Al siguiente día Tomy se despertó muy temprano, por unos minutos observó a Olivia, sin querer moverse para poder disfrutar de su rostro sereno y esa expresión entre tierna y sensual que tenía en ese momento, suya, sabía que podía ser algo retrogrado, pero la sentía suya y eso le hizo sentir feliz, él no se consideraba el hombre de más fe, pero en este momento solo podía rogar a cualquier ángel, virgen o al mimo Dios que interviniera por su amada.

De pronto pensó en lo inadecuado que podía ser que la niña le encontrara allí, así que decidió hacer una sorpresa para ambas de manera de hacerle ver a la niña el cambio de circunstancias, pero de una manera menos brusca.

Con cuidado salió de la cama y se vistió para ir hasta la cocina y prepararles el desayuno, para sorpresa de la servidumbre que nunca había visto una atención igual, este les pidió permiso para cocinar y que les ayudaran solo a preparar la mesa de la terraza.

Una hora más tarde, Tomy terminaba de colocar las cosas en la mesa