Sentada en el piso del baño, con el brazo apoyado en el inodoro, recuesto mi cabeza en mi brazo. Así pase mi mañana del domingo. No sé a qué hora me pare para vomitar, pero supongo que tendrían que ser las cuatro de la mañana como mínimo. Todo este tiempo estuve vomitando y teniendo arcadas sin cesar, bueno sin omitir el dolor de cabeza que amenaza con explotar. He querido levantarme e irme a la cama, pero mi cuerpo no puede moverse ni un milímetro. Ya amaneció y empiezo a quedarme dormida en la taza del baño.
Por otra parte, no espere que Cristian tuviera ese concepto de mí y más solo por ir y disfrutar de una fiesta. No estaba en mis cinco sentidos y en ese estado no sabía si lo que hacia esta bien o mal. El tema acerca de Iván lo deje pasar porque sé que ese no es problema mío, pero no pueden culparme por tener curiosidad. Me alejé de ellos porque no me sentía a gusto y fui a tomar algo, así de simple. Ya no es mi problema si ellos entendieron otra cosa.
No he rev
Ya termino la película y pedimos pizza. Todavía estamos en mi cuarto, y estamos sentados en el piso haciendo un círculo entre nosotros seis. — Cuéntanos, Jenny, ¿Cómo era tu vida en New York? —, Victoria le da un mordisco a su pizza después de preguntar. — A veces aburrida, hasta que Esteban y yo salíamos solos o con nuestros amigos. Algunas veces salía sola a caminar, para conocer nueva gente, conocer lugares nuevos —. Me encojo de hombros y le doy un sorbo a mi bebida. Mentiras. Les acabo de mentir. Pero es mejor que piensen que fui una chica normal a que sepan del infierno que pasé. —¿Cuántos novios has tenido? — Solamente tuve uno y ese fue Esteban. Ella frunce el ceño- ¿Eres virgen? — Sí, soy virgen—. Admito con un ápice de pena. A mis diecisiete años sigo siendo virgen, y sé que ahora en el siglo XXI es algo que no importa, pero yo soy de esas romanticonas que esperan al hombre indicado, en el que te sientes
Guardo mi celular en el bolsillo de mi jogger. Jonathan ya me está esperando abajo, respiro y no lo pienso dos veces y me lanzo al vacío. Mi estómago se oprime por el cambio de gravedad y cierro los ojos, espero chocar con el piso, pero Jonathan me atrapa antes de llegar al suelo.—Te atrape—. me mira orgulloso.Me baja de sus brazos y nos dirigimos a su motocicleta.Él se monta primero. Me sostengo de sus hombros y paso una pierna y quedo sentada, paso mis brazos a su abdomen y lo abrazo apoyando mi mejilla en su gran espalda cerrando los ojos.Me mira por el rabito de su ojo y antes de arrancar me susurra:—Vámonos de aquí.Él arranca la moto y no sé a dónde nos dirigimos, pero no me importa con Jonathan me siento segura. Dejo que la brisa pegue en mi rostro, abro los ojos y miro como el cabello de Jonathan se mueve a donde quiera la brisa. Me encanta como le
—¡Jennifer, levántate! —, me remuevo incomoda.—Déjame dormir.—Llegaremos tarde a clases.Abro mis ojos automáticamente y me levanto de la cama de golpe. Mala idea mi pie queda atascado en la sabana y caigo al piso.—¡Auch!Jonathan se ríe y me ayuda a desenredar mi pie de la sabana. Ya estando de pie como una persona normal veo lo que traigo puesto.—No puedo ir al colegio así, JonathanBajo la mirada a mi ropa.—Te ves bien. Puedes llevar mi sudadera para que no andes sin sujetador por el colegio—. me sonrojo.Si me está diciendo esto es porque ya vio mis tetas. Me agarro la cabeza y me doy una bofetada mental.—Ya las viste ¿no?—¿Ver qué? —, levanta una de sus cejas y toda su expresión es de diversión.No sé porque no puedo decir la pal
Jennifer —¡Jennifer, levántate! —, victoria grita desde donde sea que este. ¿Para qué quieren ir a la playa tan temprano? Son las siete de la mañana y la fiesta empieza a las diez. Me arropo la cara para dejar de escucharla y poder seguir durmiendo. Al rato alguien se acuesta conmigo y me remueve el brazo, por mi parte intento ignorarlo, pero se vuelve más insistente. —Seas quien seas, déjame en paz—. Me muevo queriendo alejarme del ser tan horrible que quiere despertarme. —¿Te puedes levantar, Jenny? Me retiro la sabana de la cara y me volteo, observo como se acuesta al lado mío. —Quiero dormir, Victoria. —Todos están dormidos en la sala, vestidos como los niños buenos que son. Faltas tú y no lo volveré a repetir. Se va de la habitación y me estiro antes de sentarme con las piernas cruzadas, paso las palmas de mis manos por mi cabello y me levanto yendo directamente al baño. —E
Me despierto otra vez agitada y ya no aguanto estas pesadillas. Ya estoy cansada que me recuerden que estoy dañada, que mi vida no será normal.Sin ningún ánimo, me levanto y tomo una ducha. Me visto con lo más cómoda posible y me maquillo natural, desayuno con mis tíos y busco mi mochila saliendo de la casa.Siento que todo pasa tan rápido al notar que llego al colegio. No me siento bien. No he descansado desde que llegue a esta ciudad. Mi cuerpo colapsara. A pasos lentos me acerco a mi casillero y guardo los cuadernos de mis siguientes clases.Me dirijo a clases de química. Entro al salón y me siento en la última fila, dejo descansar mi cabeza entre mis brazos y así espero al profesor. En toda la clase no me puedo concentrar, los ojos se me cerraban, mi cabeza quería explotar del dolor.Ahora me encamino a mis clases de pintura. Al entrar me encuentro con la profe
JenniferDejo las bolsas en la entrada de mi cuarto y arrastro mi cuerpo al sillón que está pegado a la ventana, me siento y recojo mis piernas viendo a través del vidrio. No sé porque le hablé así a mi mejor amiga, herí sus sentimientos y sé que no me perdonara. Victoria es una persona muy sensible y saber que la hice llorar me hace sentir mal conmigo misma.Unos toques en la puerta hacen que quite mi vista de la ventana para ver la silueta de mi tío entrar a mi cuarto y sentarse en la orilla de la cama.—¿Cómo te sientes? —, pregunta observando toda la habitación.Antes de salir intenté recoger el desastre que hice, pero de todos modos el cuarto quedo casi vacío al romper todo lo que mis manos agarraban.—Remplazare todo lo que tire, lo prometo—. Juro al sentir
JenniferLa secretaria se detiene en una puerta de color gris y toca dos veces para luego abrirla y pegarse en ella para yo poder pasar.—Gracias—. Digo antes de entrar a la habitación.Ella cierra la puerta y me quedo de pie inmóvil. El doctor se levanta y lo detallo; hombre cursando los treinta y nueve, alto, pelo castaño y unos tan negro que creo que si me acerco a él podre verme en ellos.Él se vuelve a sentar y me señala el mueble grande que está en todo el medio de la oficina. En silencio y con pasos precavidos, me siento en la esquina del sillón, apoyo mi brazo en el respaldar y cruzo mis piernas queriendo pegarme más a la orilla de sillón.—¿Cómo estas, Jennifer? —, me pregunta.Se levanta de su silla con una libreta y un bolígrafo en mano, se sienta en el
Mueven mi cuerpo y despierto incorporándome en los asientos traseros de mi auto. Jonathan me ayuda a bajarme por la puerta izquierda y siento el mundo caerse al no poder aclarar un poco mi vista. Todo a mi alrededor gira como un carrusel. Él pasa uno de sus brazos sosteniendo mi cintura, caminamos despacio hasta entrar en la edificación y tomar el ascensor.No sé en qué momento él abre la puerta y las náuseas suben de mi estómago hasta mi garganta.—¿Quieres ir al baño? —, pregunta al yo taparme mi boca con la mano, queriendo contener las arcadas.Me lleva al baño más cercano, levanta las dos tapas del inodoro, me deja sentada y desecho todo lo que mi estómago podría tener. Jonathan se arrodilla a mi lado y con una mano agarra todo mi cabello y con la otra acaricia mi espalda. Mi estómago se comprime al hacer fuerza para poder soltar todo lo que m