuno con mis tíos y busco mi mochila saliendo de la casa.Siento que todo pasa tan rápido al notar que llego al colegio. No me siento bien. No he descansado desde que llegue a esta ciudad. Mi cuerpo colapsara. A pasos lentos me acerco a mi casillero y guardo los cuadernos de mis siguientes clases.Me dirijo a clases de química. Entro al salón y me siento en la última fila, dejo descansar mi cabeza entre mis brazos y así espero al profesor. En toda la clase no me puedo concentrar, los ojos se me cerraban, mi cabeza quería explotar del dolor.Ahora me encamino a mis clases de pintura. Al entrar me encuentro con la profe
JenniferDejo las bolsas en la entrada de mi cuarto y arrastro mi cuerpo al sillón que está pegado a la ventana, me siento y recojo mis piernas viendo a través del vidrio. No sé porque le hablé así a mi mejor amiga, herí sus sentimientos y sé que no me perdonara. Victoria es una persona muy sensible y saber que la hice llorar me hace sentir mal conmigo misma.Unos toques en la puerta hacen que quite mi vista de la ventana para ver la silueta de mi tío entrar a mi cuarto y sentarse en la orilla de la cama.—¿Cómo te sientes? —, pregunta observando toda la habitación.Antes de salir intenté recoger el desastre que hice, pero de todos modos el cuarto quedo casi vacío al romper todo lo que mis manos agarraban.—Remplazare todo lo que tire, lo prometo—. Juro al sentir
JenniferLa secretaria se detiene en una puerta de color gris y toca dos veces para luego abrirla y pegarse en ella para yo poder pasar.—Gracias—. Digo antes de entrar a la habitación.Ella cierra la puerta y me quedo de pie inmóvil. El doctor se levanta y lo detallo; hombre cursando los treinta y nueve, alto, pelo castaño y unos tan negro que creo que si me acerco a él podre verme en ellos.Él se vuelve a sentar y me señala el mueble grande que está en todo el medio de la oficina. En silencio y con pasos precavidos, me siento en la esquina del sillón, apoyo mi brazo en el respaldar y cruzo mis piernas queriendo pegarme más a la orilla de sillón.—¿Cómo estas, Jennifer? —, me pregunta.Se levanta de su silla con una libreta y un bolígrafo en mano, se sienta en el
Mueven mi cuerpo y despierto incorporándome en los asientos traseros de mi auto. Jonathan me ayuda a bajarme por la puerta izquierda y siento el mundo caerse al no poder aclarar un poco mi vista. Todo a mi alrededor gira como un carrusel. Él pasa uno de sus brazos sosteniendo mi cintura, caminamos despacio hasta entrar en la edificación y tomar el ascensor.No sé en qué momento él abre la puerta y las náuseas suben de mi estómago hasta mi garganta.—¿Quieres ir al baño? —, pregunta al yo taparme mi boca con la mano, queriendo contener las arcadas.Me lleva al baño más cercano, levanta las dos tapas del inodoro, me deja sentada y desecho todo lo que mi estómago podría tener. Jonathan se arrodilla a mi lado y con una mano agarra todo mi cabello y con la otra acaricia mi espalda. Mi estómago se comprime al hacer fuerza para poder soltar todo lo que m
La alarma me despierta y me levanto para tomar la pastilla que el psicólogo me receto. Todavía tengo la sensación de las descargas eléctricas, la sensación de su mano en brazo, de cómo me miraba... Mañana tengo cita con él y no me molesta la idea, hay algo en ese doctor que me transmite confianza y me anima a querer abrirme y superar mi trauma. Después de tomar mi medicación, busco mi teléfono y bajo a la cocina, pero me detengo cuando escucho los gritos de mi prima y mi tía en la entrada de la casa. Mi tía me lanza una mirada de que me vaya y cuando estoy a punto de desaparecer, Claudia se voltea y me mira con más odio de lo común. —¡Por tu culpa! —, me grita, caminando hacia mí y yo retrocedo chocando con el primer escalón de la escalera. —Claudia, cálmate—. Mi tía la agarra del brazo. Las miro a ambas—. ¿Qué pasa aquí? Claudia se enfurece más y veo una ligera capa de lágrimas en sus ojos. —¡Por tu culpa no me compraran mi co
La puerta de la cafetería se abre y me apuro de terminar de barrer. Dejo la escoba apoyada en la barra y me limpio las manos, agarro una libreta y un bolígrafo.Empiezo a caminar a la mesa en donde se sentó una pareja de adolescentes. Me detengo delante de ellos, y les sonrío a ambos.—Bienvenidos a Susy´s coffee ¿Qué van a ordenar? —, recito las mismas líneas que ensayaba mientras barría el lugar.El chico le echa una ojeadita a la carta que estaban perfectamente colocadas en su mesa.—A mí me traes el plato de desayuno completo, por favor—. Me dice y anoto en mi libreta.Miro a la chica y espero que ella decida que va a pedir.—A mí solo tráeme unas tostadas con huevo y tocino.—¿Qué querrán de tomar? —, inquiero.—¿Qué tienes de tomar? —, me pregunta el ch
Corro por la casa agarrando mis cosas y me detengo en la cocina para terminar de tomarme el resto de mi café.—¡Tía, ya me voy! —, grito.—¡Esta bien, mi amor y que tengas un lindo día!En un dos por tres estoy dentro de mi carro, yéndome lo más rápido hacia la cafetería. La alarma no sonó y me desperté una hora después de la que ya debería estar en el cafetín. En otros veinticinco minutos estoy entrando en la cafetería, dejo mis cosas debajo del mesón y me pongo el delantal.Al final del local veo a Susy recogiendo los platos y me apresuro a ella tomando la bandeja en donde dejo todos los trastes.—Perdóname por llegar tarde, Susy—. Me disculpo, pero me quedo confundida al verla con una sonrisa en su cara y sin ninguna pizca de enojo.En los microsegundos que pasa no recibo ningún rega&nti
JonathanAcaricio la mejilla de la mujer que tengo al frente y me siento el hombre más afortunado del mundo. No me canso de ver esos ojos tan hermosos que tiene, los que me enamoran cada vez más cuando me miran con ese brillo especial que solo ella posee. Tampoco puedo negar la hermosa sonrisa que tiene, al igual que su risa contagiosa y la alegría que transmite con tan solo hablar.No nos dejamos de mirar y sonrío al verla tan enamorada como yo lo estoy de ella. Jennifer no me lo confiesa de todo, pero con tan solo ver en cómo me mira, en cómo solo me sonríe a mi… sé que le gusto y mucho.No tengo palabras para explicar lo que siento. Bueno no volví a sentir nada como esto sino después de…—¿Podemos ir a la feria? —, Jennifer interrumpe mis pensamientos.—Para eso te traje, tonta—. Agarro su nariz entre mis dedos, d&a