Luciano se detuvo en la puerta y observó el lugar donde había sobrevivido los primeros meses, cuando llegó sin conocer a nadie. El apartamento, le había parecido un reflejo exacto de su alma: frío, vacío y sin vida. Al principio, no esperaba hacer amigos, ni siquiera pensó en establecer algún tipo de vínculo con las personas a su alrededor. Todo lo que buscaba era esconderse del mundo y de sus propios demonios.Sin embargo, desde que Melanie llamó a su puerta con el desayuno en mano, todo empezó a transformarse en su vida. Lo que antes era sombrío, se llenó de calidez, de alegría y de esperanza.Cada rincón de su apartamento tenía algo de Melanie, un recuerdo, una sonrisa, una travesura. La pequeña entró como un torbellino en su oscura vida y la iluminó con su brillante luz.Melanie era su ancla, su puerto seguro y ahora… Ahora tenía que renunciar a todo eso.Renunciar parecía estar convirtiéndose en su manera de vivir. Primero lo hizo con Asha y pensó que no había nada más difícil qu
«¿Melanie…?»El corazón de Melanie se aceleró al escucharlo, era un alivio saber que estaba bien y era un peso que se quitaba de encima. Su padre no le había hecho daño.—¡Luciano! —pronunció con emoción, su voz baja para que nadie la escuchara.“Mi pequeña, siento tanto todo esto”.—No es tu culpa, Luciano, sino mía —lo interrumpió—. Fui yo quien no te dejó continuar aquel día y la maldita llamada de Donovan arruinó la posibilidad de sincerarte —añadió.“No tenemos mucho tiempo, no quiero seguir ocasionándote problemas con tu padre, así que…”Melanie sintió que el cuerpo se le enfriaba, sus manos temblaron y el deseo de gritar arañó su garganta. Se negaba a terminar con Luciano, se negaba a aceptar que su relación no tuviese futuro, ella…“Me estoy quedando en The Ritz”Le escuchó decir y todos sus miedos desaparecieron por arte de magia, su corazón volvió a la vida y se llenó de renovadas energías y esperanzas.—Iré de inmediato.“¡No!”—¿Por qué?“No quiero que te precipites, Mel,
Luciano se vio sorprendido y con la guardia baja, pero tan pronto salió de su shock, tomó a Melanie de la cintura y la llevó al interior de la habitación, cerrando la puerta con el pie.—¡Mel!—Te he extrañado como una loca —musitó ella, aspirando el aroma de su loción, llenándose de él.—¡Oh, Dios! Mel, mi niña —musitó él, estrechándola más fuerte entre sus brazos, llenando sus pulmones de su aroma, sintiendo cómo la vida circulaba por sus venas de nuevo, haciendo que su corazón latiera con emoción.—Te amo, te amo —murmuró ella, besando su cuello con desespero.Luciano no pudo evitar que la emoción se transformara en lágrimas. Quería gritar hasta sentir que tenía desgarrada la garganta.—Dios, ¿cómo conseguiste venir? —le preguntó, sintiendo preocupación de que su pequeña diablilla se metiera en problemas.—Salí con uno de mis hermanos y me escapé —confesó.Luciano se tensó y la apartó de él, la miró fijamente a los ojos y se olvidó del regaño que estaba a punto de salir de su boca.
África aparcó en el patio de la imponente mansión O’Connor, pero no se movió de su asiento. Sus manos estaban pegadas al volante y sus nudillos cambiaron de color igual que su rostro.—¿Estás bromeando? —preguntó.—No, ninguna broma, África. Aunque no me siento de ánimos para sonreír todo el tiempo, haré mi mejor esfuerzo. La tía Virginia es una de mis invitadas, no puedo desairarla, ni a ella, ni a los invitados que ya se habían hecho un espacio para regalarme su tiempo.—Tienes razón, además, si cancelas la fiesta, tu familia será noticia en los portales de internet. No eres la hija de cualquier vecino en la ciudad.Melanie sonrió.—Por cierto, gracias por lo que hiciste.—Ni lo menciones, creí que no llegaría a tiempo, menos mal que Elián no protestó cuando lo arrastre del aeropuerto al restaurante.—Aún me intriga su presencia en la ciudad y más si busca a mi padre.—Quizá tenga negocios con Esteban —señaló África.—Estaría al tanto si fuese el caso, pero me parece que la presenci
—¿Qué haces aquí? —preguntó viendo a la puerta con cierto temor.El hombre no respondió, la tomó de la cintura y la besó con loca pasión. Melanie cerró los ojos y cruzó sus manos alrededor del cuello del hombre, abrió la boca y lo recibió en su calor, deleitándose en el más delicioso de los manjares.—Estoy loco —susurró Luciano, cuando se separaron por la falta de aire.—Estamos locos —respondió Melanie, viéndolo vestido igual que el personal contratado por su madre—. ¿Cómo lo has hecho? —preguntó, acariciando su mentón.—Eso es lo de menos, no podía dejar de venir, quería entregarte algo —le dijo, sacando un estuche pequeño de su bolsillo.Ella abrió los ojos al ver lo que contenía el pequeño estuche. Era un anillo y era precioso. Tenía quince pétalos llenos de diamantes y en el centro un diamante de color azul.—Quería dártelo el día de la graduación —susurró.Melanie lo abrazó con todas sus fuerzas. Era indignante estar en aquella situación por culpa de un pasado que ella no juzga
Melanie sintió un vacío abrirse en la boca del estómago y un nudo subió de manera súbita a su garganta. ¿Qué hacía su padre allí? En las cuatro semanas que había pasado, ni una sola vez se paró frente a su puerta y… ¿Por qué ahora, justo cuando el turno no era de Elías?Un escalofrío le corrió por la espina dorsal, erizando su piel y los vellos de su nuca. ¿Los había descubierto? ¿Qué haría su padre si se encontraba con Luciano en su habitación?—¿Qué haces aquí? —preguntó finalmente. Su tono fue apenas audible mientras sentía que el nudo se apretaba en su garganta, dejándola sin aire.—¿Creíste que no iba a enterarme? —preguntó y el mundo se desplomó sobre los hombros de Melanie. El juego se había terminado…—No sé de qué hablas, papá, ¿podrías ser más claro? —preguntó.Angelo la miró fijamente, se dio cuenta de la palidez de su rostro, de las ojeras bajo sus ojos, como si no pudiera dormir.—¿Estás segura de que no lo sabes? —preguntó, caminando para entrar al apartamento. Ella no l
«Su hija está embarazada de seis semanas»El silencio que le siguió a aquellas palabras fue sepulcral. Mía contuvo la respiración mientras que Angelo cambiaba de color. De pálido a rojo intenso y luego un color raro, como si el aire empezara a faltarle.—¿Qué? —preguntó con voz ronca. Angelo se contuvo para no gritarle al médico que continuaba parado delante de ellos, ajeno al peligro que emanaba del hombre.—Parece que no es una noticia que esperara, señor —pronunció el médico—. Su hija ha sido trasladada a una habitación, puede pasar a verla —indicó. Y luego de darles el número de habitación, se marchó.Angelo no se movió de su sitio, estaba congelado como una estatua. Su cabeza era un mar de pensamientos y ninguno bueno.—Voy a matarlo —gruñó con los dientes apretados por el enojo que estaba experimentando.—No, no harás nada más que esto, Angelo —espetó Mía al escucharlo—. Melanie es mayor de edad y todo lo que tienes que hacer es respetar su decisión. Ella ya eligió a quien amar y
Luciano se sintió indignado por el juego de su abogado. Grayson perdió varios, muchos puntos ante sus ojos; sin embargo, Grayson era el menor de sus problemas por ahora. Finalmente, y de nuevo, estaba frente a Angelo O’Connor y esta vez, su conversación era definitiva.—Señor O’Connor —saludó, entrando a la oficina y escuchando cómo la puerta se cerraba a su espalda. Supongo que Grayson ya no estaba presente, tampoco le importaba.—Luciano Rinaldi, nos volvemos a ver —pronunció Angelo, poniéndose de pie con una falsa calma, manteniendo una serenidad que estaba lejos de sentir. Todo su ser era un caos, pero las palabras de Melanie eran las únicas que pesaban sin piedad en su mente y corazón.—La demora es porque así lo ha decidido, señor. He intentado reunirme con usted desde hace varias semanas, pero se ha negado rotundamente a recibirme. ¿Puedo saber el motivo de su cambio tan inesperado? —preguntó Luciano, sintiendo la tensión emanar del cuerpo de Angelo, inundando la oficina.El c